“Nacimos pensando cómo hacer planteos más eficientes y trabajamos para transmitirle ese tesoro a las siguientes generaciones”. Como carta de presentación -también una declaración de principios-, la frase resume lo que significa la actividad para la familia Bustingorri, reconocida en el centro de la provincia de Buenos Aires por sus Angus negros y colorados.
Fertilidad, facilidad de parto, calidad en carcasa, Valores Estimados en la Cría (EBV) y la aplicación de toda la tecnología posible para predecir y corregir la selección en el biotipo buscado constituyen la columna vertebral del sistema implementado actualmente por la cuarta generación de ganaderos.
Todo comenzó con Miguel, quien se radicó hace 110 años en el Paraje Mamaguita, al este de 25 de Mayo, y llegó a tener un rodeo de 12.000 ovejas. Su hijo, Don Julio, tomó la posta e izó las banderas de la ganadería bovina como actividad principal en el establecimiento San Patricio. Sus tres hijos varones, todos veterinarios, fueron los continuadores de su obra. “Mi padre Don Julio hizo mucha agricultura para ganadería y poca agricultura de cosecha, porque tenía esa vocación que Julio (h), Gustavo y yo seguimos”, contó a Clarín Rural, José Benito (“Beno”) Bustingorri.
“Cuando decidimos separarnos, mi hermano Gustavo, que falleció en 1999, creó San Patricio Viejo, actualmente administrada por su mujer, Mónica, y Julio (hijo) administra Las dos Marías”, explicó Beno, quien se quedó con el nombre original de la cabaña que había puesto su padre. Y aclaró: “Nos separamos, pero desde hace 32 años hacemos un remate juntos el primer viernes de julio”.
Las ventas, la ayuda de los remates y el trabajo como veterinarios, les permitieron orientar la selección hacia un Angus que busca dar soluciones reproductivas con resultados medibles.
“San Patricio nació con la incorporación de “Pecho Colorado” en 1974 al rodeo de nuestro padre, que ya tenía varios años de registros en la Asociación de Aberdeen Angus y así comenzamos a construir un grupo de vientres mediante inseminación artificial (IA), que hoy conforman nuestro plantel de madres”, explicó Bustingorri. Actualmente, cada cabaña tiene entre 600 y 1.000 vacas y seleccionan y venden 600 toros.
Trabajaron más de quince años con el sistema de medición de performance de la Asociación de Angus norteamericana por índices, y en el año 1991 hicieron la primera corrida de datos con el Breedplan Australiano, sistema que usan desde entonces.
“Esto nos ayudó muchísimo a mejorar en los sistemas que estábamos utilizando, sin embargo, no hemos perdido de vista lo que hacen en Estados Unidos, donde hemos ido a visitar campos y productores”, explicó Bustingorri.
La hacienda se mide en sus diferentes caracteres productivos en la cabaña y esa información se envía a Australia y de allí viene procesada en EBV´s (Valores Estimados en la Cría). Los EBV´s se pueden definir como la diferencia entre el componente genético propio de un animal y la base genética con la cual es comparado. Son calculados por la performance del animal, ancestros, progenie y parientes cercanos. Esta información se ajusta por edad al momento de la medición y la edad de la madre, teniendo gran predicción en los resultados a futuro.
Las EBV’s disponibles para medir son facilidad de parto (directa e indirecta), largo de gestación, peso al nacimiento, fertilidad (circunferencia escrotal), crecimiento (peso a los 200, 400 y 600 días), peso de la vaca adulta (cinco años de edad), leche (200 días), carcasa (ultrasonido, ecografías sobre animales vivos), área de ojo de bife, espesor de grasa en costilla y grupa, rendimiento en cortes minoristas, grasa intramuscular (marbling) y peso de carcasa.
“Los últimos años pusimos todo nuestro esfuerzo en desarrollar un biotipo mediano de alta fertilidad, fuerte rusticidad, área de ojo de bife, grasa intramuscular, tratando de que sea un animal que compita con cualquiera en el parto y en los corrales”, explicó Bustingorri.
En lo que respecta al manejo, el productor advierte que Saladillo es una zona sensible por inundaciones, “los campos son difíciles y no permiten praderizar mucho porque son inestables, pero son buenos para sacar buena hacienda, apoyados con verdeos y reservas de forraje”.
Los tres establecimientos no usan la misma alimentación. “Mi cuñada y yo tenemos mucho silo y mi hermano Julio usa más grano seco, pero los tres tenemos apoyo para el invierno, para cuando vas a terminar los toros antes de la entrega”, contó Bustingorri, quien aclaró que “no hacen abuso de la suplementación”.
