Los resultados de la política agraria están a la vista. Y si no son alentadores, no es porque los precios internacionales sean bajos. Una cosa es que sean bajos y otra muy distinta es que estén más bajos que hace unos meses.

La campaña pasada de EE.UU. fue extremadamente negativa y, en un contexto de demanda internacional sostenida, lógicamente los valores alcanzaron niveles inusuales.

Pero la taba se dio vuelta. Y los precios  han disminuido fundamentalmente porque la cosecha del país del norte avanza con  rindes extraordinarios.

Claro está: los precios en nuestro país son “cruelmente” bajos por efecto de los derechos de exportación para el caso de la soja y, para el caso del maíz, por el doble golpe de los derechos de exportación y las restricciones a la exportación.

No debe extrañar, entonces, que la intención de siembra se estime en baja. Según la BCR estaría entre 20,60 y 20,9 millones de hectáreas para la soja y en cerca de 3,7 millones de hectáreas para el maíz. Claramente por debajo de lo que se aguardaba hasta hace poco. El cuadro del maíz es patético, pues la caída llegaría a más o menos un 16% respecto al área del ciclo pasado.

Según nuestras estimaciones, probablemente no ingresen a la producción de granos gruesos, una buena superficie de menor calidad o de gran distancia a los puertos. Hablamos de cerca de 1 millón de hectáreas.

La siembra del maíz, por el momento, camina sobre rieles. Estimamos que alrededor de 1,2 millón  de hectáreas ya han sido implantadas, es decir poco más del 30% de la proyección. Pero pese a ello, la intención de siembra amenaza con caer aún más. Y la esperanza de que aumente la superficie de maíz tardío disminuye en la medida que transcurre el tiempo y el tipo de cambio se deteriora por efecto de la inflación.

Las lluvias de este mes y del anterior más las reservas  de humedad en profundidad en la pampa agrícola, alientan una estimación productiva unitaria de consideración.

Mientras tanto, la operación de siembra de soja está pronto a comenzar. Desde acá suponemos que no se llegará a implantar 20 millones de hectáreas. Es que la situación financiera del sector y el desaliento por los elevados rindes de indiferencia no permiten una visión relativamente optimista. 

Por el lado del clima, se puede hablar de optimismo  porque los perfiles de humedad y los pronósticos sobre precipitaciones son favorables. Se calcula la instalación del fenómeno Niño, con abundantes lluvias durante el verano.

No sería nada sorprendente que las suaves mejoras de precios de los últimos días respondan en parte a la visión de los operadores (fondos incluidos) sobre la próxima oferta de nuestro país. No referimos especialmente a la soja.

En definitiva, si bien es cierto que el porcentaje retenido de mercadería es elevado, también lo es que en los próximos meses, el productor deberá desprenderse de grano para afrontar su delicada situación económico-financiera. A resultas de ello, al comenzar la nueva cosecha, probablemente los stocks argentinos no sean elevados.

No olvidemos que el mercado climático sudamericano ya está en acción.

Así están las cosas. El contexto macro-económico es extremadamente incierto y, por ello, las estimaciones sólo pueden realizarse sobre la base de varios escenarios.

Desde esta columna hemos tomado algunos de ellos. Pero no todos. Porque no se puede resumir en pocas palabras la complejidad del mercado.

Lo que en realidad se pretende acá es ayudar a que cada decisor tome el camino que considere más pertinente. Sólo eso.