La suba de los costos que denuncia el campo arranca por los salarios y las cargas sociales.
Según un estudio privado del especialista Néstor Roulet, ese ítem se expandió 300% medido en dólares, desde la campaña 2003/04 hasta la actualidad pese a ser el campo uno de los sectores a los que habitualmente se apunta para hablar del trabajo no registrado. La suba del período duplica el promedio de alza total de erogaciones de dinero para producir, que se expandió 132% en poco más de una década, haciendo que hoy el costo de sembrar una hectárea de soja ronde los u$s 818,2.
La incidencia del "costo de infraestructura", que incluye sueldos y cargas sociales, alcanza los u$s 80 por hectárea, es decir que, pese al incremento, significa poco menos del 10% del gasto total.
Según Roulet, el servicio de siembra una tarea generalmente tercerizada en el campo es el segundo en importancia dentro de los aumentos. Creció 200% entre 2003 y 2015 y se lleva el 15,5% de los gastos totales.
Los fletes componen el siguiente rubro que se lleva el podio de los aumentos, con una suba de 187% en el período y una particularidad: se trata de la erogación que más pesa en la cuenta final de los gastos de producción. Incide en un 23,5 por ciento.
Los impuestos son el cuarto rubro en alza en el período. La suba del combo que incluye el impuesto al Cheque, Ganancias, Bienes Personales, el Impuesto Inmobiliario Rural, Tasas y demás Fondos provinciales y municipales fue de 128%. Adicionalmente, se trata del ítem que más pesa, detrás de los fletes, en el gasto del productor. Su incidencia alcanza el 22,5% de la cuenta total de las erogaciones y se lleva el doble del gasto de infraestructura.
Con estos costos en alza y una soja en torno a los u$s 355 en Chicago, un valor cercano al de mayo de 2004, Roulet asegura que es la primera vez desde la devaluación que el rendimiento promedio nacional de la cosecha de soja no alcanza para cubrir los costos.
Según el trabajo, se necesitan 3,63 toneladas de soja en para salir hecho, mientras el promedio nacional alcanza las 3 toneladas por hectárea. Si bien la Bolsa de Cereales de Buenos Aires publica un rendimiento promedio de más de 3,8 toneladas por hectárea, también hay cálculos que ubican el rinde de indiferencia en 4 toneladas por hectárea.
En todos los casos, los análisis coinciden en indicar que se trata de la peor campaña en términos de ganancias en mucho tiempo, pese a los excelentes rendimientos que, por caso, en la zona núcleo superan las 4,4 toneladas por hectárea para llegar a un récord de 59 millones de toneladas de soja.