En el Gobierno, en cambio, se siguen las instrucciones del "Manual de los errores".
Está ocurriendo esto con el maíz. Cuando faltan pocos días para que comience la siembra de la campaña 2014/15, entidades gremiales, técnicas y por cadena, que no siempre actúan con la sintonía que necesita la actividad, advirtieron que el maíz no será rentable.
A partir de una encuesta de los grupos CREA, la Comisión de Enlace, Aapresid, Aacrea y Maizar concluyeron en que sólo en un 7% de localidades donde se siembra el cereal los ingresos superarán a los costos. Esta advertencia se suma a las proyecciones de la Bolsa de Cereales de Buenos Aires y de la Bolsa de Comercio de Rosario que estiman, también sobre la base del análisis económico de la campaña, que el área sembrada con maíz decaerá en este ciclo.
Una de las herramientas disponibles que tiene el Gobierno a su alcance para corregir esta situación es bajar los derechos de exportación al cereal, establecidos en un 20 por ciento. En el "Manual de errores" se dice que las retenciones nunca pueden bajarse, y así se hará..
De esta forma se deja librada a su suerte a una cadena que se ubica en el tercer lugar entre los complejos exportadores, detrás del sojero y del automotriz (aunque está segundo si se lo mide por el aporte de divisas, ya que para fabricar autos hay que importar autopartes), que facturó en la última campaña 21.000 millones de dólares y que genera un PBI de 9000 millones de dólares. A su vez, genera un valor agregado de $ 0,56 por cada peso vendido, según cálculos del economista de la Bolsa de Cereales, Ramiro Costa.
Nadie puede de acusar de ineficiente a la cadena maicera. En 20 años, sólo con aumentar en un millón de hectáreas el área sembrada la cosecha pasó de 10 a 24 millones de toneladas. Esto, claramente, se debe al aumento de rendimientos logrado por los eventos transgénicos, la mejora genética, la siembra directa, el uso de fertilización y las innovaciones en maquinaria agrícola. Este avance ha beneficiado a una cadena que abarca a la ganadería, la avicultura, la lechería, la molienda y, últimamente, a la generación de energía, vía etanol.
No sólo con el maíz hay alertas claras de que las cosas se hacen muy mal. La decisión del Ministerio de Economía de no autorizar ROE rojo por dos semanas para frenar un aumento de precios de la carne significa la continuidad de un modelo que demostró su fracaso.
Fue la cadena ganadera la primera en padecer la intervención oficial en 2005, aún antes de la irrupción de Guillermo Moreno. Y no se necesitó una ley de desabastecimiento para dañarla. Los resultados están a la vista: sólo en el último año el aumento del precio al consumidor promedio de la carne superó en diez puntos al del índice del costo de vida de las mediciones más serias. No importa que apenas un seis por ciento de la producción hoy se exporte y que su participación no tenga prácticamente incidencia en la formación del precio en el mostrador, los hombres de Axel Kicillof tienen un manual que dice que cuando el precio de un bien aumenta hay que prohibir su exportación para que haya más oferta en el mercado interno. Y así se aplica, no importa lo que suceda más adelante. Tampoco les importa en dejar en ridículo al ministro de Agricultura, Carlos Casamiquela, que fue a Moscú a tratar de convencer a los rusos de que la Argentina es un país confiable.
Tampoco importan los cientos de trabajadores de la industria frigorífica que se han quedado sin trabajo en las últimas semanas por el cierre de plantas en Córdoba. Pasan a formar parte de la nueva fila de desocupados, muchos de ellos deberán pedir ser subsidiados por el Estado, que provoca la recesión de la economía. Alguna vez conviene no leer el "Manual de los errores" para solucionar estos problemas.