En lo que respecta al uso de nuevas herramientas y tecnologías para mejorar los rodeos, han traído semen de Estados Unidos y de Australia. Están vinculados con la cabaña Beckton, de Wyoming que les provee genética pero sin perder el biotipo buscado que es de un animal no tan grande.
“El scaning lo hacemos sobre la totalidad de la hacienda, que es una particularidad no muy común para las cabañas en la Argentina, lo usamos como sistema de selección, no como sistema de venta”, explicó “Beno”.
Respecto a las claves del negocio, Bustingorri apunta esencialmente a dos: “Una es la eficiencia de conversión de alimento en carne con el consiguiente crecimiento de los animales porque el corral demanda alta eficiencia para ser rentable”. En cuanto a la segunda clave, es la facilidad de parto, porque “en rodeos grandes y extensiones importantes, como las hay en Argentina, las distocias generan complicaciones y no siempre se puede llegar a tiempo”.
Bustingorri destaca otro tema interesante en cuanto a la conformación del rodeo nacional.
“El enfoque de la Argentina es traer individuos de Australia o Estados Unidos y no el mecanismo de selección”, dijo y agregó: “La selección que hacemos es con criterios laxos y ésto es de un país subdesarrollado, venimos atrasados 25 años”.
“Beno” no se preocupa por el futuro porque “hay equipo” para seguir con el
trabajo que ya tiene más de un siglo en la familia. José (h) y Lucas son
veterinarios y trabajan en empresas ganaderas de la zona a la vez que participan
activamente de las ventas y desarrollo de la cabaña. Fermín es ingeniero
agrónomo y está encargado de la producción y manejo de los campos y, por último,
Ignacio es abogado pero trabaja en la administración de la cabaña. Finalmente,
la única hija mujer no participa de la actividad pero sí de las decisiones de la
empresa familiar.
La precisión, una característica distintiva del manejo
Las tres cabañas lideradas por los Bustingorri buscan un biotipo específico de un animal moderado con un animal de bajo peso al nacer (30,5 kilos), con una fertilidad superior a otras líneas y buscando más kilos al destete y en el crecimiento.
“Por ello es fácil acceder y realizar exitosamente el servicio precoz y posibilitar el engrasamiento y terminación a campo con el objetivo de mejorar la carcasa y la calidad de carne”, explica Bustingorri.
Así han logrado excelentes resultados de corrección estructural (aplomos) que redunda en toros que duran muchos años, sin problemas estructurales ni de pezuñas y las vacas son jóvenes hasta los doce años pudiendo luego obtenerse varios terneros más.
En lo que respecta a la carcaza, el objetivo fue aumentar la musculatura, mantener la grasa (asociado a la fertilidad en la hembra) y mejorar la grasa intramuscular. “Aún en nuestro país no existe un diferencial de precio por el mejoramiento de la res, pero estamos convencidos que debemos innovar en este sentido”, dicen los hermanos Bustingorri.
En lo que respecta a la facilidad de parto, destacan que “se puede tener un ternero de bajo peso al nacer y producir novillos de exportación (más de 450 kilos a la venta).
Asimismo, coinciden en que el servicio de 15 meses “es una técnica transformadora que aumenta la eficacia de la ganadería”. Angus es la raza más hábil para desarrollar la técnica.
Finalmente, ponderan los resultados obtenidos con la inseminación, pero a partir de una técnica específica.
“Lo tenemos probado en rodeos propios y ajenos: usar un período corto de
inseminación artificial de 35 días, y sincronizar luego el 15-20% que no entró
en celo, de esta forma sembramos el 100% de nuestras hembras con resultados
cercanos al 85-90% de preñez y luego se hace un repaso de unos 35 días”.
El objetivo es lograr un animal diferencial
José Bustingorri está seguro que en algún momento, las características diferenciales, como, por ejemplo, las de carcaza, se van a cotizar. “Criador e invernador sueñan con una ganadería eficiente para competir con la agricultura y, si no se invierte, producís 60 kilos de carne como antes y perdés plata”, se entusiasmó Bustingorri. La otra búsqueda es un planteo más asistido usando herramientas genéticas.
“El que busca eficiencia busca mejor hacienda y la hacienda tiene un potencial de seguir creciendo y siempre, entre lo mejor y lo peor en cualquier raza hay un 40% de diferencia, la clave para nosotros es poder mostrárselo al criador para que ellos mismos lo cuantifiquen”.