El último reporte del USDA ha sorprendido con sus cálculos sobre los stocks de EE.UU. Los actuales niveles continuarían con su marcada escasez.

Por las bajas existencias, hasta que llegue la nueva cosecha en noviembre de este año, la situación se mantendrá difícil. El cuadro es grave; tanto lo es que se siguen concretando importaciones desde Brasil.

A nivel mundial el problema no resulta muy distinto. En el corto plazo, la disponibilidad de soja exigirá el mantenimiento de valores elevados.

Las necesidades de la industria procesadora y la presión externa por mercadería no disminuyen; por el contrario, sigue su derrotero alcista.

Los agoreros vaticinios sobre la demanda en el mundo no se han cumplido. Contra todo lo augurado hace un mes, China sigue caminando como aspiradora.

Al comenzar abril, se hablaba de un default de los importadores chinos respecto a embarques de soja provenientes de Brasil.

Sin embargo, las enormes cantidades importadas por el país de Oriente contradicen el supuesto.

En los primeros cuatro meses del año, China habría importado cerca de 22 millones de toneladas. Únicamente en abril, sus importaciones llegaron a cerca de 6,5 millones.

El volumen de este cuatrimestre es superior en más o menos un 40% respecto al del año pasado para el mismo período.

En rigor de verdad, los requerimientos de forrajes para la industria cárnica en este país vienen recuperándose a pasos agigantados. Luego de haber pasado un período de temor por el virus de la gripe aviar, que ocasionó una reducción del consumo de productos avícolas, la demanda se ha renovado con ímpetu sorprendente.

De acuerdo a noticias procedentes de China, la agencia de noticias Shanghai JC Inteligencia Co. estima que las importaciones mensuales podrían superar el nivel de 6 millones de toneladas en el presente mes de mayo y el subsiguiente junio.

Así están las cosas por el lado de la demanda.

La cuestión es vislumbrar el cuadro de oferta para lo inmediato.

Para ello, debemos recurrir a América del Sur donde el cuadro ya resulta más o menos previsible, pues la cosecha está en su etapa final.

La recolección en nuestro país habría cubierto ya cerca del 70% de la superficie. Y por ahora el tiempo no se muestra favorable, así que puede haber algunas sorpresas negativas.

Aunque se registra un considerable retraso, Argentina aportaría entre 50 y 54 millones de toneladas. El USDA habla de 54 millones. Pero como venimos sosteniendo, es posible que el número final sea menor.

En cuanto a Brasil y el resto de Sudamérica, no habría mayores sorpresas respecto a las últimas estimaciones.

Este es el cuadro por el próximo mes y medio. La presión de la demanda sobre una oferta acotada debería mantener los valores por encima de un nivel de 540 dólares.

Pero después… ¿qué? Vamos explicarnos.

La razón por la que nadie sabe cómo está parado el mundo viene de EE.UU.

Si el país del norte realmente logra acercar su cosecha a 100 millones de toneladas, la demanda podría quedar satisfecha en un nivel de precios en baja.

Muchos inconvenientes pueden presentarse hasta la trilla. Hay que finalizar la siembra en junio y avanzar sobre las fases de desarrollo con definición de rendimiento unitario en agosto.

En síntesis: todo depende de lo que el clima haga. Así, la volatilidad en el mercado de Chicago debería de marcar la acción de los mercados.

Si no hay problemas al comienzo de la siembra, la tendencia de los valores empezará a insinuarse en descenso. En caso contrario, deberían seguir en un rango comprendido entre 530 y 560 dólares.

En suma: la incertidumbre reinará mientras la campaña en el norte se desarrolle.

Por ello, no deberíamos descartar la hipótesis de baja en los precios. Habrá que ver cómo sigue la campaña norteña.

En tanto, en nuestro país los valores locales estarán sometidos, además, a las expectativas de depreciación de nuestra moneda.

Como sabemos el tipo de cambio oficial, que proviene del Banco Nación, empleado en la liquidación de granos, sigue en aproximadamente $8 por unidad.

Con la tasa de inflación que sufrimos y la que se aguarda, resulta difícil creer que el tipo de cambio podrá mantenerse así. Ello explica la renuencia a desprenderse de mercadería, sobre todo ahora que, en términos reales, el dólar está nuevamente en un bajo valor.

El premio por retener es grande…