Negar que ha habido impacto, así como desconocer que el encuadre ha sido negativo para el Gobierno, suena poco creíble. Y además el oficialismo seguramente no pasará a la historia en los manuales de buenas prácticas en comunicación de crisis.
Pero no es menos cierto que sus recuperaciones en la opinión pública fueron muy significativas en el tiempo y eso sí ha sido su virtud pragmática. Si se define la comunicación política como el intento de control de la agenda pública, el kirchnerismo hizo, hace y hará todo el intento de demostrar empíricamente cuánto cree en esa tesis.
Recuperar consenso ha sido siempre una empresa de mediano plazo. Ahí está el quid de la cuestión y el gran interrogante, dado que el escepticismo es alto en cuanto al esclarecimiento del caso. ¿Todo se reduce al tiempo? No. Aparecen así elementos y actores por considerar que hacen mirar con prudencia el desenlace electoral presidencial.
Cito una serie de elementos dinámicos e impredecibles: cómo siga reaccionando el Gobierno frente a la gestión del hecho y en la gestión fuera del hecho; cuánto avance la Justicia para el esclarecimiento, porque una cosa es el rechazo a un asunto y otra cosa una evaluación genérica para con un gobierno.
Hace rato que la Argentina venía evidenciando ser parte de la tendencia regional de las últimas elecciones presidenciales (a excepción de Bolivia): alta competitividad electoral, uso del ballottage donde éste existe institucionalmente y -en casos como Colombia y Brasil- hechos disruptivos que alteraron la tranquilidad del proceso electoral. Todo lo que está aconteciendo potencia esa tendencia.
1. En términos electorales, el gran ganador de estos días es el "no sabe/no contesta", vale decir, posturas especuladoras por parte de la ciudadanía ante la falta de certezas. Es evidente un descenso del Gobierno y no menos evidente que nadie de la oposición ha capitalizado el hecho. Y aunque esto sea transitorio, aun los actores de la oposición también han descendido levemente. Vaya un detalle de opinión pública: el descontento con la gestión del caso desde el Gobierno supera holgadamente a la mitad de la población. ¿El descontento por la postura sobre el caso de los partidos de la oposición? También.
2. En sistemas políticos con partidos atomizados o que no gozan de estabilidad, la discusión no se polariza, sino que se disgrega, máxime frente a las PASO, que, por definición, son una competencia de todos contra todos. No hay que olvidar que el kirchnerismo tiene una fuerte porción electoral sustentada en una concepción identitaria que sigue y seguirá leyendo el hecho en clave ideológica. Lo mismo que el tercio más opositor -igual de opositor con o sin el caso Nisman-.
Así es como el oficialismo podrá descender algo, pero en el primer desafío electoral es altamente probable que siga siendo un actor competitivo, y ni hablar si hay una contienda interna entre los dos candidatos con más chances de consolidar ese espacio: Scioli y Randazzo. Por eso la decisión electoral de Macri con Carrió (más allá de los votos que ella aporte) es oportuna en su cálculo porque se desprende de una lectura de escenarios de nichos discretos, donde las individualidades no crecen si no es con alianzas con otras individualidades.
3. Pero si el caso afectó al Gobierno, nada quiere decir tempranamente que represente una migración electoral automática hacia la oposición. Ni tampoco la aparición de nuevos temas. Pasada una década, ¿hay algún tema que no haya explorado la oposición al día de hoy? No. Todo ha sido usado y con igual resultado, sean temas concretos o temas abstractos. No hay más y nuevas demandas, salvo -claro está- que éstas se tornen más punzantes. El Gobierno ya padeció reclamos masivos con marchas como el 18-A y 18-N por demandas asociadas a la institucionalidad (anticorrupción y justicia). Por lo tanto, hay más una variación y radicalización de la intensidad de los reclamos (o de algunos reclamos) que la aparición de nuevos.
Nuevamente se evidencia que la visibilidad y chances de la oposición no se cristalizan por acciones propias, sino por un descenso de la performance del oficialismo en determinados momentos, que se convierte en la variable independiente que posibilita o no que la oposición se erija con temas relevantes. Así pasó tras 2009 y 2013 y habrá que ver qué sucede de ahora en más.
4. A ello se agrega, desde el análisis de la geografía del voto, que el centro es crítico para el oficialismo y fértil para la oposición. Es verdad, pero en cada provincia central, quien tiene chances de ganar es un actor opositor diferente, mientras que el peronismo-kirchnerismo sigue siendo un actor descollante en el NEA, NOA, parcialmente en la Patagonia y especialmente en la poderosa provincia de Buenos Aires.
Por todo eso no hay que confundir la intensidad de los debates con los movimientos electorales. Pueden coincidir, pero sólo el tiempo dirá.
El autor es especialista en estrategia y comunicación política
Papelón por el video de un falso Lagomarsino
El video comenzó a circular temprano en las redes sociales con un supuesto Diego Lagomarsino en primer plano, incluso mirando a la cámara, durante una marcha de reclamo por las víctimas de Cromagnon.
Desde las usinas kirchneristas se propagó la imagen, como una prueba de lo que había denunciado José Iglesias, padre de un joven fallecido en la tragedia de Once, sobre la supuesta participación de Lagomarsino como espía.
El video incluso fue publicado por el portal de noticias Infonews, donde se intentaba probar la presencia de Lagomarsino en la marcha.
Todo terminó en un nuevo papelón. "Aclaro que el que aparece en el video de la marcha de Cromañón no es Lagomarsino. Soy yo", tuiteó el protagonista de la imagen difundida por el kirchnerismo, el periodista Pablo Plotkin, editor de la revista Rolling Stone.
"En cuanto a lo que denuncia Iglesias, ignoro si me confundió con Lagomarsino. Eso sí: nunca saqué fotos en una marcha de Cromañón", insistió Plotkin, y agregó que sólo habló con Iglesias "por teléfono y lo vio brevemente en Tribunales".