La situación de incertidumbre que vive el país, en términos de su deuda bajo jurisdicción extranjera, tiene en jaque a la economía.

Thomas Griesa, juez de la corte del distrito de Nueva York, no accedió al pedido de los representantes legales de nuestro país de una medida cautelar. La respuesta judicial fue tajante. En una nota del día de hoy, 26 de junio, el juez rechazó la solicitud de medida cautelar efectuada por los abogados mediante notas de fechas 23 y 26 de junio.

Si uno pensara mal, diría que este rechazo es una forma de responder las afrentas del Gobierno, pues se produjo al poco tiempo de finalizada la exposición del ministro de economía argentino.

Al rechazar la solicitud de reposición de la medida (stay) que permitía al Gobierno mantener los pagos a los bonistas -que entraron al canje- sin sufrir un embargo de los fondos, el cuadro pasa a ser de alto riesgo.

La nota del juez termina diciendo textualmente “la medida cautelar solicitada es denegada”.

Tal medida apuntaba a suspender la sentencia judicial que obliga pagar a los hold-outs. En síntesis pretendía evitar el incumplimiento de un pago para los acreedores que aceptaron restructuraciones. De esta forma, el Gobierno podía negociar con los demandantes sin riesgo de sufrir embargos.

Pero, ahora, este riesgo está en la escena; y no es remoto.

El ambiente se ha puesto muy espeso. A partir de este rechazo, el panorama se ha vuelto de incertidumbre extrema.

Es muy posible que los fondos depositados por la Argentina en el Bank of New York terminen embargados para que una parte de dicho dinero sea entregada a los fondos buitre, con la sentencia a su favor.

Como el Gobierno acaba de depositar hoy cerca de U$S 540 millones de dólares en Bank of New York para abonar un vencimiento (a los bonistas ingresados al canje), este banco debería utilizar tal monto para repartirlo entre los bonos del canje y los fondos litigantes. Y, además, se pagaron casi 300 millones adicionales.

Así están las cosas: las puertas hacia un default técnico están abiertas.

Como se suceden los hechos, resulta muy difícil tener un panorama claro para los próximos días.

Pese a ello, hay un aspecto que es más o menos previsible: deberían venir días de inestabilidad cambiaria.

La volatilidad en la paridad del peso sería una constante. Al menos, hoy por hoy, se vislumbra tal escenario.

En tales circunstancias, el dólar informal recibiría el impacto alcista; y tras éste, llegaría probablemente un golpe devaluatorio de nuestra debilitada moneda en el mercado oficial.

No es totalmente seguro que así sea. Pero es un escenario de alta probabilidad que afectaría inmediatamente en suba a los precios de los granos.