En distintos ejemplos, suele hablarse de la calma chicha. En materia cambiaria, este verano está claro que tenemos ello.
Se trata de una calma que de a poco está destruyendo la actividad económica empezando con los actores de las economías regionales y siguiendo con los de la pampa agrícola.
¿Puede ser ésta la calma que precede a la tormenta? Seguro.
La cuestión es saber estimar cuándo vendrá la tormenta. Acá a “seguro” se lo llevan preso.
Las herramientas para este presunto logro, la utilización del tipo de cambio, como ancla y el endeudamiento de corto plazo del Banco Central. Ambas herramientas, lo muestra la historia económica, terminan dando resultados nefastos.
Con los valores actuales más los derechos de exportación con alícuotas del 35% y un dólar que no llega a $9 por unidad, la actividad agrícola enfrenta un panorama desolador.
Las opciones agrícolas tan necesarias para la sustentabilidad del negocio atraviesan un cuadro de peor condición porque a todo lo descrito se le unen las restricciones a la exportación.
De no aparecer un imprevisto –positivo para los precios- desde el plano internacional, a partir de abril veremos desprenderse de la cadena de valor agrícola a muchos actores, sobre todo a los que están en el eslabón de la producción. Prácticamente sin agonías, las bajas serán abruptas.
Los más pequeños sufrirán especialmente. La combinación de elevadas alícuotas en los derechos de exportación y un peso muy apreciado (por la irresponsable política económica que no ataca la inflación) es un fenómeno nunca visto en la historia de nuestro país.
Las consecuencias se patentizarán en dos o tres meses.
Mientras tanto, la soja sigue con sus precios deprimidos en el plano internacional. El valor del contrato de Chicago hoy se acerca a tan sólo u$s 350 la tonelada.
La cosecha extraordinaria de EE.UU. sigue forzando las bajas. Pero donde han empezado a surgir dudas es en el volumen que recolectaría Brasil en breve.
Sudamérica está ingresando a la escena comercial con excelentes perspectivas; con una Argentina mostrando muy buena evolución en sus cultivos.
Sin embargo, no está del todo claro el efecto que produciría la falta de humedad en Brasil.
Safras & Mercado ha reducido la cifra de producción estimada de soja en la nueva campaña. En lugar de 95,90 millones de toneladas, ahora calcula 95 millones. La reducción es menor. Pero no todos están de acuerdo con tan escasa baja.
La consultora Carlos Cogo ha recortado su estimación desde 95,80 a 93,40 millones de toneladas.
Las zonas afectadas por la escasez de lluvias serían el sur de Goiás, el oeste de Paraná y el oeste de Bahía. El próximo 12 de febrero la CONAB publicará su estimación y allí tendremos una idea más clara al respecto.
Podría darse un escenario de continuidad en la falta de lluvias que promoviera un recorte adicional. Habrá que esperar…