Un estudio del INTA Manfredi –Córdoba– evaluó el comportamiento productivo y calidad comercial de diferentes variedades de cebada cervecera, sometidas a riego suplementario y a condiciones de secano, y determinó que el cultivo se adapta a las condiciones agroecológicas del norte y centro de Córdoba, una zona poco tradicional de siembra.
En la mayoría de los casos, los cultivares expuestos a diversas situaciones hídricas permitieron obtener un rinde equivalente a 8.000 kilos por hectárea –a partir de una cosecha manual de micro parcelas– y granos, cuya calidad alcanzaron los requisitos exigidos por la industria. Esto amplía la frontera de producción del cultivo y brinda la posibilidad de realizar siembras y cosechas más tempranas en relación con el trigo y adelantar la siembra de los cultivos de verano.
“Estos resultados son alentadores, ya que la clave del cultivo de cebada cervecera como actividad económica depende de la calidad del grano obtenido, en tanto define si puede utilizarse para la fabricación de cerveza o como forraje”, aseguró Aquiles Salinas, especialista en riego del INTA Manfredi y uno de los investigadores que participó del estudio.
En la Argentina, el 25 % de la producción de cebada cervecera se destina al mercado interno para malteo y el 75 % restante se exporta como malta, grano cervecero o forraje. Históricamente este cultivo se concentró en el sudoeste de Buenos Aires –zona donde se ubican las malterías–, pero en los últimos cinco años se expandió hacia el norte bonaerense, Córdoba, Santa Fe y Entre Ríos.
Para Salinas, la expansión de la cebada cervecera se produjo gracias a la mejora de las técnicas de manejo que facilitan la implantación temprana de los cultivos de segunda y al uso de materiales genéticos –genotipos– con rendimientos similares a los de trigo. Asimismo, destacó la creciente predominancia de la cebada por su facilidad de comercialización.
Según el Ministerio de Agricultura de la Nación –Minagri–, la superficie implantada con cebada cervecera aumentó de 59.300 a 343.000 hectáreas entre 1980/81 y 2006/07. No obstante, a partir de la campaña 2007/08, se produjo una fuerte expansión del área sembrada hasta alcanzar las 1.810.235 hectáreas en la campaña 2012/13.
En línea con estas estimaciones, se observa que en la última década el rendimiento promedio de la cebada cervecera fue de 3.200 kilos por hectárea, un 20 % superior al de trigo para el mismo período, con un mínimo de 2.200 kilos en 2002/03 y un máximo de 3.970, en 2010/11.
Principales observaciones
El ensayo determinó que la cebada cervecera con riego suplementario facilita la intensificación sustentable del sistema y, en comparación con el trigo, brinda la posibilidad de realizar siembras y cosechas más tempranas. A su vez, esta ventaja permite adelantar la siembra de los cultivos de verano como maíz, sorgo o soja que participan en la secuencia.
“Gracias a las estrategias de manejo planteadas, observamos que los cultivares, evaluados bajo riego y algunos en secano, alcanzaron los estándares de la industria”, dijo Salinas en referencia a las pruebas de laboratorio que certificaron la idoneidad comercial de la producción y su adecuación a las normas de calidad previstas en la Resolución 446/2007.
Para el especialista, “los resultados preliminares indican que la cebada cervecera es un cultivo que se adapta bien a las condiciones agroecológicas de la región centro-norte de Córdoba, aunque será necesario continuar con los trabajos que permitan ajustar las estrategias de manejo”. Estos resultados se analizaron en relación con otras experiencias de cultivos no tradicionales –trigo candeal, garbanzo y avena– realizadas en el módulo demostrativo de riego del INTA Manfredi.
Salinas explicó que la adaptación del cultivo a la región cordobesa se debe, en gran medida, a tres factores: elegir correctamente las variedades –especialmente aquellas con tolerancia a enfermedades fúngicas–, planificar una estrategia nutricional capaz de lograr el nivel de calidad requerido e implementar prácticas de manejo que hagan más sustentable el sistema.
Respecto del aspecto hídrico en lo productivo, el especialista indicó que, en regiones subhúmedas o semiáridas como la zona central cordobesa, el rendimiento de los cultivos de invierno tiene una alta variabilidad, debido –principalmente– a la cantidad y distribución de las precipitaciones y al hecho de que los cultivos desarrollan su ciclo cuando los aportes de lluvia son bajos.
Como línea de acción a futuro, “la investigación se propone avanzar en la identificación de otras variedades comerciales que se adecuen a las condiciones agroecológicas de la zona y conocer sus características agronómicas, así como afianzar las técnicas de manejo”, argumentó Salinas.
De la investigación, además participaron Juan Pablo Giubergia, Matías Boccardo, Ignacio Severina y Federico Aimar, especialistas del INTA Manfredi.
Descripción del ensayo
La experiencia se llevó a cabo en el predio demostrativo del INTA Manfredi y consistió en la siembra de cuatro cultivares dispuestos en franjas contiguas, sometidas algunas a riego suplementario y otras, a condiciones de secano. En cada franja, se definieron estaciones de muestreos con el objetivo de evaluar la adaptación del cultivo a la región y de medir variables como fenología, producción de materia seca, rendimiento y calidad de grano.
De acuerdo con Salinas, se utilizó una estrategia de fertilización nitrogenada para reforzar los valores de proteína en grano y lograr que esa cantidad responda a los requisitos de calidad industriales. “La cebada tiene requerimientos relativos levemente menores de nitrógeno que el trigo y, por eso, necesita una estrategia diferenciada de fertilización que ayude a lograr la calidad esperada”, explicó.
Con relación al riego, el técnico dijo que las lluvias recibidas por el cultivo en el ciclo fueron de 170 mm, lo cual determinó la aplicación de una lámina total de 291 mm que se distribuyó en 14 riegos determinados a partir del seguimiento del agua en el balance hídrico.