No hay caso. No hay manera para que la campaña electoral logre imponer su agenda. Ni hablar de propuestas, ideas o programas de gobierno. Eso ya sería soñar. El proselitismo de los candidatos es una película muda: fotos y más fotos en diferentes geografías –en el set de Tinelli, con el postulante de turno en Tucumán, Santa Fe, Villa Lugano o donde corresponda–, frases genéricas y de circunstancia, indefinición en cualquier tema importante y mucho de la vida personal, su historia, infancia y familia. Eludir el presente y no hablar del futuro.
Por eso no llama la atención que un acto de los tantos que han hecho el kirchnerismo y Cristina Kirchner (el del 25 de mayo) tenga una sorprendente repercusión (buena y mala); o que la continuidad de Axel Kicillof en el Ministerio de Economía, una hipótesis cuanto menos delirante hace un semestre, ahora adquiera la categoría de cuestión de Estado. Esta semana todo fue la FIFA: la transmisión de la votación del congreso mundial de fútbol del viernes fue seguida por millones de televidentes en una cadena nacional espóntanea. Entendible, si se tiene en cuenta que Argentina, hasta ahora con tres, es el mayor aportante por nacionalidad a la lista de los perseguidos por la justicia norteamericana.
La monotonía política la rompe Sergio Massa, muy a su pesar. Esta semana que pasó fue sin duda la peor del más joven de los candidatos a Presidente. Como pronosticaban todos los que vienen mirando encuestas, el mes complicado para el líder del Frente Renovador iba a ser junio. Pero las malas noticias siempre se adelantan: el derrumbe comenzó en el tramo final de mayo.
Inútil sería ensayar un listado de qué intendentes todavía integran la renovación massista, porque, entre el final de esta nota y su publicación, alguien más puede haber corrido hacia los brazos del Frente para la Victoria –la gran mayoría– o a los del PRO. Tampoco aportaría mucho martirizar al candidato con el análisis de por qué pasó lo que pasó. Los desplantes –inexplicables– a Carlos Reutemann, el acierto o el error en el uso de una corbata o una remera en un afiche, o la falta de puntualidad del candidato no explican su situación. Las razones son más profundas. Y más importantes.
Massa recibió una oferta –imprecisa e indirecta- de parte
del Frente para la Victoria para integrarse a su interna. Elegantemente habría
dicho "no"
Conocerlas quizás permita entender no sólo el presente de Massa, sino el de toda la elección, inmersa hoy en una confusa polarización, salpimentada con una lluvia de encuestas absolutamente contradictorias las unas con las otras, como nunca se había visto antes.
La novedad más importante de las últimas horas de Massa, y que ayer era el rumor entre la tropa convocada en la Rural, es que el candidato del Frente Renovador recibió una oferta –imprecisa e indirecta- de parte del Frente para la Victoria para integrarse a su interna. Y que Massa elegantemente habría contestado que no.
La noticia, más allá del final de la negociación, conlleva un secreto bien guardado que no es ni más ni menos que el blanqueo de las charlas entre el massismo y el kirchnerismo, que no son nuevas y que llevan semanas. Ocultas, probablemente en la tozuda campaña de Massa por aliarse con Mauricio Macri.
¿Qué hará Massa frente a un kirchnerismo que lo invita confusamente a volver y a un macrismo que lo repudia las 24 horas del día? Ayer, por si faltaba algún elemento para destruir un acuerdo FR + PRO, Jaime Durán Barba enumeró en el diario Perfil todos los argumentos posibles –con ejemplos extranjeros entremezclados con clientes propios– en contra de esa posibilidad.
En ese afán, el asesor estrella del macrismo estableció una verdad de campaña que le conviene al mundo K y destruye parte de la argumentación PRO de los últimos meses. Según el ecuatoriano –y con toda razón– los votos locales no deben ser traducidos a votos nacionales, ni interpretados como semejantes.
Esto ya se había observado en el 2011, cuando la abrumadora victoria de Cristina Kirchner en las PASO de agosto de aquel año había sido precedida por una seguidilla de derrotas del Frente para la Victoria en Capital, Santa Fe y Córdoba. Lo que sorprende es que lo diga el estratega de una campaña nacional cuyos candidatos locales están ganando la Ciudad de Buenos Aires, Mendoza (en alianza) y la provincia de Santa Fe (en Córdoba la fórmula PRO + UCR parece ser menos competitiva de lo que se esperaba). Otro sincericidio de Durán Barba.
A Massa le acercaron en las últimas horas otra propuesta:
que vaya en boleta "corta" como candidato a gobernador bonaerense, sin candidato
a Presidente
Volvamos a Massa. Deteriorada su candidatura nacional, allegados le acercaron
en las últimas horas una propuesta: que vaya en boleta "corta" como candidato a
gobernador bonaerense –territorio en el que todavía conserva porcentajes
aceptables–, sin candidato a Presidente. "La clave en Buenos Aires es cómo se
reparte una boleta", explican. ¿Qué quieren decir? Que puede convertirse –en la
versión optimista de esta estrategia– en el candidato a gobernador, al mismo
tiempo, de Scioli, Randazzo, Macri y Stolbizer en las PASO de agosto. Sumar a su
propia cosecha de votos los que, aparato y distribución de boletas mediante, le
vayan llegando de otros candidatos a Presidente. Jugada arriesgada si las hay,
cuya autoría habría surgido del FpV y que para ser exitosa necesita un aparato
como el oficialista para distribuir en forma manual en cada municipio las dos
boletas. Una alianza que no es alianza y un acuerdo que no es acuerdo. Una
colectora al revés y de hecho. Llevarla adelante requiere de una gran dosis de
audacia e irracionalidad.
¿Tiene otras alternativas Massa? Sí, por supuesto: seguir el camino presidencial
y arriesgarse a unas PASO flojas y una primera vuelta electoral peor, arrasado
por la polarización. La otra opción es retirarse. Dicen los que lo conocen que
el líder del Frente Renovador tiene algo en claro: el final de su derrotero
presidencial 2015 marcará el inicio de su futuro político y de su nuevo
proyecto. Algo muy importante para alguien que está lejos de los 50 años.