La segunda fue la semana pasada, particularmente preocupado por aclarar que el Gobierno no tiene ni tuvo relación alguna con los hermanos Zacarías. El texto no pasó inadvertido para los que siguen las causas de narcotráfico y su relación con la política. Los Zacarías aparecen mencionados demasiadas veces en la causa que investiga María Romilda Chuchi Servini de Cubría por tráfico de efedrina. Parrilli parecía querer curarse en salud: acusaba a Clarín y al portal Infobae de “construir hechos totalmente falsos y de mala fe para relacionar a la presidenta de la Nación y al Dr. Néstor Kirchner con investigaciones judiciales por el tráfico de efedrina”. La investigación de Servini derivó en el procesamiento de José Granero, ex director del Sedronar, y de otros cinco empleados de esa dependencia.
La jueza dio a entender, en al menos dos entrevistas, que por encima de Granero y Miguel Angel Zacarías, secretario de Granero primero en PAMI y luego en el Sedronar, había “alguien de la política”.
Granero “tenía algún amigo que manejaba el ingreso de la efedrina, y esa persona es alguien de la política”. ”Era una maniobra bien orquestada”, dijo la jueza. Contra lo que sostiene Parrilli, los Zacarías están vinculados íntimamente al matrimonio Kirchner desde hace varias décadas.
Mi mayor mérito fue haber acompañado a Néstor Kirchner hasta su fallecimiento, dijo hace dos años Máximo Zacarías, durante lo que sería su fracasada campaña para diputado por el Frente para la Victoria en Corrientes .
El ex director ejecutivo del PAMI sigue desempeñándose hoy en la seccional de Quilmes. Máximo aterrizó en el Sedronar a través de su hermano Miguel, secretario de José Granero. El momento en que Máximo Zacarías se interesó por unos 1.000 kilos de efedrina, coincide con el año del Triple Crimen de Sebastián Forza, Leopoldo Bina y Damián Ferrón, época en la que ya se importaba efedrina a granel. Gran parte del cargamento, tramitado por Droguería Libertad, terminó en manos de Carlos Edelmiro González, un empresario farmacéutico de Formosa con procesamiento firme de la Cámara de San Martín por haberle vendido efedrina a Mario Segovia, conocido como “el rey de la efedrina”.
En 2004 llegaron 2.400 kilos, y en 2007 creció a 19.150, según datos provistos por los abogados de la Aduana al Tribunal Oral Federal 4. Ese fue, también, el momento de mayor influencia de Miguel Angel Zacarías en el organismo.
Hay 34 entrecruzamientos de llamadas del secretario Zacarías con distintas líneas de la Casa Rosada. Todas son entre los años 2005 y 2008, y coinciden con los momentos en los que debía autorizarse la importación de la efedrina.
El 15 de enero de 2008, el mismo día que Miguel Angel Zacarías recibió llamadas de la Casa Militar y de Presidencia, el empresario Guillermo Manfredi, de Farmacéuticos Argentinos S.A., pidió autorización al Sedronar para importar 2.000 kilos de efedrina. Antes, en noviembre de 2005, mientras tramitaban un expediente por el ingreso de 500 kilos de efedrina, Zacarías recibió tres llamadas de la Casa Rosada.
Otros dos hermanos Zacarías también aparecen en la trama: Rubén y Luis. Luis Zacarías integró el área de Ceremonial de la Casa Rosada, y hasta hoy responde a la privada de Cristina.
Rubén, El Petiso , estuvo a cargo de Ceremonial desde el 25 de mayo de 2003 hasta enero de 2013. Hoy trabaja en el PAMI de Santa Cruz.
El martes, la diputada Elisa Carrió presentó un escrito a la jueza Servini de Cubría pidiendo que se investiguen los distintos aportes de laboratorios a la campaña presidencial de Cristina Fernández en 2007.
Carrió recuerda en su presentación que “la campaña electoral del Frente para la Victoria recibió en 2007 unos 15 millones de pesos, de los cuales 12.740.000 fueron contribuciones privadas relacionadas al rubro de la salud”.
Esas empresas comercializadoras de precursores químicos operaban con el Registro Nacional de Precursores Químicos que se investiga en esta causa”, y cita el caso de la empresa Seacamp S.A., aportante de 200 mil pesos y cuyo dueño era Sebastián Forza, asesinado en el Triple Crimen de General Rodríguez.
José Granero y Aníbal Fernández eran las dos personas con ingerencia –formal o de hecho– en el ingreso, fiscalización y control de esa sustancia. Pero ellos se llevaban muy mal.
Probablemente necesitaron un tronco común que implementara los planes. Lo dejo librado a tu imaginación, le dice a Clarín una fuente del juzgado.
Tres causas se derivaron de la ruta de la efedrina: una primera en la que fueron condenados los ocho mexicanos capturados en una quinta en Ingeniero Maschwitz; otra donde fueron condenados Jesús Martínez Espinosa (dueño del laboratorio instalado en esa quinta) y Mario Segovia; y en la actualidad se encuentra en debate una tecera etapa, ante el Tribunal Oral Federal 4, donde se juzga a los responsables de droguerías. ¿Cuál era el contexto de aquellos años? Una pelea local por la efedrina entre el Cartel del Golfo y el de Sinaloa.
“Cuando el presidente Felipe Calderón lanza la pelea contra el narcotráfico en México, cierra la importación de efedrina, y los mexicanos buscan dónde comprarla sin control”, recuerda a Clarín Rodrigo Alegre, autor del libro “La ejecución”, publicado en 2011.
“Vienen a comprar efedrina acá para enviarla a México, pero después se dan cuenta de que también pueden fabricarla acá. Para ellos es más fácil llevar la efedrina a México y fabricar allá las drogas sintéticas, por la cercanía con Estados Unidos. Pero la Argentina les daba salida a Europa. En esos años los únicos países del mundo dónde se podía conseguir efedrina sin control eran China, la India y la Argenti na.
Sólo hacía falta que un par de políticos estuvieran de acuerdo”, agrega.
Fuentes cercanas al juzgado sostienen que la próxima declaración de Pedro Lucas Paradelo, el miércoles, ayudará a echar luz sobre el asunto. Paradelo viene de una familia de abogados de Río Gallegos, y fue funcionario del Registro de Precursores Químicos. Hoy es escribano con el Registro Número 42 de Río Gallegos. Consta en la causa que este funcionario de rango menor recibió en su teléfono celular llamados de al menos cinco abonados distintos desde la Casa Rosada, y uno de la Jefatura de Gabinete (ocupada entonces por Aníbal Fernández). El juzgado cree que no se trataba de un empleado cualquiera, porque la modalidad se repite: una vez que se comunicaban de un teléfono de Presidencia con el Sedronar, cortaban y llamaban a Paradelo. El patrón se repitió al día siguiente a una solicitud de importación de mil kilos de efedrina. Paradelo, a su vez, registra comunicaciones con personas vinculadas a maniobras de narcotráfico. El teléfono que desde Gobierno se comunicaba con José Granero recibió, a la vez, tres llamadas de Alfredo Abraham, uno de los dueños de Farmacéuticos Argentinos FASA, el mayor importador de efedrina.