MENDOZA.- Susana Balbo no anda con rodeos a la hora de describir la situación actual de la industria vitivinícola nacional. Como presidenta de Wines of Argentina, la entidad encargada de promocionar los vinos argentinos en el mundo, detalla con lucidez cada uno de los problemas que aquejan al sector. Así dirá, por ejemplo, que hay segmentos de precios muy complicados, que las inversiones extranjeras están paradas y que su actividad está igual o peor que otras economías regionales, debido a la caída de la competitividad. "La vitivinicultura argentina navega en un mar de crisis, con mucha turbulencia" afirma.
La empresaria, que también es dueña de la bodega Dominio del Plata, dice además que se han perdido mercados en el exterior, que muchas bodegas tienen problemas para importar insumos y que, para arreglar los problemas que aquejan al sector, se debería controlar la inflación y poner un dólar más competitivo para la exportación. "Para el gobierno nacional, nuestra industria es irrelevante", opina.
-¿Cómo está en la actualidad el negocio del vino?
-Deberíamos hacer una distinción entre el negocio y los mercados del vino. El negocio está compuesto en la Argentina por una diversidad de productos que tienen distintas ubicaciones y destinos. Ese negocio, en algunos de los sectores, está complicado. Es el caso de las uvas criollas, de menor calidad enológica, que generalmente se destinan a la producción de mosto. En este momento, que hay una cosecha buena y venimos con algunos excedentes del año pasado, nos encontramos con una situación complicada, por la inflación interna, un dólar con falta de competitividad para la exportación; entonces ese producto que se podría destinar a la producción de mosto no es rentable tampoco, aunque se exporte como mosto.
-¿Y las uvas finas?
-Bueno, éstas son de mayor calidad enológica y tienen un destino de consumo interno, para vinos de calidad premium o del segmento inicial. Estas uvas tienen un mejor comportamiento en cuanto a su precio y rentabilidad porque están destinadas a productos de mayor valor agregado. También tienen un protagonismo muy fuerte en la exportación. La Argentina exporta el 25% de su producción total, con un valor agregado bastante importante. El precio promedio de la Argentina para exportación está por encima de US$ 33 la caja, que es un precio más alto que muchos productos que están en el supermercado.
-¿Cómo están las bodegas hoy en el país?
-Hay alrededor de 1000 bodegas en el país, pero hay sólo 300 que tienen marcas en el mercado. Esas 300 tienen unas 3000 etiquetas. Tienen distintos grados de complejidad en su exposición: la bodega que está muy orientada al mercado interno tiene dificultades, porque ese mercado tiene poco poder adquisitivo; las que están con mitad de mercado interno y mitad de exportación tienen mejor equilibrio porque la exportación se hace con productos de mayor valor agregado y eso les permite cierta rentabilidad; las que tienen mayor exposición en el mercado externo tienen un balance un poco más positivo.
-En este proceso, ¿han desaparecido algunas bodegas?
-Sí, hay una consolidación. Hay bodegas pequeñas que han sido absorbidas por otras más grandes. Estamos tratando desde la promoción del vino argentino que la diversidad de productores que teníamos no desaparezca, porque le da estabilidad en el largo plazo a la industria vitivinícola y le da mayor estabilidad al productor al tener mayores fuentes donde ofrecer su producto. Por lo tanto, se está tratando de hacer sustentable esto, y para eso estamos peleando desde organizaciones, como la Corporación Vitivinícola Argentina o Vinos de Argentina, para tener los apoyos que permitan mantener los mercados de exportación, porque está claro que el crecimiento que le da sustentabilidad a la industria viene desde la exportación. Pero hoy, por ejemplo, tenemos los fondos para la exportación retaceados.
-¿Esos fondos serían subsidios?
-No. No se olvide de que la industria vitivinícola aporta al Estado por retenciones US$ 50 millones. Nosotros lo que pedimos es el redireccionamiento para sustentar la política de los pequeños productores. Ese redireccionamiento se hizo, pero no en forma equivalente, porque Mendoza, que tiene 80% de la producción de vino, recibe lo mismo que Catamarca, que produce mucho menos.
-¿También están retenidos los reembolsos que les corresponden de las retenciones?
-Los reembolsos no los estamos viendo. Están detenidos, muchas veces por cuestiones formales. Se ha formado una burocracia a través de la recuperación de esos reembolsos que los hace muy difícil de ser liquidados. Están siendo liquidados con mucho atraso, entonces la inflación te los come. No hay que olvidar que la retención hay que depositarla anticipadamente, mientras que el reembolso puede demorarse hasta un año.
-¿Han tenido también problemas para importar insumos?
