Seguramente, la escasez de humedad al arranque de la siembra en Brasil ha sido el freno en la baja de valores que parecía no tener fin.
Ahora bien, una vez determinado el fin de la tendencia negativa valdría preguntarse si la reversión tendrá duración a lo largo de los próximos meses.
La respuesta acá de centra en las condiciones climáticas que atraviese el desarrollo de la campaña sojera en América del Sur.
En definitiva el nivel de precios de los últimos días estaría tomando en cuenta una cosecha “normal” para la región, luego de comprobar un volumen de producción procedente de EE.UU. de dimensión inédita.
En suma: el mercado climático para Sudamérica forjará la tendencia de los valores pero –eso sí- con un soporte a la baja estructurado sobre la demanda del mundo.
La realidad es que los valores en Chicago, cuando la oferta de EE.UU. está en su máxima expresión, alcanzan niveles próximos a u$s 383 (noviembre) y u$s 385 (enero) por tonelada. Estamos algo mejor… ¿no?
Si en este tiempo de gran oferta, los precios se ubican en este rango, es de esperar que si ocurriese cualquier imprevisto climático en el sur, tenderán a mejorar.
Además, la demanda sigue firme. Y nada hace prever una caída. Al menos, sustancial. Por el contrario, con los actuales valores, la industria china se activa en la búsqueda de mercadería para procesar. Algo similar ocurre acá.
Los aceites de soja, a su vez, encuentran innumerables destinos en un mundo con cada vez más cantidad de población –concentrada en países emergentes- y mejor nivel de vida y de dietas.
El reciente informe de OCDE-FAO sobre “Perspectivas agrícolas hacia el 2023″ estima un aumento en la producción de biodiesel en el mundo que implica la necesidad creciente de soja.
Según este informe, la demanda de productos agrícolas permanecería firme aún en un mundo con menores tasas de crecimiento. La tendencia a la suba se explicaría por la mejora en las dietas alimenticias, con mayores contenidos de proteínas, grasas y azúcares.