“Con kilos nos defendemos”.

El dicho está arraigado en el campo, más en épocas en que cuesta cerrar el número. Y es la síntesis de la previa para la siembra de la cosecha fina en el sudoeste bonaerense, donde los perfiles cargados prometen un buen comienzo de campaña.

Las lluvias de principios de este mes, que llegaron en no pocas regiones a los 200 milímetros, cayeron de parabienes en el momento ideal para reforzar la intención de siembra.

“La recuperación del perfil es completa”, aseguró Iván Ullmann, de la Dirección de Estudios Económicos de la Bolsa de Cereales y Productos de Bahía Blanca.

“Ahora, las temperaturas son bajas y los días se hacen cortos, por lo que la pérdida de humedad es escasa”, agregó.

Si bien hay pronósticos de algunas lluvias para los días venideros (mas, los expertos aluden a El Niño para Sudamérica en 2014: ergo, lluvias por encima de lo normal), el suelo está ideal para sembrar ahora mismo.

“Una vez implantada, la semilla requiere de 15/20 milímetros para una adecuado germinación. Luego, el consumo es bajo; es decir, con lluvias ligeras alcanzará”, explicó Ullmann.

Generalmente, la cebada se siembra antes que el trigo. En nuestra región, el distrito de Coronel Rosales (en la zona de los molinos de viento, con casi 20.000 hectáreas) arranca a mediados del venidero mayo. El trigo se implantará a partir de fines del mismo mes.

Tales consideraciones son generales a partir de no tener que esperar más lluvias. Caso contrario, como habitualmente sucede en una zona semiárida como el SOB, se deben modificar las fechas y las variedades de semillas para acortar (generalmente) los períodos productivos.

Vuelta a un clásico

Tras la fuerte presencia de la cebada en los dos últimos años, la tendencia parece revertirse en favor del trigo, tal y como se caracteriza a esta región productiva.

“De acuerdo con las primeras evaluaciones de la intención de siembra, el trigo estaría ocupando una superficie cercana al 70%, en tanto que el 30% restante sería para cebada. Algunos distritos tienen marcada diferencia: 80% y 20%”, acotó Ullmann.

En la campaña 2012/2013, por caso, el panorama fue diferente: 60% de cebada y 40% de trigo.

El antecedente del trigo 2013 que, con solo 8,5 millones de toneladas de producción, alcanzó precios exhorbitantes es una de las razones.

El área sembrada de trigo y de cebada en la región cercana a Bahía Blanca ronda el millón de hectáreas, de las casi 3,2 m/h que se implantan en el país.

También que, por estos días, se pagan 240 dólares la tonelada al productor (en un mercado sin demasiadas complejidades), cuando la cebada forrajera está (estancada) en U$S 160.

El trigo nuevo, a enero 2015, se negocia en alrededor de 200 dólares.

Respecto del cultivo, la cebada ha padecido varios y variados ataques de hongos, con la (consecuente) inevitable inversión en fungicidas, cuando en trigo eso no sucede en la misma proporción.

Más allá de los precios, una eventual promesa de revisión del otorgamiento de los ROEs verdes para exportar, por parte del Minagri, y el cada vez más insistente reclamo por la reducción de las retenciones al trigo, que alienta rumores fundados, no dejan de ser ingredientes interesantes a la hora de tomar una decisión de cara al lote vacío.

A saber por las no pocas complicaciones de estos últimos años para los productores de fina, la coyuntura parece un bálsamo para el castigado SOB.