Por Fernando Bertello

En el campo de Jaime Brouard, ubicado en Monte Ralo, en el departamento cordobés de Santa María, en suelos con más de 20 años de siembra directa, los problemas de malezas comenzaron hace cuatro años. Llegaron y se dispersaron con las cosechadoras. Y Borreria verticillata se convirtió al poco tiempo en la más complicada para el control. Desarrolló rodales de gran extensión y mucha superficie. En la zona muchos productores se encontraron con la maleza muy avanzada. "Desde la aparición del problema se realizaron de los más variados y costosos tratamientos químicos sin resultados satisfactorios en ninguno de los casos", recordó Brouard.

¿Qué hizo entonces? Hizo tripas corazón y en la campaña pasada movió 235 hectáreas. Utilizó un cincel con rejas ideadas por él, más cuerpos de rastra de dientes y un rolo en las 200 hectáreas que tenían la maleza perenne, presente en el lote desde hacía unas campañas y que resultaba muy compleja para el control químico. En las restantes 35 hectáreas usó una rastra excéntrica.

"Los resultados de la labor con el cincel modificado fueron excelentes. En una campaña controlamos casi la totalidad de las plantas de Borreria provenientes de Xilopodio, a las cuales los tratamientos químicos no les hacían absolutamente nada, y pusimos fin al avance descontrolado de la maleza", destacó Brouard.

Su experiencia refleja dos fotos actuales. La primera, el incesante crecimiento de las malezas. Se estima que sólo con problemas de difícil control o resistentes y tolerantes hay más de 10 millones de hectáreas afectadas.

La otra foto es que ante el problema hay productores que deciden mover los lotes luego de años de siembra directa. Ya en julio pasado un trabajo de la Bolsa de Cereales de Buenos Aires alertó que la siembra directa bajó de un 94% de participación sobre el área total a un 92 por ciento.

El campo de Brouard entró en siembra directa en 1992. Es un partidario de este sistema. De hecho, reconoce que "siempre que se mueve el suelo existe un daño estructural, se acelera la mineralización de la materia orgánica y hay pérdida de nutrientes". Pero justifica los movimientos para "situaciones críticas".

"Lo importante es no abusar de los movimientos y utilizarlo como complemento en situaciones críticas en las cuales la productividad del campo se ve afectada. Con una adecuada rotación y la siembra de cultivos de cobertura invernal se contribuye al rápido restablecimiento de las condiciones del suelo", sostuvo.

Como Brouard, otros productores han recurrido a mover lotes y abrieron el debate. ¿Es correcto volver a utilizar implementos de labranza para afrontar esta problemática? ¿Cuáles son los costos y beneficios de roturar el suelo tras años de siembra directa? ¿Es un recurso de emergencia válido cuando la maleza se salió de control y los tratamientos químicos no dejan los resultados esperados?

"No hay justificación a tirar muchos años de siembra directa", subrayó Gustavo Duarte, consultor. Duarte admitió: "Es verdad que hoy se necesita ser más prolijo en el timming del control y que situaciones desbordadas pueden reclamar una labranza ante la imposibilidad de corregirla o como en el caso extremo de desborde de yuyo colorado resistente".

Roturar puede ser un paso atrás para el suelo porque se rompe la estructura, la microporosidad y capacidad de almacenar agua que se generó con la siembra directa. "Si el año viene húmedo tal vez no lo notes, pero si es seco vas a sufrir como loco", ilustró el asesor Juan Pablo Ioele.

La postura de Aapresid, representada en su presidenta, María Beatriz "Pilu" Giraudo, es que "debe evitarse la remoción de los suelos debido a que se alteran y/o pierden las mejoras en la fertilidad física, química y biológica de los suelos que otorga el sistema de siembra directa".

Los productores parecen querer conservar la directa, pero hay casos donde las circunstancias, con plantas perennes de varios años, los pasaron por encima. También influye el costo de los tratamientos químicos.

Desde Entre Ríos, Rolf Muller explicó que con los productores que asesora se busca afrontar la problemática de las malezas con herbicidas sin romper lo que se hace en directa. "Las razones principales de esto tienen que ver con el cuidado de la cobertura, que acá nos pasa la factura el no tenerla", contó.

Sin embargo, reconoció que pueden haber lotes que se van a tener que trabajar porque presentan problemas, por ejemplo en el norte provincial, de Chloris.

"Creo que la base va a seguir siendo el herbicida, con estrategias diferentes, pero tenemos que pensar en otros modelos, más rotación, algo de cobertura, más cultivos de invierno y, en algún caso, probablemente un trabajo convencional corto para volver luego a la directa", afirmó.

Algunos técnicos creen que si se llega al punto de mover el lote es porque no se rotaron cultivos y se manejó mal el control químico en los momentos adecuados. "Nunca diría que muevan el suelo; siempre hay formas de prevenir el enmalezamiento. Creo que hay lotes y en algunas zonas puntuales que el productor lo justifica porque no le queda otra. Pero esa situación es la peor situación de todas", dijo Andrés Méndez, técnico del INTA Manfredi.

En Monte Ralo, Córdoba, un equipo con cincel modificado, rastra y rolo rumbo a un lote con años de siembra directa. Foto: Familia Brouard

 

Motivos

La lista de motivos por los cuales hay productores moviendo los lotes tiene, no obstante, puntos más variados. Diego Ustarroz, especialista en malezas del INTA Manfredi, detalló los siguientes casos:

Campos alquilados tarde con muchas malezas tolerantes a glifosato en donde el control químico es caro y parcial.

Establecimientos que realizaron dos tratamientos fallidos sin buen control o con malezas perennes en donde el año anterior no lograron el cultivo con control químico.

Productores que tienen malezas perennes por rodales para las que no tienen alternativas de control en postemergencia del cultivo. Se hacen labranzas sectorizadas.

Otro problema, por ejemplo en el centro y norte de Córdoba, es la menor siembra con trigo y las siembras muy tardías de maíz. "En las siembras tardías de maíz se cosecha en agosto y la aplicación del barbecho sobre especies como rama negra se hace en octubre con la maleza muy grande", advirtió Ustarroz.

 

Un escenario complejo

Más hectáreas afectadas

Se estima que en el país las hectáreas con problemas de malezas difíciles para el control supera los 10 millones de hectáreas

 

Decisiones difíciles

Hay productores que frente a una maleza avanzada apuntan al control mecánico. Entre los técnicos hay coincidencias en que si se llega a ese punto es porque no se rotaron cultivos y se manejó mal el control químico.