¿Puede un planteo ganadero manejarse con la lógica y las herramientas de un negocio agrícola para evitar que el contexto de alta inflación carcoma cada vez mas la renta? No parece un objetivo fácil si se piensa que la ganadería no cuenta con seguros contra desastres climáticos, ni con mercados de futuros institucionalizados que permitan cubrir un porcentaje de la producción anual tal como es habitual en soja o en maíz.
"A diferencia de lo que se cree, la ganadería es uno de los negocios más riesgosos" , dice Julio Born, presidente de San José del Oeste (SJO), una empresa ganadera con 13.000 hectáreas en la zona de Olavarría, un campo con suelos típicos de la cuenca del Salado, que fue ternada en los premios a la Excelencia Agropecuaria LA NACION-Banco Galicia en 2013..
"En agricultura todos los años jugás un partido nuevo, pero en ganadería los errores o las catástrofes climáticas te impactan en varios años posteriores", agrega Born y explica que con la intensión de evitar tener el alto porcentaje de capital inmovilizado que ya significan 7000 vientres, y mas aún en un contexto de alta inflación, en 2010 tomaron la decisión de producir terneros y novillos para terceros.
"Hoy el que gana es el que presta un servicio", resume Pablo Grahmann, gerente comercial de SJO. La empresa tiene 5000 cabezas de recría que, aunque nacen en su campo, son vendidos a terceros y se mantienen dentro del establecimiento que presta el servicio de engorde primero a pasto y luego a corral.
Con altos porcentajes de preñez que llegan al 93% en promedio en los últimos ocho años, los terneros se venden en su mayoría en octubre, en la modalidad a término. Es así como, en diciembre, el 50% de los terneros ya está vendido, y en marzo, durante el destete, ya se encuentra vendida toda la producción zafrera de la empresa. Todos los terneros se venden a un peso fijo de 170 kilos. "Pasamos de producir para la propia empresa a producir para terceros", afirma Grahmann.
Sin embargo, estos terneros no dejan el establecimiento. San José del Oeste presta el servicio de recría a campo para incorporar los primeros 100 kilos de estructura y músculo al animal post destete. Esta modalidad de recría a pasto es ofrecido a terceros interesados en posicionarse en hacienda en un esquema de capitalización. El inversor, dueño de los terneros (hoy se trata mayoritariamente de frigoríficos que buscan integrar hacia atrás su negocio), le paga a SJO el 40% de los kilos ganados durante el período. SJO provee al capitalizador la alimentación, un plan sanitario definido por sus asesores y el personal. Estos terneros llegan a diciembre con un peso promedio de 270 kilos.
En esa instancia, el inversor puede optar entre llevarse sus terneros o dejarlos bajo el servicio de hotelería en el feedlot de SJO, de diciembre a marzo para que salgan como novillos gordos para el mercado interno. Así, y a pesar de que se trata de un período con riesgos de estrés térmico para los animales por las altas temperaturas y humedad que pueden afectar negativamente la ganancia de peso, se busca llegar al pico de precios del famoso efecto "freezer". Así describen los analistas del mercado el aumento de precios de la hacienda en febrero y marzo producto de una baja de la oferta de hacienda liviana de consumo de feedlots, y de un aumento de la demanda porque las familias vuelven de las vacaciones, empiezan las clases y millones de hogares llenan sus heladeras con carne. Al tener un novillo de 340/ 370 kilos en marzo, el inversor puede maximizar su rentabilidad.
Además, el feedlot está abierto todo el año para animales que no están integrados a la producción a campo, a un costo actual de 1250 pesos la tonelada de alimento repartida, más dos pesos por día de estadía por animal.
Desde la empresa afirman que, para el inversor, el costo por kilogramo producido en el establecimiento es menor al vigente en el mercado cuando termina cada etapa. Según sus directivos, la rentabilidad de la etapa del feedlot para un inversor (encierre en diciembre y venta en marzo) ronda el 3,4% mensual, según el promedio de los últimos cuatro años.
¿Cuál es el mayor riesgo de este esquema? La cadena forrajera. Con una carga de 2,5 cabezas por hectárea de abril a diciembre, SJO necesita tener un manejo muy ajustado de su base forrajera. Para esto, pasó de tener 5000 hectáreas de campo natural hace 12 años a un manejo preciso e intensivo en las actuales 5200 hectáreas de promociones de raigrás, 2000 de pasturas (festuca y agropiro), y 1500 de verdeos de verano. Así, la recría tiene sus pilares en una base forrajera de promoción de raigrás y triticales.
Para quitarle variabilidad a la producción de recursos forrajeros, desde hace tres años la empresa desarrolló estrategias diferenciadas de fertilización sobre promociones, lo que denominan "forrajicultura de precisión" para intentar sortear los vaivenes climáticos y darle más estabilidad al sistema de recría.
El resto de la cadena forrajera está compuesta por 50.000 toneladas de materia seca distribuidas entre pasturas, sorgos, silos y maíces forrajeros tempranos y diferidos.
SJO tiene, entre otras, una alianza estratégica con Biogénesis Bagó, que provee todos los productos sanitarios, certifica su calidad y cerciora el correcto uso de los insumos (mantenimiento de la cadena de frío de las vacunas). Además, realizan monitoreo de parásitos de la hacienda a campo para determinar la carga y no perjudicar su engorde. Los análisis son costeados por el laboratorio.