Tandil (Buenos Aires) - La aplicación de herbicidas está condicionada por las especies presentes en el lote –muchas de ellas resistentes o tolerantes al glifosato– y al estado de esas malezas. También se torna necesario conocer los modos de acción de los herbicidas. No es lo mismo un barbecho corto para cereales que uno largo de cara al próximo cultivo de verano.
La producción agrícola se desarrolla a partir de ciclos con etapas articuladas entre sí y donde los rendimientos quedan en buena medida determinados por las acciones y decisiones tomadas varios meses antes. El barbecho químico representa una de esas instancias agronómicas de vital importancia para quien hoy busca sembrar trigo, cebada o incluso si se apunta al próximo cultivo de verano. La finalidad del barbecho es almacenar la mayor cantidad de agua y nutrientes que serán requeridos por el cultivo posterior y controlar malezas.
En general la longitud de barbecho más eficiente tiene lugar entre los 30 y 90 días y –de acuerdo con diferentes trabajos realizados en las últimas seis campañas por técnicos del INTA en conjunto con especialistas de Syngenta– se ha demostrado que el agua almacenada durante el barbecho puede constituir hasta el 50 por ciento del agua consumida durante el cultivo, lo que beneficia los rendimientos. Es ni más ni menos que la conversión de agua en granos.
Según explica el ingeniero agrónomo Francisco Ciucci, integrante del equipo de Servicio Técnico Syngenta en la zona sur de la provincia de Buenos Aires, el objetivo del barbecho es brindar al lote las mejores condiciones para acumular agua en el perfil, sostener los índices de fertilidad, evitar el avance de enfermedades que utilizan las malezas como hospedantes, y contrarrestar el consumo de agua y nutrientes por parte de las malezas. “En nuestra región, donde los suelos varían su textura y profundidad, la acumulación de agua va a depender de cada caso en particular. Pero, a modo de ejemplo, un suelo típico de la región sur podría retener alrededor de un milímetro por centímetro de profundidad de suelo”.
Con la mira en las malezas
En la campaña 2014, entre las malezas de mayor incidencia y a la vez más problemáticas se cuentan Avena fatua, Rye grass, Rama Negra, Yuyo Colorado, Yuyo Moro, Apio Cimarrón, Sanguinaria, Nabon, Viola y Mostacilla.
Las malezas consumen muy rápido el agua del suelo, por lo que se recomienda realizar un temprano tratamiento en el barbecho (mientras las malezas se hallan en estado de plántula), cuidando también la calidad de aplicación con el objetivo de alcanzar el número de gotas por centímetro cuadrado recomendado para cada producto. Además, para lograr tratamientos efectivos es necesario conocer las especies presentes y su sensibilidad a los herbicidas. La actividad residual de los herbicidas está condicionada por las dosis, factores edáficos y climáticos que actúan sobre su degradación.
Según plantea Ciucci, en la actualidad, casi todas las aplicaciones de glifosato de hacen en conjunto con uno o más herbicidas, mezclados en el mismo caldo y con modos de acción totalmente diferentes. “Es por ello que tenemos que conocer muy bien el modo de acción de los herbicidas. Nuestra recomendación es aplicar mezclas de glifosato con herbicidas hormonales o algunos residuales para evitar los nacimientos de otoño, en especial de Rama negra, Cardos, Nabos y Lolium”, explica.
Asimismo, el especialista añade: “Sabemos que la dureza del agua es vital para el correcto funcionamiento del glifosato. Ante casos de extrema dureza de aguas, el sulfato de amonio es con frecuencia recomendado como un buen adyuvante. En cuanto a los herbicidas de tipo selectivo (graminicidas y latifolicidas), se aplican en los meses de meses de agosto, septiembre y octubre, con el objetivo de controlar malezas como, lolium, avena fatua, poa, sanguinaria y crucíferas entre otras”.
Los herbicidas selectivos más importantes que forman parte del portafolio de cereales Syngenta son Axial (herbicida post-emergente de acción sistémica, selectivo para los cultivos de trigo y cebada), que permite controlar la Avena negra o Cebadilla (Avena fatua) y Rye-grass (Lolium multiflorum), y Peak Pack (herbicida post-emergente de acción sistémica) que permite controlar malezas de hoja ancha, como por ejemplo Bolsa de Pastor, Capiquí, Cardo Negro, Chinchilla, Enredadera anual, Falsa Biznaga, Girasol guacho, Manzanilla, Mastuerzo, Nabo, Nabón, Quínoa, Sanguinaria, Senecio, y Verónica entre otras. Como herbicida hormonal, la compañía cuenta con Banvel, un producto de uso post-emergente que controla malezas de hoja ancha.
“Si la decisión es no hacer fina y esperar hasta octubre por el próximo cultivo de verano, lo mejor sería utilizar herbicidas residuales con los recaudos pertinentes (PSII, PPO y ALS) o combinar con cultivos de cobertura. Es muy importante monitorear los lotes y realizar recorridas semanales para evaluar la evolución de las malezas. Siempre debemos anticiparnos para obtener los mejores controles y lotes limpios durante periodos prolongados. Si se define utilizar herbicidas no residuales, es probable que se deban realizar al menos tres aplicaciones de mezcla de glifosato más hormonales, en especial durante la primavera, que es el período de elongación de la Rama Negra”, afirma.
Lotes que se cosechan enmalezados
Por estos días se practica la cosecha de lotes de girasol convencional con una alta incidencia de malezas, sobre todo con presencia de Rama Negra. “En estas situaciones se recomienda tener mucho cuidado, ya que con la cosecha podría provocarse el corte de la maleza, lo que daría lugar a un rebrote y que la planta se rustifique cada vez más, haciendo todavía más difícil su control. Una herramienta muy útil para controlar malezas en estados avanzados de crecimiento, como en el caso de la Rama negra, podría ser la estrategia de DKD (Double Know Down) que consiste en la aplicación de Sulfosato con 2,4D ester, y a realizar otra aplicación de Cerillo a los 7 a 10 días”, observa Ciucci.