No hay precandidato presidencial que no esté pensando y demandando a sus equipos técnicos el modo de salir de las escasez de dólares que ahoga a la economía. Obviamente, el efecto que más rápidamente podría ser mostrado a la sociedad como un logro sería el levantamiento del cepo. ¿Cómo puede hacerse? ¿Cuál es la vía para desentrañarlo?
Los especialistas se pierden en elucubraciones, pero no quieren revelar sus planes cuando falta tanto para las elecciones, o sufren, como se cuenta en la serie True Detective, la "maldición del detective", que tiene las pruebas bajo sus narices, pero no las ve porque mira las evidencias incorrectas.
Las discusiones técnicas parecen interminables. La Argentina difícilmente pueda conseguir dólares por la vía de la deuda externa por colocaciones de bonos o préstamos comerciales de manera veloz apenas termine el actual gobierno. La maraña de la pelea en Nueva York con los bonistas que no aceptaron los canjes de 2005 y 2010 se agiganta y será muy probablemente una herencia difícil de solucionar.
El Banco Interamericano de Desarrollo (BID) acaba de emitir un informe en el que su economista jefe, el español José Juan Ruiz, destaca que para no perder los avances de los últimos favorables años la región deberá encontrar el modo de "incrementar sus ingresos y mejorar la eficiencia del gasto, y a la vez proteger sus logros sociales".
No se podrá contar con un gran superávit comercial por altos precios de las exportaciones y bajísimos de las importaciones, y con grandes clientes como Brasil con caídas enormes de la actividad.
¿De dónde vendrán los dólares para que la economía vuelva a crecer? ¿Para que retorne el mercado inmobiliario, se vuelvan a producir automóviles, camionetas y camiones a alto ritmo en vez de tener las fábricas a menos de media máquina? ¿De dónde llegarán los fondos para financiar la salida del fenomenal atraso en infraestructura -caminos, puertos, electricidad, petróleo, gas- que dejará el "modelo"? ¿De dónde vendrán los no menos de US$ 10.000 millones por año que, como mínimo, calcula la actual administración, harán falta por años para financiar las importaciones de petróleo y energía que deja el mamarracho que el gobierno saliente produjo en el sector?
Tal vez no tengan que venir de ninguna parte. Y estén en manos de argentinos temerosos de las torpezas e impericia de la actual administración y sus funcionarios.
Los que pueden ahorrar tal vez vivan preocupados no por lo que dicen los canales de noticias que no está obligados por las dádivas gubernamentales, como dice la Presidenta. Temen transformarse en pobres, que a Kicillof no le interesa ni contar, por culpa de la inflación que el Gobierno no quiere medir. El Indec debería llamarse, con el actual gobierno, Instituto Nacional de Estadísticas Censuradas. Parte del relato oficial es la muletilla de que los medios de comunicación y periodistas que no son sus aduladores "invisibilizan" sus logros. La palabra invisibilizar no está registrada en el Diccionario de la Real Academia Española. Podría ser agregada en la lista de "inventos" (tontos) argentinos.
A Kicillof no le preocupa ser él quien invisibiliza, siguiendo el lenguaje cristinista, a los pobres. Como dice Rust Cohle, el personaje de Matthew McConaughey en la primera temporada de True Detective, "la gente incapaz de sentir culpa suele pasarla bastante bien".
Para que la confianza retorne, no a los mercados internacionales sino a los ahorristas locales, tal vez, como parece proponer el informe del BID, el gasto público debería ser eficiente, enfocado en los más necesitados y orientado a suplir gastos privados. No a financiar un festival de contrataciones, en muchos casos de personas que no reúnen los mínimos requisitos, como el que en la actualidad tiene lugar en el Ministerio de Cultura.
Hay antecedentes. En 1991 la recuperación económica comenzó, para sorpresa de las autoridades, mucho antes de que se lograra un acuerdo con el FMI o de salir del default que llevaba casi un década.
A mediados de 2002 pasó algo parecido. Son los ahorros de los argentinos los que hacen resurgir al país antes que cualquier otra cosa. ¿Cómo hacer que confíen?
Dependerá de las próximas autoridades. A las actuales, ni siquiera un blanqueo más que generoso y permanentemente abierto desde 2013 les permitió salir del atolladero.