Frente a la disyuntiva entre siembras tempranas o tardías, Guillermo Alonso, gerente del servicio técnico de Nidera, desmenuza las diferentes variables que juegan en la decisión y el peso de la humedad del grano a la cosecha en los resultados económicos del cultivo.
El año pinta para maíz. Los perfiles recargados por la presencia de un efecto Niño que promete mantenerse auguran condiciones propicias para el cultivo. Frente a la disyuntiva de realizar siembras tempranas o tardías, tan típica en las últimas campañas, una evaluación realizada por Guillermo Alonso, gerente técnico de Nidera, pone en la balanza todos los factores que juegan en la decisión. Ese análisis realiza una evaluación económica de ambas alternativas incluyendo el impacto que tiene en los gastos de comercialización la humedad del grano al momento de la cosecha y que muchas veces no es tenido en cuenta a la hora de decidir la fecha de siembra.
Alonso repasa las fortalezas y debilidades de las siembras tempranas y tardías de maíz. En primer lugar aparece el rendimiento, que en la región central del país tiene mayor potencial con las siembras tempranas -de fines de agosto, septiembre y principios de octubre-, debido a que están favorecidas por los parámetros fototermales frente a las siembras tardías -de fines de noviembre y diciembre-. En cambio, la ventaja se invierte cuando se observa la estabilidad de los rendimientos. Al analizar los registros de los últimos años, se encuentran que en general presentaron buenas precipitaciones a partir de la segunda quincena de enero que es cuando los maíces tardíos comienzan su período crítico, a la vez que esas lluvias resultaron más abundantes que las ocurridas hacia fin de año que es cuando la mayoría de los maíces tempranos enfrentan su período de floración. Además, la baja ocurrencia de heladas tempranas (desde fines de marzo) en la región núcleo maicera durante las últimas campañas se suma ofreciendo a las siembras de verano una alta estabilidad de rendimientos que no se viene logrando con las siembras tempranas de inicio de primavera.
Otro de los factores que pesa en la decisión de siembra de maíz son los pronósticos climáticos, ya que una estimación adelantada de las lluvias al momento de la siembra y en el período crítico de floración puede definir la decisión de realizar una siembra temprana o tardía. “En un año como el actual –explica Alonso-, con perfiles cargados, napas recuperadas y con pronóstico de efecto Niño para todas las regiones maiceras del país, es esperable que los productores se vuelquen a las siembras de septiembre buscando obtener mayores rindes”.
Un aspecto clave en la elección entre una y otra modalidad de siembra son los costos directos de producción, que suelen ser menores en las siembras tardías y de segunda que en las tempranas. Esto se debe a una menor utilización de semillas –en promedio las densidades de siembra son un 15% menor-, a la menor fertilización nitrogenada –por una mayor mineralización- y al menor uso de herbicidas. En cambio, los costos de protección de las principales enfermedades del maíz son favorables a las siembras tempranas, en las que la roya es la enfermedad predominante, pero pocas veces se realizan aplicaciones específicas para controlar este hongo. Mientras, las siembras de noviembre en adelante están amenazadas por el tizón, fusarium y las enfermedades de espiga, que derivan en mermas de rindes y de calidad que en algunos casos termina en castigos importantes en la comercialización. Respecto de los insectos plaga, los ataques de Diatraea son más frecuentes en las siembras tempranas, mientras que el cogollero (Spodoptera frugiperda) y el gusano de la espiga (Heliothis zea) son las isocas que atacan principalmente en siembras tardías provocando daños severos cuando no se trabaja con eventos transgénicos específicos para estas plagas.
Respecto de los niveles de precios posibles de obtener por el maíz, Alonso
explica que así como se extendió la ventana de siembra lo mismo ocurrió con el
período de cosecha. “Hasta hace algunos años la cosecha de maíz era estacional,
se realizaba durante aproximadamente 50 días desde fines de marzo hasta mediados
de mayo –señala el gerente técnico de Nidera-, pero actualmente se prolonga
hasta los primeros días de agosto, incluso en la última etapa se superpone con
la trilla de los maíces tropicales del Norte”.
“En ese marco –agrega Alonso-, es normal que los precios de los maíces primicia
sean superiores a los del resto del año, por lo tanto las siembras tempranas de
primavera que ofrecen la posibilidad de cosechar en marzo tiene su premio por la
ventaja de conseguir mejores precios y fletes más económicos”.
