La presidenta Cristina Kirchner se recluyó en Olivos durante toda la semana, en un gesto con el que buscó transmitir malestar e incomodidad con el candidato presidencial del Frente para la Victoria (FPV), Daniel Scioli. A pesar de ello, en la Casa Rosada aseguran que la relación no entrará en crisis porque ambos necesitan ganar las elecciones del 25 de octubre próximo.

Según pudo saber LA NACION, el fastidio de Cristina respondió al mal manejo que su propio gobierno y el de Scioli hicieron de la crisis por las inundaciones en la provincia de Buenos Aires y a tres datos preocupantes de las elecciones primarias del domingo pasado.

Pese al triunfo de Scioli por 38,4% en todo el país, quedó desencantada con el resultado en la misma provincia de Buenos Aires (39,5%) y en Córdoba (14,7%). Y lamentó mucho la derrota de su hijo, Máximo Kirchner, por 47,8% a 44,5% en su tierra, Santa Cruz.

Máximo logró, de todos modos, ser candidato a diputado. Y aunque pierda en octubre logrará una banca. Pero la unión opositora dejó allí golpeado al kirchnerismo. En octubre se elegirá gobernador y se postularía Alicia Kirchner.

La Presidenta no considera que todo ello pueda poner en peligro el triunfo presidencial del FPV. Pero siente que Scioli deberá reforzar algunos distritos. Para colmo de males, la derrota de Máximo fue a manos de la alianza entre Mauricio Macri y Sergio Massa.

Cristina comprobó que Scioli y su compañero de fórmula, Carlos Zannini, perdieron muchos votos por Massa y por su aliado José Manuel de la Sota. Los votantes de éstos serán el mercado a conquistar en octubre.

Entre el 54% de 2011 y el 38% del domingo hay 16 puntos que están en ese peronismo disidente que obtuvo el 20,6 por ciento. Scioli debe reconquistarlos, al menos, en parte.

Si Scioli no ganara en primera vuelta, el mejor escenario para el Gobierno sería un ballottage entre Scioli y Macri para contar con algunos votos de Massa.

El segundo factor de enojo de la Presidenta fue el viaje inoportuno de Scioli a Italia en medio de las inundaciones en Buenos Aires y, en especial, la foto de su partida el martes último junto a Karina Rabolini en primera clase de Alitalia.

El dato que destacaron altas fuentes de Balcarce 50 fue que la Presidenta no recibió ni se sacó una foto con el candidato presidencial ganador de su propio frente, pese a que es secundado por el alter ego de ella, Zannini. Sí lo hizo, en cambio, con el consagrado candidato a gobernador bonaerense del FPV, Aníbal Fernández, que le había ganado a Julián Domínguez, quien tenía el apoyo de Scioli. La Presidenta le dio fuerte protagonismo a Aníbal y el gesto no fue inocente.

Cristina Kirchner sólo tuvo reuniones de trabajo con sus ministros y de política conversó con Fernández, Zannini y su otro incondicional, el secretario general de la Presidencia, Eduardo De Pedro.

En las filas del sciolismo aseguraron a LA NACION que "la relación es excelente y que todas las operaciones de asistencia para las inundaciones se coordinaron con la Nación" y con la asistencia del secretario de Seguridad, Sergio Berni. Incluso, subrayaron que el jefe del gabinete bonaerense, Alberto Pérez, coordinó la asistencia con Aníbal Fernández, pese a que luego éste desconoció en la conferencia de prensa el viaje de Scioli y la intervención de la provincia en los distritos inundados.

Y el viernes último dijo que le preguntó irónicamente a Scioli si "trajo alfajores" de su viaje a Italia. Todo ocurrió con aval de Cristina.

Es posible que la semana próxima Cristina haga gestos de acercamiento a Scioli. En octubre los dos necesitan ganar. Pero algunas fuentes confiaron que la Presidenta sospecha que el candidato del FPV "acordó con el Grupo Clarín" para participar en el debate presidencial y que convalidó las investigaciones en contra de Aníbal Fernández del periodista Jorge Lanata.

En el entorno de Scioli niegan todo y aseguran que existe malestar con el ministro de Justicia, Ricardo Casal, por el ingreso del periodista a la cárcel de General Alvear.

Cristina iba a hablar públicamente sobre las elecciones el miércoles en la Casa Rosada. Pero la crisis por las inundaciones en la provincia la hizo cancelar el acto.

Es que ese distrito es el desvelo de Cristina con miras a octubre. Los hombres de Scioli aseguran que hicieron una "elección histórica" que los dejó a las puertas del triunfo en primera vuelta en octubre. Aseguran que ampliarán la ventaja en el Norte, en la provincia y achicarán diferencias en Córdoba.

Una encuesta en el Gobierno dice que el voto de Massa (21%) se dividiría así si no estuviera éste: 9 puntos para Scioli y 12 para Macri. Scioli los sumaría a sus 38,4% y obtendría 47%; Macri los sumaría a su 30% y quedaría en 42.

El único acuerdo entre la Casa Rosada y Scioli es que irán a buscar el voto de Massa en Buenos Aires y el de De la Sota en Córdoba.