Era un secreto a voces poco antes de que comenzara en Gualeguaychú, el pasado día sábado, la Convención Nacional de la UCR, que Ernesto Sanz aventajaba holgadamente a Julio Cobos y a Gerardo Morales en número de votos. Sólo Sergio Massa, por desconocimiento o por mala información proveniente de su aliado radical de Jujuy creía lo contrario. Es posible que quienes llevaban las de perder hayan alentado esperanzas de último momento en razón del escozor provocado por Macri en los históricos del partido. Pero fueron esperanzas tardías y en vano. El clima estaba preparado para que la posición de Sanz ganara por aclamación, casi; y si hubo que esperar al recuento de votos fue en virtud de una formalidad que no podía obviarse. La mayoría del radicalismo marchó a Entre Ríos convencido de la necesidad de alumbrar un acuerdo con el PRO y la Coalición Cívica, de Elisa Carrió. Eso, en definitiva, fue cuanto sucedió.
El camino que se debió recorrer para forjar la alianza no resultó fácil ni para los radicales acuerdistas ni para los macristas convencidos, desde hace más de un año, de las bondades de semejante estrategia. Hoy todo es algarabía en el seno del PRO y unos se felicitaban a otros por el logro. No obstante, cuando en su momento Emilio Monzó le planteó la idea a Mauricio Macri, le saltaron a la yugular Jaime Durán Barba y Marcos Peña. Heraldos de la Nueva Política, uno y otro se opusieron siempre a que el PRO se acercara siquiera a los radicales y a los peronistas.
“La empresa de Monzó parecía entonces, por la asimetría de fuerzas en disputa, destinada al fracaso. Sin embargo, su triunfo no puede ser mayor: conocedor como pocos de la sociología política de nuestro país, apostó por Sanz y Reutemann haciendo de lado el discurso de los que confunden la realidad con sus deseos. El capítulo está cerrado”, aseguran Massot y Monteverde.
Sólo falta la letra chica, que puede demorarse sin por ello poner en peligro el plan electoral y de gobierno puesto en marcha. Los planetas parecen alinearse del lado de Macri. Piénsese por un momento en el significado de lo ocurrido en el litoral.
¿Quién hubiese supuesto posible una alianza semejante? Porque lo que es conveniente entender es el hecho de que no fueron los descendientes de los galeritas alvearistas los impulsores del acuerdo sino una combinación de casi todas las facciones partidarias. Convergieron Oscar Aguad y Federico Storani, Enrique Nosiglia y Ernesto Sanz, Raúl Baglini y Carlos Becerra. El acontecimiento, entonces, es histórico más allá de sus eventuales resultados.
Asimismo, los analistas aseguran que “las pases hacia el PRO y los acuerdos tácticos no han terminado aquí. Apenas han comenzado. El peronismo antikirchnerista cavila en estos momentos sin saber qué ruta tomar. Daniel Scioli no da ninguna señal de que vaya a romper con el oficialismo; mientras Sergio Massa sigue cosechando derrotas que, si bien no lo dejan fuera de competencia ni mucho menos, suscitan dudas respecto de su real fortaleza. En este orden, el de Tigre tiene una sola consigna: mantener prietas las filas y evitar que haya un desbande de intendentes tentados de seguir los pasos de Posse y de radicales que sólo tienen ojos para Macri”
En el curso de esa semana tendrán lugar en Mendoza, Santa Fe y la Capital Federal elecciones PASO en las cuales el PRO se alzará con un triunfo contundente en la ciudad de Buenos Aires, repetirá en Cuyo ese resultado y no sería de extrañar que la nota mayor la constituya una victoria en el baluarte nacional del socialismo.
“Los otros dos candidatos también juegan pero, hasta aquí, no han demostrado ni la ductilidad ni el profesionalismo ni tampoco la rapidez de reflejos del PRO”, afirman Massot y Monteverde.
Scioli porque no termina nunca de saber dónde está parado. Conoce mejor que nadie la inquina que le profesa el kirchnerismo puro y duro desde antiguo. Vive, además, con el Jesús en la boca respecto de una posible decisión de Cristina Fernández para dejarlo fuera de la interna del Frente para la Victoria.
En cuanto a Massa, parece mentira la cantidad de tiempo y de lugares que ha perdido en el curso de un año. En ese entonces era el candidato con mejor imagen y mayor intención de voto de los tres lanzados al ruedo. La realidad es hoy harto distinta. Estancado en las encuestas y sin un libreto alternativo, por primera vez ha comenzado a correr a sus competidores desde atrás. Su gran problema, a seis meses vista, son las PASO.
Cuidado: falta todavía medio año para esas vitales PASO y no está escrito ni quiénes serán de la partida ni cómo votará la gente ni cómo podría decantar el voto de Massa en el supuesto de que se quedase fuera de la segunda vuelta. O el de Scioli o el de Macri, si fuera uno de ellos quien no resultas parte del ballotage.
Finalmente, Massot y Monteverde aseguran: “El ingeniero luce seguro y es la figura del momento, con un plan claro que ha desarrollado de manera exitosa. A su lado, el hombre de tigre y el ex–motonauta están cual paralizados”