Su génesis está en el conflicto por la 125, del que se cumplen siete años el próximo viernes. Ese día, tres de las cuatro entidades gremiales que componen la Mesa de Enlace organizarán una protesta nacional contra la política agropecuaria del Gobierno.
Esta pelea que parece no tener fin es la consecuencia directa de considerar a los productores de granos y carnes como enemigos políticos y no como aliados. El conflicto por las retenciones móviles de 2008 representó para el kirchnerismo una clara derrota, pero, al mismo tiempo, le sirvió como amalgama para reconstruirse políticamente. Néstor Kirchner, en uno de sus escasos momentos de autocrítica, dio a entender alguna vez que les faltó pericia técnica para evaluar la reacción a la 125. En otras palabras, le echó la culpa al entonces secretario de Agricultura, Javier de Urquiza. Para evitar nuevos conflictos, la presidenta Cristina Kirchner elevó el rango de la Secretaría a Ministerio en octubre de 2009. Lo que parecía una nueva etapa de la relación con el campo, derivó en la creación de un organismo elefantiásico destinado a dar ocupación a la militancia. Un tema clave de la política agropecuaria, como el funcionamiento de los mercados, quedó en manos de la Secretaría de Comercio, primero en manos del inefable Guillermo Moreno y luego, con la asunción de Axel Kicillof, como ministro de Economía, de Augusto Costa. En lo esencial, la política fue la misma: restricciones en el comercio de cereales y trabas a las exportaciones mediante el manejo de los ROE. A eso se le sumó la distorsión impositiva, que supone el cobro de derechos a la exportación y que convierten a la Argentina en un raro caso a nivel mundial de penalización tributaria a la producción.
Cuando, como en la actualidad se presenta una de las típicas situaciones de riesgo de la actividad, como la baja de los precios de los granos, esas políticas equivocadas arrinconan a quienes producen. No sólo les ahogan el presente sino también el futuro. Vale recordar que la reacción a la 125 no fue tanto por si los derechos de exportación eran móviles o no, sino porque en la resolución se establecía que a mayor precio de la soja, el Estado se quedaba con la mayor parte de la renta. Así, se cortaba cualquier posibilidad de mejora futura. Y eso ocurrió en un contexto de precios internacionales en alza.
Ahora también hay mucha desconfianza sobre lo que ocurrirá en el futuro. De los candidatos presidenciales que, según las encuestas, tienen mayores posibilidades de acceder a la Presidencia, sólo uno detalló su política agropecuaria. Mauricio Macri, a través de la Fundación Pensar, prometió eliminar los derechos de exportación, con excepción de la soja, que serían reducidos gradualmente. También dijo que le pondría fin a las trabas al comercio. El otro candidato, Daniel Scioli, recién dio un indicio la semana anterior a través de su ministro de Asuntos Agrarios e integrante de su equipo de campaña, Alejandro Topo Rodríguez, en declaraciones a la nacion. Prometió reducir en diez puntos los derechos de exportación al trigo y su eliminación en las economías regionales. Sobre el maíz, la soja y la carne no dio precisiones. Un día antes, Kicillof había dicho que si ganaba Scioli iban a hacer "más o menos lo mismo". Para la dirigencia rural, la diferenciación del gobernador bonaerense respecto de la política nacional aún es insuficiente como para despertar un cierto optimismo. El silencio del gobernador Scioli frente a las políticas nocivas que aplicó la Casa Rosada, que afectaron a los productores de su provincia, la principal productora de granos y carnes del país, también les provoca desconfianza.
Mientras tanto, el Gobierno no parece preocupado por resolver la crisis. Apenas evalúa instrumentar "políticas diferenciadas", en coincidencia con las propuestas de la conducción nacional de Federación Agraria, que están orientadas a configurar un tipo de productor prebendario del Estado. En vez de alentar el espíritu emprendedor que predomina en la mayoría de los pequeños y medianos productores, se pretende consolidar su dependencia de la voluntad de los funcionarios de turno.
Pese a la desazón, las condiciones estructurales mundiales siguen siendo favorables para los países que producen alimentos. Más allá de la volatilidad del mercado de granos, la demanda internacional, por el crecimiento de las economías emergentes, será sostenida. Y el mercado interno también crecerá cuando la economía se recupere. Allí, otra vez, las oportunidades estarán intactas.
la frase
Rubén Ferrero
Presidente de CRA
"El parate es muy fuerte y no hay respuestas concretas de ningún tipo".