El Gobierno comenzó a batir el parche sobre el proyecto que posibilitaría en las elecciones presidenciales del 2015 ungir también los parlamentarios de nuestro país para el Mercosur. Daniel Scioli, fiel a su cristinización avanzada, propuso que sea la Presidenta la que encabece esa hipotética lista. “Es una líder internacional”, subrayó desbordante, como una forma también de dejar claro de que forma quiere asfaltar el camino de su candidatura presidencial.
Barriendo la hojarasca con que el tema cubre la realidad, podrían formularse, al menos, dos interrogantes. ¿Para qué el kirchnerismo buscaría una banca de legisladora regional para Cristina?. ¿Por qué motivo el gobernador de Buenos Aires alentaría la propuesta que, de una ojeada, permite entrever para él mismo mayores condicionamientos políticos de los que ya se verifican?
El primer dilema tendría múltiples respuestas. Por ejemplo, lograr que el proyecto parlamentario del Mercosur desplace de la opinión pública, siquiera unos días, la investigación del juez Claudio Bonadío sobre el funcionamiento de un complejo hotelero en El Calafate, propiedad de Cristina y su familia. Levantar simplemente polvareda, como ensayan con la idea de un subsidio para los transexuales o el supuesto plan de la organización K, Justicia Legítima, en favor de que los presos puedan percibir también el aguinaldo y las vacaciones. De paso, intentar brindarle a la Presidenta, cuando abandone el poder, cierto resguardo ante posibles demandas en la Justicia. Poseer fueros, para ser directos. Scioli, en otro orden, estaría creído que una boleta donde su apellido emergiera apareado con la Presidenta podría significar un imán para sus votos, en especial en Buenos Aires. Las ingenierías del sciolismo siempre exudan optimismo: ahora se pasan recalculando las encuestas para descubrir de que manera el gobernador podría ganar en la primera vuelta, ante la presunta dispersión del voto entre Mauricio Macri y Sergio Massa.
Es cierto que la idea de la elección de legisladores para el Mercosur fue reflotada por el kirchnerismo apenas despuntaron las primeras pistas sobre la investigación de Bonadío. Hoy será tratado el tema por las Comisiones de Asuntos Constitucionales, Justicia y Presupuesto de Diputados. Existen varios proyectos pero habría un acuerdo, también en el arco opositor, sobre la mecánica a ser utilizada. Se elegirían 43 representantes nacionales, uno por cada uno de las 24 provincias. Los 19 restantes surgirían del reparto proporcional, aplicando el sistema D’Hont.
El kirchnerismo apostaría a que esta misma semana Diputados lo otorgue media sanción. Habría que verlo. Después entraría en una carrera contrareloj: en un puñado de días el Senado debería analizarlo en comisión y convertirlo en ley. En la semana de Navidad el Congreso ingresará en receso. No podría ser incorporado a extraordinarias por poseer aquella media sanción. Podría, entonces, dilatarse hasta marzo. Un paréntesis riesgoso, tal vez, para las ambiciones K de ponerlo en práctica en octubre del 2015.
El parlamento del Mercosur es, en verdad, apenas un proyecto en ciernes. Le costó muchísimo a los países integrantes encontrar un mecanismo para la representación. Una dificultad parecida sufren hacia adentro de cada territorio. De hecho, Paraguay fue hasta ahora el único que votó sus representantes cuya totalidad debería estar disponible para el 2020. En suma, dentro de cinco años. Dilma Rousseff, en Brasil, sondeó la posibilidad antes de la reelección de octubre pero no halló quórum. Decidió dejarlas para el 2018. En Uruguay, con un horizonte mas despejado, el Frente Amplio prefirió concentrar sus energías en el regreso al Palacio Libertad de Tabaré Vázquez. Suponen que ese bache podría ser subsanado en las legislativas de un par de años.
El apuro kirchnerista llega, además, en un momento llamativo. El Mercosur viene crujiendo desde hace tiempo por razones comerciales. El Gobierno se hace el distraído pero gran parte de tales complicaciones tienen que ver con las dificultades de los socios principales. El intercambio argentino-brasileño anda a los tumbos. Paraguay y Uruguay se encargaron varias veces de marcar a los responsables.
La oposición en el Congreso, sobre todo el Frente Renovador y UNEN, han comenzado a plantar algunas objeciones al plan kirchnerista de votar el año que viene a los legisladores del Parlasur para concederle a Cristina dos atribuciones simultáneas: los fueron y la posibilidad de un papel activo como electora. La diputada Graciela Camaño, a propósito, hizo una precisión. El Protocolo del Parlasur, suscripto por todas las naciones, fijaría con en su artículo 12 (inciso 2) que las inmunidades para los representantes de aquella institución estarían circunscriptos a sus votos y sus misiones. Es decir, quedaría abierto el debate acerca de si esos representantes conservarían la inmunidad ante pleitos de orden doméstico. Habría un caso para tener en cuenta: 3 de los 18 legisladores paraguayos ya electos fueron desaforados en su país por diferentes delitos.
El kirchnerismo intentaría llenar ese vacío con una enmienda fogoneada por el diputa ultra K, Carlos Kunkel, tendiente a extender las protecciones a los futuros legisladores regionales. Habría otra artimaña en curso que tiene en alerta a los opositores: el armado de las boletas si, en efecto, en octubre del 2015 se concreta aquella votación. ¿Podría aspirar Cristina a encabezar esa nómina, incluso por encima del candidato a Presidente y de los gobernadores? Quizás Scioli no pensó en esa jugada cuando lanzó al ruedo la candidatura de la Presidenta.
Otra cuestión, en cambio, quedaría fuera del debate. La calidad de los fueron del Parlasur, ahora bajo la lupa, de ninguna manera podrían detener las investigaciones iniciadas con antelación y en un contexto distinto. Es decir, Bonadío puede continuar tramitando la causa de Hotesur y sus derivaciones sobre la explotación de complejos hoteleros de la familia Kirchner. Tampoco es el único problema judicial que atañe a ellos. Está por verse como quedaría planteado el alcance de los fueros que puedan resguardar a Cristina en caso que su situación judicial se complicara. No parece haber resquicio para la duda en otros integrantes de la sociedad. Sobre todo Máximo, su hijo, en apariencia uno de los principales autores de la ingeniería financiera para blanquear la enorme herencia dejada por Néstor Kirchner, tras su repentina muerte.
Máximo, según las encuestas del presente, no pareciera tener ningún destino político como mandatario en Santa Cruz, donde le agrada vivir. Tal vez podría arriesgarse con una candidatura a diputado allí mismo. O en algún distrito importante donde el caudal de votos le garantice la entrada al Congreso.
Las cosas las irá viendo el kirchnerismo sobre la marcha, como es su hábito. Amén de la de Cristina, por supuesto, las voces cantantes son las de Carlos Zannini, el secretario Legal y Técnico, y La Cámpora. Ellos aguijonearon a los diputados K con el proyecto del Parlasur después que empezaron a tomar conciencia que el envión judicial de Bonadío no será fácil de detener.