Históricamente, el algodón ha representado un cultivo de significativa relevancia social, política y económica en las provincias del norte del país, debido al impacto que generan las actividades involucradas en su producción, cosecha, desmote y posterior transformación.
Diana Piedra, Directora regional INTA Chaco – Formosa indicó que “es indispensable identificar, analizar y caracterizar a esta economía regional así como reconocer fundamentalmente la heterogeneidad del sector primario ligado a la producción del textil, para así desarrollar, investigar o transferir tecnología apropiada”.
Consideró que durante los últimos años, el sector algodonero argentino reflejó una serie de cambios bajo la influencia de diferentes factores, tales como aspectos climáticos, políticos, económicos, tecnológicos y sociales.
Durante los primeros años de la década del ’90, y fundamentalmente debido a mejores precios en el mercado internacional, se alcanzaron registros históricos en cuanto a superficie sembrada, producción y volúmenes exportados, superándose el millón de ha sembradas con algodón y lográndose los mayores volúmenes en cuanto a producción y exportaciones de fibra.
Sin embargo, a fines de la década del ’90, la caída en los precios internacionales, el incremento en la volatilidad de los mercados, el posicionamiento tecnológico de la soja, sumado a la ocurrencia de adversidades climáticas en las principales provincias productoras provocaron la desaceleración y eventual parálisis y retroceso de la actividad algodonera nacional.
Luego, a partir de la campaña 2002/03, en la que apenas se sembraron unas 150.000 ha, Argentina comenzó un período de recuperación de la superficie destinada a la siembra del textil, alcanzando, por ejemplo, en la campaña 2011/12, unas 620.000 ha y produciendo poco más de 1.000.000 ton de algodón en bruto.
Esta recuperación del área debería explicarse no solo por los precios más altos evidenciados, al menos superiores al promedio para el largo plazo de 72 ctvs US$/libra, fundamentalmente desde 2009/10 en adelante, sino también por una serie de cambios en los sistemas productivos, como resultado de la generación y adopción de nuevas tecnologías para el algodón.
Puede concluirse, entonces, que el sector algodonero argentino se ha caracterizado por una marcada inestabilidad con períodos de crisis alternadas con temporadas exitosas, lo cual afecta la competitividad de esta economía.
Por ello, y para mejorar la competitividad y sustentabilidad de esta cadena, es primordial gestionar, generar y transferir tecnologías partiendo de líneas de investigación definidas en base a un profundo conocimiento de las condiciones ambientales de la región algodonera, en términos de singularidad de los territorios en donde se cultiva el algodón.