-Sí. Hay mucha demora en algunos casos. Las que más sufren son las bodegas que exportan menos. Como tienen dificultades para compensar la importación con la exportación tienen demoradas las DJAI [Declaraciones Juradas Anticipadas de Importación]. Así, tienen trabado el ingreso de barricas, vidrio o corchos.
-¿Están igual que el resto de las economías regionales con la pérdida de competitividad?
-Estamos igual o peor. Yo no conozco profundamente las otras economías regionales, pero creo que nadie está exento del daño que hace la inflación y la pérdida de competitividad. Porque la inflación debemos reflejarla en los aumentos salariales, y esto va directo al costo. Tenemos aumento en los papeles, en la botella, en la energía, en todo, y al precio no se lo puede subir en modo equivalente a la inflación porque la demanda es inelástica al salario, y, como hoy la gente está con menos recursos para comprar, lo primero que corta es la compra de vino, que no es ni pan ni leche.
-¿Se han perdido mercados en el exterior?
-Hemos perdido algunos mercados y vamos perdiendo segmentos de precios. La Argentina antes era competitiva en el segmento de los US$ 18 la caja y exportábamos cantidades importantes a US$ 1,5 la botella, y hoy el país no es rentable por debajo de US$ 30 la caja. Entonces hemos perdido todo ese segmento que alimenta el 70% de la pirámide de consumo de vino en el mundo, en manos de exportar a granel y que sea embotellado en destino. Además de que uno pierde el control de ese vino, esto resta valor agregado a la economía regional, que cuando embotella genera mayor mano de obra.
-¿Cómo aguantan las bodegas esta difícil situación?
-Y... es muy complicado. Estamos aguantando con pérdida de rentabilidad, algunos reduciendo horarios; otros reduciendo sus planes de compra de uvas. En fin... achicándonos todo lo posible. Se han hecho todos los deberes para aumentar la productividad y por ese lado no tenemos mucho para hacer. En la sintonía fina, para la reducción de costos, tampoco queda mucho para hacer. Lo que viene después es la reducción de personal y espero que no suceda porque va a afectar a la provincia en general.
-¿Puede haber este año reducción de mano de obra?
-Es un riesgo que siempre existe mientras la rentabilidad de las empresas disminuye; porque las bodegas tienen que tratar de subsistir, ya que, si desaparecen, ya no es sólo reducción de mano de obra, sino desaparición de la fuente trabajo.
-¿Hoy no se está manteniendo ese ritmo de inversión?
-No, para nada. Incluso, muchas de las empresas que invirtieron en los últimos diez años están en venta.
-¿Eso implicará un retraso en la calidad del vino argentino?
-Es necesario seguir invirtiendo para mejorar la tecnología y ser competitivos. Espero que no quedemos fuera de calidad, las empresas hacemos un enorme esfuerzo para no perder esa tecnología que necesitamos, que no se produce aquí y que es difícil de ingresar por los altos aranceles.
-¿Cómo están las inversiones extranjeras?
-Hoy están totalmente frenadas. Y, si hay alguna, seguramente es más del tipo especulativo, que trata de adquirir baratas a algunas empresas.
-¿El Gobierno no los ve como un sector importante?
-Para el gobierno nacional, nuestra industria es irrelevante, aunque como economía regional es importante. Los US$ 1000 millones de exportación de vino no son nada al lado de los millones de la soja. Pero no somos irrelevantes en generación de mano de obra, ya que en forma directa e indirecta creamos 100.000 puestos de trabajo.
-¿Hacia dónde va entonces la vitivinicultura argentina?
-La vitivinicultura argentina navega en un mar de crisis, con mucha turbulencia, y esperamos que vaya hacia un puerto con mayor tranquilidad. Necesitamos que haya medidas de fondo para que se calmen las aguas y se recupere la rentabilidad y la confianza en el país. Así, vendrán inversiones y se plantarán viñedos de calidad.
-¿Quién gana los mercados que pierde la Argentina?
-Los gana Chile, en el caso de Brasil, donde captábamos 30% y 30% del mercado, mientras que hoy ellos tienen 42% y nosotros, 21%. Y en los otros mercados perdimos con Italia, Francia, España, Australia y Sudáfrica.
-¿Qué medidas debería tomar el Gobierno para solucionar esta situación?
-Controlar la inflación y poner un dólar más competitivo para la exportación. Las trabas que hoy tenemos se dan porque competimos con países que tienen subsidios para exportar. En la Unión Europea, hay fuertes subsidios para vender sus productos fuera de la Eurozona. Y hablamos de 1500 millones de euros, mientras que Wines of Argentina cuenta con apenas US$ 3 millones.