Ya pasó el momento de la cosecha de la soja y aun faltan unos meses para
comenzar con la siembra. Sin embargo, siempre es momento de hablar de
determinadas prácticas agrícolas, como la nutrición de los cultivos.
De las tecnologías de insumos, la inoculación y la fertilización en soja son
las que generan mayor variación en el rendimiento. Dentro de esta última
práctica, “el aporte de fósforo genera un aumento de rendimiento del 8% al 10%
en ambientes con deficiencias de este nutriente”, aporta Martín Díaz Zorita,
coordinador del Comité Técnico de Fertilizar, en diálogo con Clarín Rural.
El experto amplía esta idea con datos concretos. “Cuando hablamos de lotes
con niveles de insuficiencia nos referimos a una disponibilidad de fósforo de 12
partes por millón o menos y, de aplicar la dosis ajustadas de fertilizante, los
incrementos de rendimientos pueden representar entre 200 a 250 kilos más de
soja”, afirma Díaz Zorita.
Según él, y de acuerdo a datos que toma de ensayos hechos en una red de
Fertilizar, “la decisión del momento de aplicación del fósforo es indistinta en
sitios con baja disponibilidad, ya que la respuesta en el aumento del
rendimiento es contundente, pero es aconsejable dividir la aplicaciones del
nutriente entre la siembra y la presiembra, ya que de hacerlo completamente en
la implantación aumenta el riesgo de fitotoxicidad”, señala.
Además de que vale la pena fertilizar a la oleaginosa porque las respuestas
son claras, Díaz Zorita, quien también es director de Investigación y Desarrollo
de Novozymes Bioag, plantea que en esa misma red se detectó que las dosis de
fósforo que aplican los productores son bajas para lograr los máximos niveles de
eficiencia de absorción.
Al respecto, asegura: “Si las condiciones climáticas son muy buenas durante
la campaña hay respuestas máximas a la fertilización; de lo contrario, la
respuesta es errática. Sin embargo, la respuesta cambia si esos niveles medios
de dosificación de fósforo se elevan un 10% a 15%. En este caso, es recomendable
ajustar la dosis de acuerdo a las condiciones particulares al momento de la
siembra y anticipar el resto del fertilizante”.
Un aspecto muy importante cuando se analiza la factibilidad de fertilizar a
la soja y que, a su vez, es desafiante cuando los márgenes del cultivo son
ajustandos, es el retorno económico por la aplicación de fertilizante. Al
respecto, Díaz Zorita no deja lugar a dudas y dice que si la respuesta esperada
para la fertilización es 200 a 250 kilos, que se logran, por ejemplo, con un
extra de 50 a 60 kilos de fosfato monoamónico, el retorno supera ampliamente el
gasto productivo.
Como criterio destacado, el experto agrega que es clave pensar en un manejo integral de la nutrición.
“El nitrógeno y el fósforo son elementos interdependientes. Para la máxima absorción del fósforo hay que inocular bien, para que los nódulos fijen eficazmente el nitrógeno atmosférico, y para la buena nodulación es decisiva la disponibilidad de fósforo”.