El intercambio comercial de alimentos muestra en los últimos 10 años un incremento del 170 por ciento. Aumento que seguirá creciendo según datos de la FAO. Desde ahí que muchos países importadores vienen ya implementando distintas políticas con el objetivo de garantizar la salud y seguridad de su población. Frente a esta exigencia, la trazabilidad es la herramienta para poder estar a la altura de dichos mercados. Para eso, la Argentina cuenta con la agricultura de precisión. Una tecnología incorporada a la maquinaria agrícola que permite ver el paso a paso de las materias primas desde que se siembra hasta su cosecha. Complemento necesario en la elaboración de los productos a exportar.
Este año empezará a regir de forma gradual los cambios aplicados en la Política Agrícola Común de la Unión Europea que entraran en vigencia en el 2016. Un análisis del Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA), recalcó que las modificaciones apuntan a fomentar la producción viable de alimentos y manejar de manera sostenible los recursos naturales. Frente a esto, afirmó que los países de las Américas, están obligadas a diseñar y fortalecer estrategias que fomenten la competitividad de su agricultura que incluye prestar atención a temas estratégicos en el ámbito mundial como la reducción de riesgos, la sustentabilidad ambiental, la promoción del asociativismo, la adopción de innovaciones y tecnologías y el desarrollo territorial. Cambios que no sólo se ven en la UE, sino también a nivel global, según informó el portal BAE.
Si se toma en cuenta sólo el punto referido a los riesgos, los mismos están ligados a lo: microbiológico; residuos de plaguicidas; utilización inadecuada de los aditivos alimentarios; contaminantes químicos, incluidas las toxinas biológicas, y la adulteración, entre otros.
Pero hay más instancias que demuestran la dureza de las fronteras. Una de ellas es conocida como política de riesgo cero. Se trata de aquellos países que tienen status libre de enfermedades, trazabilidad completa en todos sus eslabones, etiquetado de origen, entre otros. El problema surge cuando una nación, que tiene un status diferente, busca ingresar a éste mercado. Ante la posibilidad de que surja algún contagio, el importador en cuestión, aplica una política de riesgo cero.
Para el director de BIM (Business Issue Management), Gustavo Idígoras, y también ex agregado agrícola ante la UE, “la producción agrícola es el punto central de las economías de la mayor parte de los países en desarrollo, por ende, éstas medidas de protección de los alimentos revisten importancia fundamental”.
Argentina se encuentra hoy a la altura de las nuevas demandas. La agricultura de precisión es la tecnología que le permite diseñar la trazabilidad de sus materias primas. Un relevamiento del Proyecto de Eficiencia de Cosecha y Postcosecha de Granos, del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuria (INTA), destacó los equipamientos con que cuentan las máquinas agrícolas. Todas cargadas con distintos software cuyos datos almacenados le permite al agricultor no sólo bajar sus costos y aumentar su productividad sino también su eficiencia. Y es precisamente esta eficiencia lo que marca la trazabilidad de los agroalimentos, dado que a partir de ella se pueden registrar datos georreferenciados de todas las actividades que se realizan en la producción como la siembra, pulverización y cosecha. Esa información obtenida después se corrobora directamente con los antecedentes del producto y se confecciona un historial que contiene datos en las distintas etapas del proceso productivo. Éste incluye fechas y horas, ubicación geográfica, volumen de aplicación (herbicidas, plaguicidas, fertilizantes, semilla, enmiendas, etc.), personal que manipula el producto en cada etapa y la variedad, etc.
Si se toma como ejemplo el trabajo que hacen en el campo las pulverizadoras (esparce plaguicidas o herbicidas), la computadora puede dar registro de la aplicación que se realiza en los cultivos, lo que no es más que un certificado al determinar el lugar, el producto que se utilizó y la dosis. Además en poco tiempo se podrá contar con el registro de las condiciones ambientales en la cuales se inyectó dicho producto.
En definitiva, el campo argentino demuestra que cuenta con las tecnología avanzada que garantiza la protección de los consumidores y detecta las fallas en la seguridad alimentaria, todos mecanismos que a nivel global son cada vez más demandados.