Esta semana ha sido, hasta el momento, muy difícil. En rigor, se afianza la tendencia negativa en la actividad económica.
Tres son los trampolines que habrán de disparar el cuadro económico por un camino escabroso que, en rigor de verdad, es el recorrido en los últimos años.
Pero en adelante, más dañino. Vamos a ver.
En primer lugar, se trata del déficit fiscal que se financia con emisión, por lo que la inflación es creciente.
Luego esté el problema de la balanza con el exterior. El saldo de la balanza comercial que tiende a evaporarse. Lo hace fundamentalmente porque la inflación se come la capacidad adquisitiva del dólar oficial. Así las importaciones quedan alentadas y las exportaciones castigadas. Para neutralizar la ventaja de las importaciones, el gobierno las restringe y, así, empuja la actividad económica a la baja.
Finalmente, se agudiza día a día la pérdida de reservas en el Banco Central. Este proceso es percibido por la gente y los operadores de la economía por lo que tienden a creer cada día menos en la moneda local y por lo tanto a guardar su riqueza en mercaderías o en divisas. Por eso, la gente trata de desprenderse de los pesos argentinos.
La ley de Abastecimiento está en el Congreso y ya ha sido aprobada en la Cámara Baja. El gobierno logró sancionar la ley en la Cámara baja con el apoyo de sus aliados y dos opositores;
Si ella apunta a asegurar el suministro adecuado a la población el efecto será exactamente contrario porque la acumulación de mercadería no resulta de una maligna estrategia de especulación sino que es producto de la intención de los productores de protegerse frente a las expectativas de inflación y de devaluación sustentadas en los trampolines mencionados.
Esto se llama racionalidad. Además tarde o temprano, la cosecha habrá de llegar al circuito comercial porque es necesaria su venta para afrontar la campaña. La siembra de maíz ha comenzado y en un mes se hará la de soja.
Antes de que termine el año, la producción agrícola seguramente venderá cerca de 15 millones de toneladas de soja. De esta forma, no será mucho el remanente.
No hay malicia. Hay racionalidad.
La retención de mercadería y la compra de moneda extranjera son el resultado de la política económica que para la gente común y los productores, sobre la base del presente y pasado reciente, genera expectativas de mayor inflación y devaluación. Acaso alguien en su sano juicio cree que el futuro inmediato se desarrollará con un nivel de inflación menor y con el tipo de cambio oficial por debajo de la paridad actual.
Por eso el dólar informal ha superado el nivel de $15 y la venta de soja se ha demorado, pese a que se sabía que el precio internacional corría serios riesgos de caer. Cosa que finalmente pasó.