Durante las últimas dos semanas del pasado mes se apreció una anomalía positiva de un grado centígrado en vastos sectores de la cuenca del Pacífico Ecuatorial. Esto implica que las anomalías de temperatura confirman el retorno del indicador ENSO hacia una posición El Niño, por el momento débil pero que posiblemente se mantenga durante gran parte del año.
Confirmado el estado del indicador, hay que situarse en la época y el lugar del planeta para reconocer el impacto. Normalmente se puntualiza el efecto positivo del fenómeno de El Niño sobre las precipitaciones en el sudeste de Sudamérica, sin embargo, esta parte del otoño y el trimestre frío, son la época con menos señal estadística sobre esta vasta área agrícola. No se debe soslayar su presencia, lo que hay que hacer es monitorear su evolución dado que el mismo puede ser de mucha importancia para el desarrollo de la primavera y la primera parte del verano. Por lo pronto los modelos se inclinan por mantener su presencia durante gran parte del año.
Veremos cómo evoluciona su intensidad. No está fuera de lugar pensar que una proyección con tan notable persistencia no sea acompañada por un incremento en la intensidad. Bajo estas circunstancias podría perfilarse una situación muy favorable para la floración de la fina, las siembras y los maíces tempranos.
Como es sabido el otoño en áreas mediterráneas, luego de la cosecha, debe ser visto como una temporada de acopio de agua. Esta condición define a esta estación en una suerte de indicador climático de largo plazo, al menos en el comportamiento de las reservas. Llegar al mes de junio con una deficiencia muy marcada prácticamente garantiza un atraso en el comienzo de las siembras, dado que el invierno no suele compensar los otoños secos y por lo tanto la demanda de lluvias sobre el mes de septiembre se vuelve demasiado alta, improbable de satisfacer. Bajo esas circunstancias no es extraño llegar en sequía al mes de octubre.
Teniendo en cuenta esto y dado que no partimos de una situación deficitaria, las lluvias del mes de mayo ganan presencia como indicador a futuro. Aunque con oferta normalmente inferior a la del mes de abril, si la segunda quincena logra aportar 30 milímetros o más sobre áreas mediterráneas, podríamos confirmar una buena performance para la evolución de los cultivos de invierno hasta comienzos de la primavera. El centro este de la zona núcleo siempre tiene mejores posibilidades para incorporar lluvias extras. Lo mismo puede decirse para el sudeste de BA.
En resumen, en el corto y mediano plazo habrá que monitorear el comportamiento de las lluvias durante la segunda quincena del mes de mayo y el potencial afianzamiento de un nivel normal de reservas. Esperar un invierno con lluvias generosas es improbable en áreas mediterráneas, si un patrón más generoso sobre la franja este. A largo plazo el fenómeno de El Niño aparece como una influencia benéfica con posibilidades de ganar terreno durante la primavera.
- Por CCA - exclusivo Agrositio
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