Nadie duda hoy de la baja que muestran no sólo los commodities vegetales sino el resto, también.

Lo que sorprende es el comportamiento del valor de la soja que, pese a la fuerte demanda de China, revela un recorrido ascendente de menor envergadura que el resto de los commodities. A lo largo de las últimas dos décadas el precio de la oleaginosa tuvo uno de los peores desempeños.

Desde el año 1998 a la fecha, hay un primer tramo (1998/2006 con precios bajos y un segundo tramo con precios altos que se interrumpe el año pasado y se pronuncia este año.

Obviamente, tal comportamiento debe ser consecuencia de la extraordinaria capacidad de los productores en su labor de productividad y del corrimiento de la frontera agrícola.

Pero la explicación no sólo resulta del aumento de la oferta global. Hay también, una razón dada por la demanda mundial.

Para ello, vale observar el pico de los años 2012 y 2013 que finaliza cuando el escenario global empieza a cambiar.

Las importaciones de China en los últimos años explican, en buen parte los precios elevados. Mientras en 1998 las importaciones globales de soja se aproximaban a 40 millones de toneladas, China tan sólo adquiría cerca del 10% apenas del total; es decir tan sólo alrededor de 4 millones.

En la actualidad, las importaciones globales llegan a más de 115 millones de toneladas. Y las compras chinas representan más del 60% de este total; se trata de aproximadamente 70 millones de toneladas anuales.

Por ello, los inconvenientes de la Bolsa de Shangai y la expectativa de una visible baja en la tasa de crecimiento chino están actuando como disparador de un proceso depresor en los valores.

A ello se une la caída del precio del barril de petróleo y su consecuente impacto en la demanda de oleaginosa para la industria del biodiesel,

Por si no fuera suficiente, el dólar sigue su camino ascendente en contra del euro y de las monedas asiáticas.

Esta moneda cada vez más apreciada, fundamentalmente por expectativa de una política monetaria más restrictiva, colabora decisivamente en la baja de los precios. Más se eleva el valor del dólar, más caro resulta a los importadores hacerse de soja.

En este cuadro… ¿cómo no se van a asustar los fondos de inversión?

La caída de los precios afecta el comportamiento de los fondos de cobertura especializados en commodities. Los inversores en commodities, como la soja, se desenvuelven bajo la amenaza de la desaceleración económica en Asia y la probabilidad creciente de un aumento en la tasa de interés por parte de la Reserva Federal de EE.UU.

Mientras tanto, en nuestro país el peso sigue apreciándose a consecuencia de la inflación que logra bajar, en términos reales, el valor del dólar. Este perverso comportamiento, acentúa la caída de los valores internacionales que se agrava con la aplicación de derechos de exportación.

A esta altura, la similitud con los últimos meses de la Convertibilidad es impactante. Para mantener un atractivo clima electoral, las autoridades han permitido una déficit fiscal de tremenda magnitud, financiado por el Banco Central. Y, simultáneamente, la paridad cambiaria hace inviable gran parte de la región productora. Más aún, si el clima no acompaña.

En síntesis, es cierto que el valor de la soja ha bajado. Pero el cuello de botella no está en este hecho. Claramente, se encuentra en la política cambiaria e impositiva.

En este caso, si la responsabilidad no es del gobierno… ¿de quién otro puede ser?