Y lo hacen con una seguridad que apabulla. Un ex funcionario que participó activamente en la cocina de todas las campañas a presidente del Frente para la Victoria (FPV), desde 2003 hasta la fecha, me desafió, el fin de semana pasado, a que recordara con precisión este pronóstico: "Van a ser un calco de las elecciones de 2003".
Las elecciones de 2003 se celebraron el 27 de abril, tiempo después de la crisis económica y social más grave de la historia reciente. El entonces presidente, Eduardo Duhalde, para evitar que Carlos Menem fuera el único candidato del Partido Justicialista, impulsó una virtual ley de lemas que le permitió al peronismo presentarse con varios postulantes. Así, en la primera vuelta, Menem obtuvo el 24,45% de los votos; Néstor Kirchner, 22,24%; Ricardo López Murphy, 16,37%, Adolfo Rodríguez Saá, 14,11, y Elisa Carrió, 14,05. La segunda vuelta no se realizó, porque Menem, en una actitud miserable, se negó a competir. Kirchner asumió el 25 de mayo de 2003 con pocos votos, pero con la habilidad política suficiente como para recomponer la autoridad presidencial.
Ésa es la foto que el ex funcionario de Kirchner y también de Cristina Fernández vislumbra para octubre de 2015. La única diferencia son los nombres de la ecuación. "En la primera vuelta, el FPV va a salir primero con cualquier candidato que vaya; el Frente Renovador, segundo, porque Sergio (Massa) es al kirchnerismo lo que Néstor (Kirchner) era al menemismo, y Mauricio Macri va obtener un porcentaje parecido al que logró López Murphy. Es decir: lo máximo que puede conseguir la derecha en este país."
El hombre, que se jacta de recibir casi todas las encuestas del mercado, descuenta que no habrá acuerdo entre Macri y el conglomerado de UNEN y que Massa ganará en segunda vuelta contra cualquier candidato, incluido el que mejor mide del oficialismo, Daniel Scioli. También descarta un eventual crecimiento de UNEN o la posibilidad de que la UCR se rompa, que una parte vaya con Macri y otra con el mejor candidato entre Cobos, Sanz, Binner o la propia Carrió. "Lo mejor que le puede pasar a Massa para consagrarse presidente es tener en UNEN a una dirigente destructiva como Carrió. Alguien que en vez de hacer autocrítica porque no puede contener a sus dirigentes en la provincia de Buenos Aires los acusa de irse con el jefe del narcotráfico", me dijo.
El vaticinio del funcionario tiene una debilidad manifiesta. Como su distrito de pertenencia es la ciudad de Buenos Aires no parece ser tan preciso para analizar las posibilidades del jefe de gobierno. ¿Es correcto asimilar la cantidad de votos de López Murphy en 2003 con el caudal que podría conseguir Macri en octubre del año que viene?, le pregunté. Para él, "la derecha" tiene un techo electoral del 20%, UNEN o "lo que quede" de ese espacio conseguirá un porcentaje parecido a lo que obtuvo Carrió en 2003 y el 14% que cosechó entonces Adolfo Rodríguez Saá se podrían repartir entre el candidato del FPV y Massa, si es que el puntano no se vuelve a presentar para presidente. Le pregunté qué opinaba de la información que sostiene que Macri estaría empatado con Massa y Scioli en la intención de voto a presidente, y que superaría a ambos en distritos como la propia Ciudad y las provincias de Santa Fe, Córdoba y Mendoza. "Al final del camino, la derecha es la derecha, y no la tercera vía, como sostiene el slogan electoral de Mauricio", me dijo.
Para el dirigente en cuestión, que ahora asesora al ex intendente de Tigre, antes de dar un vaticinio definitivo hay que esperar decisiones claves de la Presidenta y de los demás candidatos a sucederla. "Es evidente que Cristina lo está ayudando a Macri. Y que eso le está quitando votos, en mayor medida, a UNEN y también al FPV. Si esa ayuda se llegara a profundizar, Pro podría crecer y mucho", arriesgó. La fuente aceptó que Massa se amesetó y que le juega en contra ser el "candidato de moda, cuando falta más de un año para las elecciones. Lo que importa es ser el candidato del momento una semana antes y no con tanto tiempo de anticipación. Corrés el riesgo de pasar de moda y empezar a desinflarte. Igual, Sergio tendría que cometer un error muy grande para no suceder a Cristina", aclaró.
El hombre está preocupado por la eventual designación de Martín Insaurralde como candidato a gobernador de la provincia con la bendición de Massa. "Ahora está primero en las encuestas, pero en cuanto pase del FPV al Frente Renovador la gente se va a empezar a preguntar si no somos todos lo mismo", se atajó. También, como porteño que es, se desvive por saber qué va a hacer Gabriela Michetti. "En la Ciudad, como candidata a jefa de gobierno, es imbatible. Dasalienta a cualquier dirigente que pretenda competir con ella. Tiene como el 40% de los votos y está a más de 20 de Lousteau, el único con posibilidades de dar una módica pelea." Michetti ya fue tentada por asesores de Massa y Carrió para irse de Pro y sumarse a UNEN o al Frente Renovador. La supuesta convicción de Macri para ungir como su sucesor a Horacio Rodríguez Larreta es lo que hace "ratonear" a dirigentes de otros partidos con la posibilidad de tentarla. Pero Michetti ya tiene decidido qué es lo que va a hacer. Sólo podría resignar su deseo de competir para jefa de gobierno si las encuestas le demuestran que, como candidata a vicepresidenta de una fórmula encabezada por Macri, podría lograr que la fuerza ingresara a la segunda vuelta, con posibilidades serias de llegar al gobierno nacional.
"La fórmula Mauricio presidente y Gabriela vicepresidenta sería más de lo mismo", dio por descontado, sin pensarlo, el mismo dirigente que sostiene que las próximas elecciones serán idénticas a las de 2003. Le pregunté, entonces, si no podría ser vista, por muchos argentinos, como una ampliación ideológica del imaginario donde se encasilla a Macri y a Pro. Algo así como los millones de votos que le hizo ganar Carlos Chacho Ávarez a Fernando de la Rúa en 1999. Me dijo: "En ese caso recemos para que no se repita la experiencia". El apuesta a que, a la hora de la verdad, más argentinos definan su voto a favor "de la gobernabilidad peronista" y en contra de una alternativa nueva con dificultades para gobernar. Macri por un lado, Carrió y Sanz, por el otro, aspiran a romper con esa lógica. Massa sería el cambio con algo de continuidad y Scioli la continuidad con algo de cambio. Siempre y cuando una crisis económica y social o una corrida cambiaria no haga volar todos los pronósticos por el aire.