Si los sueldos de los funcionarios públicos fueran similares al promedio de todo el país ($ 5000 mensuales, según el Indec), el ministro Axel Kicillof difícilmente podría haber afirmado que este año no bajó el poder adquisitivo de los salarios. Casi todos los analistas privados estiman una caída de -5 a -7% en términos reales, frente a una inflación que ubican en 37/41% anual para los últimos 12 meses.

La afirmación ministerial sería parcialmente válida si se tomara como cierto el índice nacional de precios del Indec, que arrojará para los primeros diez meses de este año una suba acumulada del orden de 21%. Pero todo indica que el organismo ha vuelto a las andadas: en los últimos seis meses, los aumentos porcentuales se ubicaron entre la mitad y dos tercios de las estimaciones privadas, luego de que la inflación fuera catapultada por el aislado salto devaluatorio de enero y se mantuviera desde abril elevada pero relativamente estable, en torno de 2,4/2,5% mensual.

Sin embargo, uno de los datos más elocuentes del deterioro del poder adquisitivo (y de la masa salarial real, que combina remuneraciones y empleo) está en la retracción del consumo. No ya de bienes durables (autos, motos, electrodomésticos, etc, que el Gobierno busca impulsar con créditos subsidiados), sino de consumo masivo. Según varias empresas que abastecen a supermercados, el volumen de ventas de productos de cosmética, tocador y limpieza viene decreciendo y acumula una baja de 5% en lo que va de 2014. También se advierte, de forma incipiente, una tendencia similar en alimentos y bebidas, donde la demanda se desplaza hacia productos más baratos o bien con "precios cuidados", a costa de un estancamiento en la actividad del sector.

Otra evidencia de este primer retroceso del consumo en la era K, son las ofertas de las cadenas de supermercados, generalmente los fines de semana y con descuentos por volúmenes (3 x 2; 4 x 3; rebajas en el segundo producto, etc.) para contrarrestarlo y alivianar stocks.

Pero quizás el dato más llamativo es que, por primera vez en mucho tiempo, acaba de bajar el costo de la canasta fija de 30 productos que mide esta columna en la misma sucursal porteña de una cadena de supermercados. En la primera semana de noviembre se ubicó en $ 1299 frente a $ 1368 en octubre, con un retroceso de -5% que reduce a 22% el alza interanual en comparación con el mismo mes de 2013 ($ 1065). Esta reducción no es homogénea y en buena medida fue influida por las bajas de 15 a 27% en productos frescos (frutas y hortalizas). Pero también hubo retrocesos de 28 a 37% en piezas de pollo; de 25% sólo en queso en barra, 20% en pan francés y de 5,5% en yerba mate, que contrarrestaron subas de 5% a 20% en otros rubros (agua mineral, vinos, cortes de carne vacuna). En otras palabras, la recesión -que lleva alrededor de un año- recién ahora comienza a hacerse sentir en la baja de algunos precios de productos masivos.

Según varias empresas que abastecen a supermercados, el volumen de ventas de productos de cosmética, tocador y limpieza viene decreciendo y acumula una baja de 5% en lo que va de 2014

No ocurre lo mismo fuera de las góndolas, donde el poder adquisitivo de los ingresos (asalariados o autónomos) sigue siendo golpeado sin piedad por la inflación. Sobre todo para quienes deben pagar anticipos de Ganancias y/o Bienes Personales, más otros impuestos nacionales, provinciales y municipales o facturas de gas con menos o sin subsidios.

La perspectiva es especialmente preocupante para los trabajadores que deben esperar por lo menos cinco meses hasta la nueva ronda de paritarias, más allá del medio aguinaldo de diciembre. Y también para los jubilados, cuyo poder adquisitivo real se deterioró pese a los dos ajustes de este año (30,4%) y no tendrán otro hasta marzo de 2015.

La indexación ya rige virtualmente en alquileres, expensas, reparaciones domiciliarias o tarifas de taxis. El cambio de temporada trajo sorpresas desagradables para renovar ropa o calzado, aún en cuotas sin interés. No pocos productos de cosmética y tocador importados desaparecieron de las vidrieras por las trabas oficiales; pero la oferta local (caso protectores solares, cremas hidratantes, fijadores para cabello o emulsiones para después de afeitarse) muestra subas de 40 a 100% con respecto al último verano. O sea, más que los alquileres en la costa atlántica (25/30%); pasajes aéreos de cabotaje o micros de larga distancia.

Si bien el Gobierno mantiene en pie, aunque acotado, el plan Procreauto, el problema no sólo es comprar un vehículo y patentarlo, sino poder mantenerlo. Llenar el tanque insume no menos de $ 600 y a eso se suman mayores costos de peajes, estacionamiento, seguro, lavado, etc. El precio de los combustibles ya acumula subas de 40% en lo que va del año (y de 60% en los últimos 12 meses). Y si bien ahora debería bajar, debido a la caída del petróleo y al dólar "planchado", nadie cree que vaya a ocurrir. Otro problema son los repuestos, en gran medida importados y que ingresan con cuentagotas debido a las restricciones oficiales. De ahí que quienes disponen de stocks los valorizan por encima del dólar paralelo, ya que desconocen si podrán reponerlos y a qué precio. Por caso, en menos de un año un juego de bujías importadas pasó a costar de $ 600 a $ 1800 (200% más). Y si bien los neumáticos de fabricación nacional subieron 22%, algunos importados cuestan hasta 150% más caros, si se consiguen. Esta escasez y encarecimiento hizo proliferar los hurtos callejeros de ruedas completas (neumáticos y llantas). Para robar las ruedas de auxilio, en algunos modelos se rompen ventiletes o lunetas traseras, también importados y los concesionarios no pueden reponerlos porque no tienen stocks para atender esa demanda extra.

Si bien el Gobierno mantiene en pie, aunque acotado, el plan Procreauto, el problema no sólo es comprar un vehículo y patentarlo, sino poder mantenerlo

A nivel macroeconómico, la Cámara de Importadores (CIRA) calcula que el atraso de pagos de importaciones ya concretadas supera los 5000 millones de dólares, con lo cual es un resultado provisional que las reservas del BCRA se hayan estabilizado en US$ 28.000 millones, tras activarse parcialmente el swap en yuanes del Banco de China. A lo sumo este préstamo (equivalente a 814 millones de dólares), servirá para facilitar importaciones de ese país, pero no de otros orígenes. En el caso de las automotrices, el BCRA ha racionado los pagos con cupos mensuales (de 100 millones de dólares), aunque a costa de resentir la producción y acentuar suspensiones en toda la cadena. Esa cifra, a su vez, resulta más de cuatro veces inferior a las ventas de "dólar ahorro" autorizadas por la AFIP en octubre (465 millones) y que, junto con las multas y controles policiales, permitieron bajar la cotización del blue a $ 13.50.

Pero quizás el dato más insólito es que, debido a la falta de repuestos, no pocos bancos deben desarmar los cajeros automáticos que dejan de funcionar para usar sus piezas en otros. En casi 10 años, el número total de cajeros automáticos pasó de 6521 a 18.075 (177% más). Pero las fallas también crecen porque cada vez se necesitan más billetes de $ 100 para pagos elementales, debido a la mayor inflación y a la resistencia oficial a emitir billetes de mayor denominación ($ 200 o $ 500). En ese lapso, la cantidad de billetes necesarios creció de casi 4 a 32,3 para pagar una jubilación mínima; de 6,3 a 44 para el salario vital y móvil y de 14 a 98 para el salario promedio registrado.