La paranoia de la Presidenta y de buena parte del Gobierno va creciendo a medida que se acerca el día de la entrega del mando. Cristina Fernández dio orden estricta de cerrar cada uno de los frentes de conflicto que le puedan complicar la vida a ella o a su familia una vez que deje de gobernar.
La brutal ofensiva contra la memoria del fiscal Alberto Nisman, que incluye la sospecha sobre su propia madre, Sara Garfunkel, tiene una explicación política, ofrecida por ministros incondicionales a dirigentes del Frente para la Victoria que necesitaban argumentos para salir a defender la "bajada de línea" oficial. "Nisman venía por Cristina. Nisman venía por todos nosotros. Por eso salimos a decir que el tipo era una porquería", le explicó un ministro a un inseparable del gobernador Daniel Scioli. El hombre lo escuchó con atención, hasta que el ministro empezó a desarrollar la teoría de que a Nisman lo estaban financiando los representantes de los denominados fondos buitre. Volvió a recuperar el interés cuando el ministro agregó que el fiscal recibía dinero por debajo de la mesa de manos de funcionarios de la ex Secretaría de Inteligencia (SI) y que, según el relato, el mismo Jaime Stiuso era el que autorizaba los pagos. "Cuando se sepa la cantidad de plata que cobraba en negro y que gastaba Nisman, no le van a quedar ganas de defenderlo a nadie", escuchó el hombre de Scioli. En simultáneo, recrudecieron las operaciones contra los fiscales y los jueces para evitar que la denuncia de Nisman prospere. Ahora, la única esperanza de que algún día la causa se reactive es que otro juez, después de diciembre de este año, considere que el expediente debe ser reabierto porque ni siquiera se empezó a investigar.
La paranoia explica también la fortísima embestida contra la Corte Suprema, en general, y contra Carlos Fayt, en particular. "O cambiamos la composición de la Corte antes de diciembre o no la cambiamos más, y entonces Cristina y unos cuantos más se lo van a pasar desfilando por Comodoro Py, igual que [Domingo] Cavallo, María Julia [Alsogaray] y [Carlos] Menem", vaticinó un dirigente social cristinista que milita en la provincia de Buenos Aires y que se viene acercando cada vez más a Scioli, porque, sostiene, es la única manera de conservar su poder territorial.
El primer y más urgente objetivo de la Presidenta es apartar de la causa Hotesur al juez Claudio Bonadio. Los estrategas del Gobierno ya lo intentaron casi todo, pero todavía no lograron sacarlo. Por eso ahora volvieron a bucear sobre el pasado del magistrado para evitar que siga avanzando en la investigación. "Si me apartan de la causa, renuncio como juez federal de la Nación", le habría anticipado el magistrado a un colega y a otro fiscal federal. Más allá del escándalo que provocaría su dimisión, cerca de Bonadio analizan que probar el delito de lavado de dinero no sería tan difícil, porque las evidencias serían abrumadoras. "Con demostrar que Lázaro Báez pagó a Hotesur una cifra exorbitante por el alquiler de habitaciones que permanecieron vacías sería suficiente", explicó otro fiscal federal que también investigó causas vinculadas con lavado de dinero. Pero ¿no es relativamente fácil simular la ocupación de las habitaciones de un hotel en la Patagonia? "No. Cada pasajero tiene un documento, una tarjeta de crédito y una identidad. Es muy simple chequear si el cuarto se ocupó o no se ocupó en realidad", argumentó.
Por lo pronto, desde que la diputada nacional Margarita Stolbizer presentó la denuncia, el equipo de contadores de Lázaro Báez está trabajando a destajo para evitar que la AFIP detecte inconsistencias en sus balances. Y al mismo tiempo, el otro socio de la inmobiliaria que maneja Máximo Kirchner, Osvaldo Sanfelice, pugna por quitarle la causa a Bonadio para que se haga cargo de ella un juez federal de Río Gallegos, una jurisdicción donde la influencia presidencial puede ser decisiva a la hora de dictar sentencia.
El otro blanco móvil que sigue estando en la mira de la Presidenta y sus funcionarios paranoicos es el presidente de la Corte Suprema, Ricardo Lorenzetti. A él le atribuyen casi todos los males judiciales que padece la jefa del Estado. Todavía siguen despotricando por el homenaje que le hizo Lorenzetti a Nisman en la apertura del año judicial a través de un impactante video que lo puso en el lugar de víctima. Creen que no es otro que el presidente del máximo tribunal quien le transmitió a Bonadio las garantías para que continúe con la causa que más inquieta a la jefa del Estado. Y suponen que Lorenzetti terminará influyendo en el resto de los miembros de la Corte en la aplicación del principio de cosa juzgada írrita para juicios que la familia Kirchner ya daba por ganados, archivados y olvidados, pero que podrían ser reabiertos, porque, otra vez, en su momento no habrían sido investigados con idoneidad y transparencia. Quizás el más emblemático sea el que se ocupó de la denuncia por enriquecimiento ilícito contra Néstor Kirchner y Cristina Fernández, sobreseídos por Norberto Oyarbide en tiempo récord, entre la Navidad y el año nuevo de 2009. Al contador de la familia se lo tomó como una fuente confiable en vez de ser considerado sospechoso. El fiscal que debía apelar no lo hizo. El magistrado interpretó como prueba de que no había habido enriquecimiento ilícito un informe de los peritos contables de la Corte Suprema que no habían llegado a esa conclusión.
La Presidenta y sus funcionarios están tan abocados a evitar que el mundo se les venga encima que ya dejaron de preocuparse por la suerte judicial del vicepresidente Amado Boudou. Ni siquiera siguen el derrotero de los procesos que podrían mandar a prisión al ex secretario de Transporte Ricardo Jaime. Si es necesario, además, volverán a atacar al Grupo Clarín o a cualquier medio o periodista que se atreva a presentar una nueva denuncia antes de las elecciones presidenciales. Las últimas compras de productoras de medios tienen como objetivo esa idea. ¿Alcanzarán todas estas maniobras para evitar eventuales condenas? ¿O la Presidenta deberá ir por los fueros, igual que lo hizo el ex presidente Menem, abrumado por las denuncias en su contra?
Cristóbal López, ahora mismo, tiene una relación aceptable con Daniel Scioli y también con Mauricio Macri, dos de los candidatos con más posibilidades de sucederla. Ella teme que, a la hora de la verdad, ninguno de los dos mueva un dedo para evitar su paso por la Justicia.