Bien iniciado el mes de noviembre, Brasil muestra un fuerte retraso en el avance de la siembra.

Allí, la sequía es grave y, aunque se dieran precipitaciones, la situación tardará en normalizarse dada la grave escasez de humedad en el perfil de los suelos agrícolas.

Por lo tanto no se trata sólo de un problema de atraso en las fechas de siembra, se trata también de un comienzo de la campaña con baja reservas de humedad en la tierra. El estado de Mato Grosso es testigo cruel del cuadro.

El área de mayor productividad en el sur de Brasil, justamente, es el que está sometido a este fuerte stress por lo que se comienza a calcular que el potencial de rendimiento se está limitando.
Esta situación abre un serio interrogante sobre su posibilidad de lograr una cosecha de magnitud extraordinaria.

Dicho interrogante crece cuando se toma en cuenta que la baja de precios de las primeras tres semanas de octubre coincide con el tiempo de siembra, por lo que se estima que la superficie no superaría a la del año pasado.

No sólo eso: es posible que decaiga algo.

Esta expectativa más la reticencia a desprenderse fácilmente de mercadería por parte de los productores de la Argentina potencian la demanda externa por temor a encontrar, en algún momento, problemas en el suministro.

La posición de extremo conservadurismo a la hora de vender de los productores argentinos, en buena parte, ha contribuido a que los valores de la soja no recorriese una pendiente negativa aún más acentuada, a lo largo de los meses de septiembre y primera parte de octubre pasados.

A su vez, la trilla estadounidense se encuentra en la última fase y, pese a la mega cosecha, la realidad es que la producción no llega con la celeridad que la demanda externa exige. Los cuellos de botella que sufre el transporte demoran el ingreso de la mercadería al circuito comercial y, además, no se logra acomodarla adecuadamente por falta de infraestructura de acopio que en su mayor parte se destina al maíz.
Al 23 de octubre, el país del norte habría llegado a un volumen de exportación de soja cercano a 7,5 millones de toneladas. La mayor parte de lo exportado tiene como destino China, país que no muestra claramente signos de decaimiento en su capacidad de importación.

Se trata de un volumen superior en 800 mil toneladazas al del año pasado para la misma fecha. Por lo que se apreciaría, la tendencia exportadora es superior a la de años anteriores.

El cuadro proporcionado por la BCR es elocuente. Veamos:


El cuadro productivo para la Argentina es más favorable que en Brasil. Las recientes lluvias dejan una cama de siembra relativamente ideal. Se espera que para fines de esta semana, las sembradoras avancen a paso redoblado.

Pero el golpe recibido por la baja de precios, alentaría una considerable reducción en el área de siembra.

En buena parte de Salta y Tucumán, se abandonaría la siembra. En los campos de menor aptitud de la pampa húmeda, también.

Muchos arrendatarios se concentran en los mejores campos y en los de mayor cercanía con los puertos, dejando aquellos de menor potencialidad en manos de sus propietarios, quienes, para estas fechas, tienen graves dificultades en hallar alternativas de explotación.

Los altibajos en el recorrido de valores no alientan un panorama positivo. Sin embargo, existen signos de optimismo relativo.