Tras la reunión de Barack Obama, en Washington DC, durante la cumbre con casi 50 jefes de Estado de África en la que hizo anuncios de $ 33.000 millones en inversiones y prometió facilitar el acceso a la electricidad de unos 600 millones de africanos, muchos de nosotros nos hicimos la misma pregunta: ¿por qué no hace lo mismo con América latina?
La explicación que circuló entre los asistentes fue que la administración Obama había organizado el evento en un desesperado esfuerzo por neutralizar el creciente poderío económico de China en África. Pero lo que los políticos estadounidenses deberían tener presente es que si siguen ignorando a América latina, China también será la potencia más poderosa en esa región. No sólo China, sino también Rusia y Japón -cuyos jefes de Estado visitaron América latina en las últimas semanas- han anunciado grandes planes para aumentar su presencia en la región. Y aunque muchas de las promesas chinas de cara al futuro tal vez sean cuentos chinos, lo cierto es que en los últimos años el ascenso de Pekín ha sido impresionante.
El comercio de América latina con Estados Unidos ha caído del 53% del comercio mundial latinoamericano en 2000 al 35% en 2013. Simultáneamente, el porcentaje del comercio latinoamericano con China ha subido del 1,9% al 12% en el mismo período, según el Banco Interamericano de Desarrollo. Es más: si la actual tendencia persiste, para 2025 el comercio de América latina con Estados Unidos habrá disminuido a 17% del comercio total latinoamericano, mientras que los negocios de la región con China habrán alcanzado ese mismo porcentaje, dice Mauricio Mesquita Moreira, economista principal del sector de Integración y Comercio del BID.
Al ser preguntados sobre por qué Obama no organiza una cumbre con América latina en Washington, los funcionarios estadounidenses replican que su país lidera cada tres o cuatro años la Cumbre de las Américas, cuya edición 2015 se celebrará en Panamá.
Pero las recientes Cumbres de las Américas han sido un fiasco, en gran medida debido a la petrodiplomacia de Venezuela, que controla los votos de al menos 16 países por medio de sus embarques subsidiados de Petrocaribe.
Entonces, ¿qué puede hacer EE.UU.? Para empezar, he aquí tres sugerencias.
Primero, debería mostrar más interés por la región, porque apenas dos de los 21 viajes al exterior que realizó el secretario de Estado John Kerry en lo que va del año fueron a América latina. Y para la asunción del presidente colombiano, Juan Manuel Santos, la semana pasada, la Casa Blanca envió al consejero del Departamento de Estado Thomas Shannon, un diplomático muy respetado, pero que no salió en la foto.
En segundo lugar, Obama podría proponer un nuevo plan para profundizar las relaciones comerciales con los 11 países de la región con los que Estados Unidos tiene acuerdos comerciales, incluyendo México, Colombia, Perú y Chile. La Casa Blanca está negociando acuerdos de libre comercio con Asia y con los 28 miembros de la Unión Europea, pero no tiene ningún proyecto comercial exclusivo para América latina. Kerry me dijo en una entrevista exclusiva en diciembre que está "explorando" una iniciativa comercial regional, que empezaría con una profundización de los lazos económicos con México y Canadá, pero eso es lo último que escuché al respecto.
Tercero, Obama debería contrarrestar la influencia de Petrocaribe con una iniciativa EE.UU.-Caribe, aprovechando que Venezuela está en bancarrota y su industria petrolera se está cayendo, mientras que Estados Unidos será pronto autosuficiente en energía e incluso puede convertirse en exportador neto de petróleo. Washington también podría empezar a ejercer la petrodiplomacia, piensan algunos funcionarios de Washington.
Mi opinión: no estoy de acuerdo con los argumentos de la derecha en Washington de que Obama "ha perdido a América latina". La diplomacia arrogante del ex presidente George W. Bush y las posturas antiinmigrantes de los conservadores republicanos han hecho mucho más daño a la política exterior de Estados Unidos que los esfuerzos de Obama por ser un pacifista.
Pero Obama debería invertir más tiempo y energía en aumentar los lazos con América latina, al menos con los 11 países que tienen acuerdos de libre comercio con Washington. La economía de Estados Unidos está creciendo, y la de China se está desacelerando. Es hora de que Obama se concentre en América latina, tal como lo hizo con África la semana pasada.