Dos especialistas abordaron la cuestión del cambio climático y cómo la ganadería, una de las actividades señaladas globalmente como generadoras de los gases de efecto invernadero, deberá adecuarse para seguir produciendo y exportando en los próximos años.
La Lic. Alejandra Cámara, de la consultora Climate Change Financial Adviser, disertó sobre “Medio ambiente y cambio climático en la agenda internacional. Su impacto en ganadería”. En tanto, el Lic. Gustavo Idígoras, Coordinador del Observatorio Nacional de la Cadena de Valor de la Carne Vacuna (integrado por AACREA, la FAUBA, el Ministerio de Agricultura y las Universidades de Lomas de Zamora y Tres de Febrero), se refirió a la cadena de valor bovina en Argentina y los desafíos ambientales.
Cámara recordó el devaluado protocolo de Kioto que en 2009 estableció una reducción de la temperatura del planeta en 2 grados para 2020, objetivos que hasta ese año serán voluntarios para todos los países firmantes del documento, pero que luego de esa fecha podrían ser obligatorios, dependiendo esto último de los resultados de las negociaciones que anualmente se realizan en el ámbito de Naciones Unidas.
Sobre los sectores responsables de esa emisión, citó que pese a que la industria y los sectores del petróleo y del gas son responsables del 50% de las emisiones de gases de efecto invernadero a la atmósfera y la actividad agropecuaria sólo incide en un 27% del total global, existe un lobby muy fuerte de los países altamente desarrollados por poner al sector agropecuario como el mayor responsable del calentamiento global.
Por su parte, Idígoras dijo que ante este panorama en la Argentina comenzó a funcionar el Observatorio Nacional de la Cadena de Valor de la Carne Vacuna, consorcio público-privado que busca establecer las primeras estimaciones sobre qué nivel real de emisión de efecto invernadero tiene la producción pecuaria argentina, por kilo de carne producida.
Explicó la necesidad de que el país tome en serio este tema, porque en 2018
la Unión Europea exigirá que todos los productos alimenticios que ingresen en
sus países muestren su huella de carbono. Contó también que para determinarla no
existe un criterio único en el mundo. Se ha generado un “negocio de la
sustentabilidad”, donde los principales países compiten con normas similares o
diferentes en distintos parámetros, para determinar cómo medir esa huella,
tratando de “vender” que su norma es la más exigente.
Ambos profesionales, más allá de decir que la producción ganadera argentina está en condiciones de adecuarse a las exigencias presentes y futuras en la materia, señalaron como grave que no existan políticas de Estado al respecto, tanto a nivel interno como externo. En este sentido, señalaron que el país siempre termina beneficiándose en el mundo en temas agrícolas con gestiones que hacen otros países con situaciones similares a la Argentina.
En términos prácticos quedó claro que a mayor producción habrá una menor emisión de gases por kilo de carne producido y que la cría es el segmento de la explotación bovina responsable de las mayores emisiones. También, que hay que trabajar en eficiencia productiva y cuidado del ambiente y en fomentar políticas públicas favorables a esas prácticas. Pero la decisión debe surgir de los actores de la actividad (los productores) sin esperar políticas mágicas que bajen de las administraciones de turno. Y finalmente, que la Argentina deberá encontrar la forma de mitigar sus emisiones. Así como que a nivel mundial hay una guerra de negociaciones cruzadas sobre el tema. Y que para jugar allí hará falta que el país se ordene, se fijen objetivos y políticas acordes y se comience a actuar en la dirección correcta.