Las fuerzas negativas de los últimos tiempos siguen actuando y por ello el mercado de Chicago no puede mostrar ningún signo de recuperación.
China se ha convertido en el peor dolor de cabeza de los operadores de todo el mundo.
Las cifras oficiales de su crecimiento presentan dudas. Gran parte de los analistas económicos sospechan que el ritmo anual de expansión revelado para el segundo trimestre del año del 7%, en rigor sería sustancialmente menor.
Obviamente, las expectativas de demanda, no sólo de soja sino también de buena parte de las commodities, se ennegrece día a día.
Por eso, para los próximos meses, desde este punto de análisis, el panorama se oscurece a medida que pasa el tiempo.
La creciente demanda de soja y sus correspondientes subproductos a lo largo de las dos últimas décadas muestra síntomas de agotamiento.
Analicemos lo siguiente. La participación en el consumo mundial de harina de soja de solamente China, a lo largo de los últimos 5 años, ha sido del 28%. Y muchos estimaban que alcanzaría 30% para fines de esta década.
Respecto al aceite de soja, su participación en el consumo global ha llegado al 30%.
Así están las cosas. La industria procesadora china tiende a requerir un menor volumen de porotos de soja, como insumos. Hoy, el mercado duda que se cumpla la estimación del USDA sobre las importaciones de este grano. El organismo había proyectado importaciones en el orden de 79 millones de toneladas, para el período 2015/16. El año anterior fue de 77 millones.
Como está el cuadro, ahora se aguardaría la importación de un volumen más próximo a 75 millones de toneladas.
La desaceleración económica oriental unida a la depreciación del yuan alienta sus exportaciones y comprimen sus importaciones.
El clima se ha hecho estadounidense. Los cultivos avanzan con un clima favorable en el Medio Oeste. A los cuantiosos stocks, se suman las expectativas positivas sobre la próxima cosecha boreal.
En un escenario como el descrito, los fondos de inversión se mueven con agilidad y liquidan contratos de soja.