CRA, como ya lo ha manifestado en reiteradas oportunidades, estará siempre de acuerdo con mecanismos y herramientas que se utilicen para controlar la evasión y transparentar los mercados de carnes. Aunque existen desafíos por delante estos mecanismos no precisan de inversiones, ni grandes desarrollos tecnológicos, sino que necesitan ante todo de organismos eficientes, libres de presiones políticas.
La Argentina ya posee un sistema de trazabilidad en manos del SENASA, que permite monitorear y actualizar todo lo referido a la actividad ganadera, avalado por la Unión Europea y los mercados del mundo más exigentes. Es posible avanzar en el control de la evasión, la calidad e inocuidad agroalimentaria, generando un sistema con penalidades a los infractores. Lo que es inaceptable es que se generen costos innecesarios para los controladores y los controlados, para finalmente terminar no alcanzando resultados esperados.
Es por eso que el sistema de trazabilidad debe ser de pronta respuesta, debe dar ante todo garantías sanitarias y herramientas de control; el uso del chip es una herramienta complementaria a utilizar cuando se han logrado cumplir con objetivos y metas que todavía no hemos alcanzado como país.
Estas medidas del Gobierno nacional solo tienen como última instancia avasallar y perseguir a los productores agropecuarios y nada hacen para favorecer a la producción ganadera arrastrada por erróneas políticas que dejaron fuera de la producción a más de 14.000 productores de carne y el cierre de más de 150 plantas frigoríficas con la consecuente pérdida de sus fuentes laborales a más de 15.000 empleados. Y como broche de oro el panorama se oscurece aún más con un país que hoy pisa los valores más bajos de exportación de carne de toda su historia.