Curiosamente, esta nota se refiere a la devaluación del Euro, promovida por la emisión, en 19 meses, de €B 1,14. O sea: “Yo no daría casi nada por un Euro”. El nuevo Plan del BCE no cuenta con apoyos en Alemania; se prolonga en el tiempo más de lo aconsejable; no resuelve la cuestión griega y -pese a su aceptación por economistas no ortodoxos- tiene sus bemoles. La sola imitación, tardía, de lo actuado por la Reserva Federal, no garantiza el éxito, ya que las economías particulares de la Zona tienen autonomía fiscal (y, parcialmente, crediticia) y no todas tienen papeles “investment grade” (o buenos proyectos de inversión).  ¿Serán suficientes, para la esclerosis, un Euro débil y tasas negativas?. ¿Quí lo sa!. Tantas manos en el plato…

Momento de decisión

Desde que estalló la crisis global en 2008, hubo diversas reacciones y, ¿por qué no decirlo?, también, demoras en las reacciones.
China, desde el primer momento, inyectó gasto público en infraestructura, lo que ayudó a mover la economía mundial (revival del previo boom de commodities), pese a que generó un proto-sistema financiero interno desdoblado, sujeto a fuertes diferenciales de tasas, (sobre todo en las que se pagan en el “discriminado” sector privado), alta volatilidad y cierta desregulación -no autorizada- de mercados que ya no responden a patrones de política local (ni el PC las maneja).

Por su parte, la Autoridad Monetaria americana, la FED, en diciembre de 2008 llevó la tasa de referencia a mínimos históricos (0,00-0,25%) y multiplicó la liquidez a través de la estrategia de QE (relajamiento monetario), mediante la compra masiva de Bonos, tanto soberanos como privados, emitiendo dólares; amén de unas cuantas estatizaciones que siguieron a la caída de bancos (las pérdidas se socializaron).

Por su parte, la Unión Europea se preocupó por los países débiles que no habían efectuado ajustes, hizo múltiples planes de salvataje (más en Grecia) pero, en lo que hace a política monetaria, se mantuvo fiel, por lo menos en la era Trichet, a los postulados ortodoxos, abonados por la austeridad alemana, que consideraba que los restantes miembros de la Zona debían hacer los ajustes, tal como habían hecho los germanos, aún desde la época del anterior Canciller Socialdemócrata. “¡Vagos!”, pensaron.

Con la llegada de Súper-Mario Draghi, comenzaron las polémicas con respecto a consolidación patrimonial de bancos versus auxilios financieros, que bajen las tasas de los países más endeudados, a fin de que a estos les cueste menos la renovación de sus Bonos y por ende generen espacio a la reactivación y a los nuevos proyectos de inversión.

Siempre estuvieron presentes la hegemónica austeridad alemana, el miedo a la inflación (no a la recesión) y el “entripao” acerca de qué hacer con los rebeldes griegos.

Ya en los últimos días y, a raíz de que la economía de la Zona no arranca; el desempleo afecta a 18 millones de personas (11,5%); las peleas entre Draghi y el Bundesbank consumían preciosas horas y esfuerzos inútiles, y a la luz de que -luego de la suspensión de la política monetaria expansiva norteamericana- el Dólar había comenzado a revaluarse, el BCE decidió adoptar el plan de compra de Bonos, anunciado el jueves.

Ya en la primera semana de enero, la debilidad del Euro era notoria: había caído de U$S/€ 1,39; a mediados de marzo de 2014, a 1,18; o sea un 18% en nueve meses. El cierre del pasado viernes fue de apenas 1,12. O sea que después del anuncio, la caída –entre puntas alcanza al 24%.

Previo al anuncio de Mario, se conoció la flotación del Franco Suizo y su devaluación casi automática: el Banco Nacional de Suiza le quitó un impuesto a la tenencia de Francos (con respecto al Euro); recortó las tasas para los depósitos de extranjeros y las dejó en – (menos) 0,75% con lo cual, (pese a que llegó a dispararse 28%) finalmente, en un solo día, la moneda se desvinculó del Euro y se abarató prácticamente 18% en relación al Dólar. Menos activo de refugio y, a cambio, más competitividad en el mercado de la Eurozona.

¿Qué hizo el BCE?

El Banco Central Europeo, junto con los Bancos Centrales de cada país de la Zona, entre el 1 de marzo de 2015 y el 30 de setiembre de 2016, inyectarán M€ 60.000 por mes (algo así como U$S B 1,57 en 19 meses), en la compra de Bonos soberanos, deuda emitida por instituciones europeos y papeles del sector privado.

