Mantener la presión de las malezas en niveles económica y ecológicamente sustentables hoy cuesta bastante más caro que pocas campañas atrás. Las especies resistentes y tolerantes a diferentes herbicidas están generando gastos extra en todos los cultivos, aunque la más afectada es la soja.
Un grupo de técnicos de la zona central del país, donde el problema de las malezas difíciles se viene agravando, detallaron, en diálogo con Clarín Rural y con planillas en mano, cuánto cuesta manejar a las viejas conocidas y a las nuevas especies problema.
Luis Negruchi, que tiene base en Venado Tuerto, Santa Fe, pero que extiende su área de trabajo también al norte de la provincia de Buenos Aires, señala que el incremento del gasto en herbicidas para el manejo de malezas problema creció en el orden del 100% al 150%.
“Se pasó de gastar 50 a 70 dólares por hectárea en la campaña 2012/13 a presupuestar gastos de 100 a 170 dólares en esta campaña, dependiendo del problema que haya en el campo”, detalla.
En la zona en la que trabaja el técnico, los mayores problemas de control se producen con el yuyo colorado resistente y la rama negra, que son especies que están teniendo muy alta presión en los lotes, aunque también aclara que son crecientes las consultas por casos de Chloris y Trichloris.
Negruchi explica que este aumento de los costos en soja está dado por la adopción de más diversidad de herbicidas, pero que también son más caros.
“Actualmente, el gasto de herbicidas representa un 35% del costo de la soja”, manifiesta. Y advierte, por otra parte, que los productores, en la mayoría de casos, “reaccionan” cuando la problemática en el lote es de gran magnitud y son aislados los casos de los productores que deciden tomar acciones preventivas como parte de su estrategia de manejo.
“Recién este año, cuando los problemas con las malezas ya son muy evidentes, como no lo fueron anteriormente, los productores se está llevando el primer golpe de efecto”, manifiesta el técnico. Como parte de las estrategias “defensivas”, dice, hay un mayor uso de herbicidas residuales y graminicidas.
“Hasta el momento, el manejo del problema depende de los insumos, pero la cantidad de productos se acaba y la siguiente etapa estará atada a buenas estrategias de manejo”, vislumbra. Y hace hincapié en la importancia de abordar esta problemática con una “visión sistémica”, tanto a nivel de lote como a nivel zonal.
En otra zona, hacia el sudeste cordobés, José Luis Zorzín, asesor privado de empresas agropecuarias e integrante de Aapresid en Marcos Juárez, detalla, con precisión, cómo vienen incrementándose los gastos en herbicidas.
“Hace cinco campañas atrás, aproximadamente, con un manejo tradicional de herbicidas, sembrando una soja RR más varias aplicaciones de glifosato, se gastaba en todo el ciclo unos 40 dólares por hectárea”, aporta con precisión. Y agrega: “Los primeros problemas surgieron con la llegada de la rama negra. En esos casos, con aplicaciones de 2,4-D, además de mayores dosis de glifosato por hectárea y el uso de residuales y hormonales, el gasto subió 1,85 veces respecto al tradicional. Los siguientes problemas fueron las gramíneas resistentes, como Eleusine indica o Echinochloa colona. Para estas especies, el manejo implicaba herbicidas preemergentes, residuales y post emergentes, con lo cual el gasto se elevó 2,45 veces”.
Sin embargo, en el sudeste cordobés, ya se registran también muchos casos de lotes atacados por el yuyo colorado.
“Con un media infestación de yuyo colorado, lo cual es una situación muy común por esta zona, el gasto en herbicidas se eleva 2,8 veces por sobre el manejo tradicional, y si la infestación es alta puede aumentar el gasto hasta más de 4 veces”, afirma Zorzín.
Como factores a favor, el técnico dice que no aumentaron la cantidad de aplicaciones totales de productos que se hacen por hectárea y se nota, además, más conciencia por parte de los productores para rotar principios activos. En este sentido, el técnico cordobés agrega que el manejo cultural de las malezas, como son las rotaciones con gramíneas, los cultivos de cobertura o el cambio de la fecha de siembra, son buenas estrategias que complementan al uso de los herbicidas.
Y concluye con una comparación clave: “Actualmente, aquellos lotes con problemas de rama negra, media infestación de yuyo colorado y manchones aislados de gramíneas resistentes, gastan unos 166 dólares por hectárea para los controles. Esta, que es una situación muy común en mi zona, implica unos 2,7 quintales más de soja en gasto de herbicidas, teniendo en cuenta el precio actual del grano”.
Un tercer conocedor, Diego Pérez, asesor de los grupos Gálvez y Las Petacas, de CREA, muestra cifras muy claras, como sus colegas.
“En cuatro campañas se pasó de un gasto, por un control tradicional, de 60 dólares por hectárea, a gastar 90 dólares, sin contar la aplicación”, dice. En los casos que maneja, Pérez dice que la principal estrategia que se busca instalar es la “preventiva”, combinando el uso de agroquímicos y un manejo cultural de las malezas con achicamiento de hileras, cambios en la fecha de siembra o la elección de cultivares de soja más foliosos que cierren rápidamente el entresurco para limitar la llegada de luz a las especies invasoras.
Pero las acciones preventivas también implican otras tácticas de manejo.
“Antes se hacían unas cinco aplicaciones de herbicidas en todo el ciclo de la soja y ahora con el fin de controlar a las malezas en estado de plántula se hacen entre ocho a nueve aplicaciones”, advierte el técnico.
En esta región, el aumento del gasto en diversos herbicidas es alto y representa un 40% de los costos directo de sembrar soja. Considerando que al gasto de herbicidas (90 dólares por hectárea) se le agregue el gasto de aplicación (25 dólares más por hectárea), Pérez sostiene: “Si estás en el negocio de alquiler de campos, en el que el margen que se pretende por hectárea es, aproximadamente, 120 dólares, con este aumento de costo para el manejo de malezas, un productor se queda afuera del negocio”.
Más claro, échele agua.