La cadena del girasol está en alerta: por la caída en la producción y exportación de aceite, existen riesgos de que cierren plantas de procesamiento.
Así lo admitieron ayer referentes de esta cadena ante LA NACION en el 6° Congreso Argentino de Girasol, que organizó la Asociación Argentina de Girasol (Asagir).
En la última campaña, el país sembró 1,4 millones de hectáreas y cosechó 2,3 millones de toneladas. Fue la peor en 40 años.
Aunque influyeron problemas climáticos, la elevada
carga impositiva del girasol, que tributa 30% de retenciones por su aceite y 32% por el grano, continúa desalentando una mayor superficie, según los productores. Además, en la última campaña se sumó otro factor: en Ucrania y Rusia, competidores de la Argentina, hubo grandes producciones que presionaron sobre los precios en el momento de decidir la siembra. En este contexto, los productores que pudieron se volcaron a la soja.
Con menos producción hay exportaciones en baja. En 2000, luego de una cosecha histórica de 6,069 millones de toneladas, el país vendió al exterior 1,87 millones de toneladas de aceite de girasol. En ese momento, la Argentina tenía 53% del comercio mundial del producto. Ahora, su nivel de ventas al exterior se redujo 3,6 veces: apenas 520.000 toneladas y el país sólo tiene un 8% del comercio global, mientras que Ucrania conquistó el 55% de participación.
"Si la exportación sigue cayendo, hay peligro de que cierren plantas", advirtió Luis Arias, presidente de Asagir.
El diagnóstico es compartido por Juan Carlos Arana, de Oleaginosa Moreno, que pertenece a Glencore. "Si el girasol sigue retrayéndose hay riesgo de un cierre de plantas porque hay capacidad ociosa", afirmó.
Por lo pronto, la situación pone en apuros a las empresas. Entre chicas y grandes, hay unas 23 plantas. Hay firmas con 300 toneladas diarias de capacidad de procesamiento y otras con 2000 toneladas. Algunas también muelen soja, pero no todas lo hacen. Cada planta ocupa hasta 100 empleados.
"La capacidad instalada total es de 7 millones de toneladas, pero hoy se muelen 2,3 millones de toneladas. Hacen falta por lo menos 3 millones de toneladas para que la exportación tenga con qué llenar las plantas", explicó Jorge Ingaramo, asesor económico de Asagir.
Para Asagir, con un cambio en el esquema de retenciones el girasol podría recuperar el terreno perdido y aumentar otra vez su producción. "Hoy las retenciones son la principal causa por la cual el cultivo no es competitivo. Pedimos una reducción para luego ir a una eliminación total", dijo Arias.
Un estudio de Ramiro Costa, economista de la Bolsa de Cereales de Buenos Aires, presentado en el Congreso, reveló el impacto positivo que tendría una eventual eliminación de las retenciones al cultivo.
Hoy la recaudación fiscal por el cultivo es, entre retenciones y otros impuestos, US$ 259 millones, equivalente al 0,17% de la recaudación total por derechos de exportación.
Según Costa, si se eliminaran las retenciones y hubiera una siembra de 2,24 millones de hectáreas con 4,5 millones de toneladas de cosecha, el valor agregado de la cadena del girasol aumentaría un 181 por ciento, de 671 a 1888 millones de dólares. "Hasta el Estado saldría ganando porque en lugar de resignar plata por una eventual eliminación de las retenciones, recuperaría vía otros impuestos US$ 93 millones", dijo el economista.
Una industria que busca volver a crecer
Luis Arias - Presidente de asagir
"Si se bajan las retenciones, aumentará el área sembrada entre 800.000 y un millón de hectáreas"
Juan Carlos Arana - Oleaginosa Moreno
"Si el girasol sigue retrayéndose podrían cerrar industrias"
Ramiro Costa - Economista
"La cadena del girasol tributa US$ 259 millones [entre retenciones y otros impuestos]. Eso es 0,17% de la recaudación total. Eliminar las retenciones tendría un bajo impacto fiscal y le daría un gran impulso al cultivo".