Las compras incluirán combinaciones de deuda pública por € M 45.000 y privada, por M 15.000. Las adquisiciones de cada nación se ejecutarán de acuerdo con la cuota de capital de cada país en la Eurozona.

-Un 20% de las compras estará sujeto a un riesgo compartido: 12% a cargo de las instituciones bancarias y 8% por el propio BCE. El 80% restante será a riesgo de cada banco. Se supone que ya deberían estar seguros de lo que compran, luego de tantos tests a los que han sido sometidos. No se sabe si el Bundesbank usará todo “su share”, porque es austero. Como Angie.

- Sólo se contempla la compra de papeles de “grado de inversión”, por lo que están excluidos países como Grecia, cuyos Bonos son considerados basura. Podría acceder al esquema, más adelante, si su gobierno consigue refinanciar Títulos que vencen entre marzo y junio. El BCE compró demasiados Bonos de ese país, en 2010/11, por lo cual sus tenencias exceden la cuota por país, que se estableció en el reciente Programa. Esto podría cambiar a partir de julio. Por algo, se anunció tres días antes de las elecciones (¿advertencia?).

- La meta es que la inflación de la Eurozona se aproxime al 2% anual (actualmente 0,38%).

-Las compras de deuda se pueden extender más allá de setiembre de 2016, si es que no se ha conseguido una inflación próxima al 2% anual, en 12 meses consecutivos..

- El BCE también rebajó los intereses que cobra en sus préstamos a 4 años, a los bancos (ahora son del 0,1%).

Por supuesto que los economistas no monetaristas festejan la medida, aunque dicen que llega tarde. La Canciller Merkel, que obviamente no está muy de acuerdo con el Plan ya que siempre rechazó la creación de un Eurobono (y lo anunciado es un pequeño pichón del animalito que ella no quería alimentar), no dejó de recomendar cambios estructurales, desregulaciones laborales y más ajuste, para que el Plan lanzado llegue a buen puerto.

Opinión

Modestamente, nos permitimos recordar que sería muy conveniente que Alemania funcionara -en sus cuentas externas- como lo vinieron haciendo los Estados Unidos para el mundo, en los últimos años, es decir generando desequilibrios en cuenta corriente, que fueran síntoma del des-ahorro de los austeros y de la inyección de recursos en proyectos privados genuinos, adecuadamente evaluados por los que financien. De esa manera, se  reduciría la propensión a ahorrar de los ricos y habría inversiones en los países más pobres.

Obviamente, el Plan de Draghi va en el buen sentido, siempre que aparezcan dichos proyectos genuinos, preferentemente orientados a los mercados externos y radicados en los países con más desempleo, más endeudamiento y en algunos casos, altos déficits en la cuenta corriente externa.  Cambiar Euros por deuda, es menor costo, pero no es magia.

Está claro que no sabemos a qué valor terminará la paridad Dólar-Euro, pero es obvio que asistiremos, por un año y medio o dos, a un Dólar fuerte (menor competitividad americana y, por ahora, china) y a un Euro débil (fuertes incentivos para exportar y abaratamiento de activos locales y salarios, medidos en moneda externa, para atraer inversiones).

Sería complicado si los que tienen desarrollada competitividad exportadora, poca deuda y ahora los incentivos de una moneda débil, siguen recibiendo los beneficios del Plan, mientras los Bancos Centrales de los países más débiles continúan sufriendo los riesgos, por la baja competitividad de sus economías y por proyectos de inversión poco razonables.

En nuestra modesta opinión, no debió anunciarse una facilidad crediticia tan prolongada. La Zona del Euro no es igual a los Estados Unidos, ya que los países son autónomos, en materia fiscal y, parcialmente, en materia crediticia. La sola regla de comprar Bonos con grado de inversión, no garantiza demasiado. Debió haberse iniciado un Plan de 6 meses, con la posibilidad de aumentar el monto emitido, (en caso de éxito) o la de reducir la cuota de atribución a los países que no consigan los suficientes papeles con grado de inversión.

En una palabra, se tardó mucho en iniciar el Plan y después se lo hizo con más énfasis que el recomendable, sobre todo para una facilidad que aparece a desgano, en una economía productiva muy deteriorada y que va a necesitar de un Euro débil por demasiado tiempo, es decir salarios muy bajos en dólares, que no todos estarán dispuestos a soportar.

Finalmente, resta la discusión sobre la asimilación o no de Grecia, luego de las elecciones del día de ayer y cuando se muestre en julio su capacidad de seguir o no las directivas del Plan.

A ese respecto, difícilmente sea “echada”. Pero tampoco se la financiará, en el caso de que un gobierno rebelde induzca al incumplimiento de metas ya acordadas y al mismo tiempo pretenda permanecer en la Zona.