NUEVE DE JULIO.- "Las hojas verdes y vivas son las que más interesan porque son las que aportan mayor calidad a la ración. Son las preferidas por los animales, las que mejor convierten recursos ambientales y las que generan mayor crecimiento de materia seca", dijo el director de la Escuela de Pastores, Juan José Amadeo.
Para entrar en contexto, cabe explicar que una pastura es un cultivo que está compuesto o formado por una o varias especies forrajeras, la mayoría perenne. Algunos llegan a vivir más de 30 años.
Estas especies pueden ser gramíneas o de hoja angosta (como festuca, agropiro, cebadilla, raigrás, pasto ovillo, etcétera) y leguminosas (como alfalfa, lotus y tréboles, entre otras).
Precisamente, la primera parte del curso se centró en el manejo de gramíneas, que son las más comunes, dijo Amadeo. "Nosotros, como productores, queremos que las pasturas produzcan mucho pasto para los animales. En cambio, las especies forrajeras tienen como objetivo asegurar su persistencia mediante la formación se semillas para continuarse. En síntesis el ciclo de crecimiento de las gramíneas es muy simple y está basado en la producción de hojas, cañas, flores y semillas. Ésa es la función y el objetivo de la planta", señaló el profesional.
Agregó que para el ganadero, el mayor interés es la primera parte del crecimiento: la generación de hojas. "Entonces, intentaremos mediante manejo que sólo se formen hojas y que además esas hojas estén verdes y vivas", sostuvo el director de Gentos.
Por último, Amadeo aclaró que esta explicación sobre las gramíneas perennes es aplicable también para los verdeos de invierno como avena, raigrás, triticale, centeno, cebada, trigo, etcétera, que son gramíneas anuales.