El efecto de la humedad en los costos
“Esos resultados a favor de las siembras tempranas se remarcan cuando se contempla el efecto de la humedad del grano cosechado en los distintos momentos –agregó Alonso-, y que muchas veces no es tenido en cuenta a la hora de analizar a través del margen bruto las distintas fechas de siembra”. Para evaluar el impacto de esa variable Alonso se basa en el trabajo del ingeniero agrónomo Andrés Halle, de Econoagro, sobre el impacto que tiene el nivel de humedad del grano sobre los gastos de comercialización y el resultado económico del cultivo.
Ese trabajo evalúa, a partir de un modelo productivo determinado y realizado sobre campo propio, la variación que sufre el resultado del cultivo de maíz en función del rinde, de la distancia al punto de entrega y del porcentaje de humedad. Para ello, toma como base un costo total del cultivo (incluye gastos directos más gastos de estructura) de 592 dólares por hectárea, que fue calculado contemplando un tipo de cambio de 8 pesos por dólar, gastos de secada de 0,38 u$s/qq para el primer punto porcentual y de 0,35 por cada punto sucesivo, y fletes según la tarifa de CATAC 2014 más el 10%. Considerando un rendimiento de 85 quintales por hectárea, cosechados con una humedad del 16,5% (la base de comercialización es 14,5%) y que debe transportarse 200 kilómetros, el resultado del cultivo es de 307,3 u$s/ha (Tabla 1). De esta forma, el costo de secado del 2% de humedad que excede a la base es de 0.73 u$s/qq, que para el rinde mencionado representa 62,05 u$s/ha. Mientras que ese costo por unidad de superficie se reduce a prácticamente la mitad (32,3 u$s/ha) si la humedad de cosecha hubiese sido un 1% menor (15,5%) y casi se duplica (121,55 u$s/ha) si se cosecha con un 2% más (18,5%). (Tabla 2)
El costo del flete es otro ítem que varía de acuerdo al porcentaje de humedad con la que el grano es transportado. Por ejemplo, el 16,5% de humedad inicial representa una merma del 3,47% en la cantidad de cereal entregado al acopio, ya que en ese caso transportar 100 kilos de maíz equivale a 96,53 kilos con el 14,5% de humedad. Esto implica que el costo del flete de 2,86 dólares por quintal de maíz con 14,5% humedad crece a 2,96 u$s/qq, elevando el costo por hectárea del flete de 242,8 a 251,6 dólares. (Tabla 3)
A medida que crece la distancia a recorrer, aumenta la diferencia por cada grado de humedad que supere el 14,5%. En el ejemplo citado, con 200 km de distancia, el margen neto se reduce un 19% cuando el grano tiene 16,5% de humedad. Pero si la distancia fuese de 400 km la disminución del resultado sería del 33%.
La combinación entre mayores distancias y porcentajes de humedad hace caer en forma exponencial los resultados económicos del maíz tardío. Para el caso del ejemplo citado, el resultado de 378 u$s/ha que se obtiene con una distancia de 200 km y una humedad del 14,5% cae a 242 u$s/ha, representando una merma del 36% del resultado. Y cuando la distancia aumenta a 400 km el resultado pasa de 228 a sólo 83 u$s/ha, lo que marca un diferencia negativa del 64%. (Gráfico 1)
Por último, el trabajo señala que los menores rindes, bajos precios y mayores
distancias remarcan la caída del resultado respecto de la base del 14,5% de
humedad. Por ejemplo, el resultado de 93 u$s/ha, cuando el rinde es de 60 qq/ha
con 14,5% de humedad, se hace negativo cuando la humedad aumenta 4 puntos,
pasando a -4 u$s/ha que representa una variación del 104%. En cambio, para la
misma variación de humedad, el resultado obtenido con un rinde de 95 quintales
baja de 549 a 340 u$s, que es una merma del 31%. (Gráfico 2)
Campaña 2014/2015
Alonso concluye señalando que entre los diversos factores que entran en juego, en la próxima campaña maicera las siembras tempranas estarían estimuladas por niveles de humedad que ofrecerán la posibilidad de sembrar en fecha óptima, lo que permitirá capturar los rindes más altos en cada región productiva. A esto se suma que esas siembras de primavera estarían favorecidas por menores costos de comercialización, que derivan en mayores márgenes y rentabilidades, frente a las dificultades derivadas de los altos niveles de humedad que deberán enfrentar las siembras tardías al momento de la cosecha.
Gráfico 1
Gráfico 2