La reducción del área sembrada y de la producción de trigo en la Argentina, por el impacto de las políticas comerciales que encerraron al cultivo, provoca una caída del valor agregado por la cadena comercial de 2.544 millones de dólares, al pasar de 5.500 millones en el ciclo 2007/8 a 2.956 millones en 2013/14, según un estudio de los Consorcios Regionales de Experimentación Agrícola (CREA). Hay otro dato que preocupa: en la campaña 2007/8, el cereal representaba el 2,46% del PBI y en 2013/14 cayó a 1,87%.
En los últimos diez años, el área de siembra del cereal se derrumbó. En el ciclo 2001/2 se implantaron 7,1 millones y esta campaña, en cambio, 3,7 millones de hectáreas. En ese mismo período, la producción se redujo de 15 millones de toneladas a 9,2 millones de toneladas en el ciclo 2013/14.
El repliegue del trigo surge como consecuencia de la incertidumbre para la comercialización y de la pérdida de precio acaecida en los últimos años.
Las exportaciones del cereal cayeron a pique. En la campaña 2013/14 se embarcaron 1,9 millones de toneladas, una cifra que quedó muy lejos de las 9,4 millones de toneladas que se exportaron, por ejemplo, en el ciclo 2007/8, cuando el mercado funcionaba sin restricciones.
Las limitaciones en la operatoria comercial del cultivo vienen provocando descuentos en el precio que reciben los productores, que alcanzan los 70 dólares por tonelada en la actualidad, si se compara el valor recibido y la paridad teórica con el precio internacional. En casos extremos, directamente el trigo no se puede vender por ausencia de compradores en la región.
Como resultado de las condiciones en que trabaja el mercado, hoy el trigo argentino es el más barato del mundo (cotiza a 125 dólares por tonelada contra 285 dólares del FOB Golfo), lo que genera quebrantos para los productores que obtienen rindes promedio.
Las distorsiones que provocan estas políticas comerciales hacen que en este momento la mercadería de la región triguera norte sea más barata que la que se puede vender en enero de 2015, por la actual falta de compradores ante la ausencia de permisos de exportación y la retracción de la demanda interna sobreabastecida. En este contexto casi todos los agentes económicos vinculados a la cadena de valor del trigo pierden.
El sistema productivo argentino también se resiente por esta pérdida de área sembrada. En la campaña 2000/01, el trigo ocupaba el 28% de la superficie agrícola y la soja el 45%. En el ciclo 2013/14, el cereal cayó al 12% y la soja subió al 65%, un cambio que no favorece la sostenibilidad de los planteos agrícolas.
La falta de mercadería y las trabas a la exportación determinan que caigan significativamente las ventas a Brasil, el principal socio del Mercosur y un destino con muchas ventajas para la Argentina, que ha sido conquistado por Estados Unidos, para beneplácito de los productores de Kansas.
Cuando se retome la senda ascendente de la producción y de las exportaciones, probablemente cueste vender nuevamente a Brasil y sea necesario ir a destinos más lejanos, con más flete y con precios de remate.