"A lo primero que te acostumbrás cuando vivís en la calle es al hambre." Por el frío de la mañana, el susurro del chico de 16 años apenas se escucha. Mientras habla comienza a hacerse un ovillo tomándose de las rodillas. Bajo el tibio sol otoñal, busca el calor que le robó la noche.
De jeans sucios y rasgados, un pullover desteñido que supo ser azul y una vieja campera de corderoy marrón, Cristian, que vive bajo la sombra del Obelisco, ya no tiene a sus papás. Dejó la escuela cuando se quedó solo. "Voy a laburar hasta que me ardan los dedos", afirma esperanzado cuando hace referencia a un posible trabajo en un lavadero de La Plata, aún no confirmado.
"A veces me falta el pan. Muy de vez en cuando puedo comerme una milanesa", cuenta. "Me la voy rebuscando como puedo; hay gente que siempre te da algo", agrega el chico que, cuando puede, se baña en uno de los hoteles que está frente al clásico monolito porteño tras pagar unos 5 pesos.
En la Argentina más de 2,2 millones de chicos conocieron el hambre en 2013. A pesar de contar con diferentes enfoques y aproximaciones metodológicas, tanto la Universidad Católica Argentina (UCA) como el Instituto Pensamiento y Políticas Públicas (IPyPP) -que coordinan Claudio Lozano y Tomás Raffo con el asesoramiento y el trabajo de técnicos desplazados del Indec- reflejan cifras que se aproximan.
Ambos informes alternativos surgieron la semana pasada en medio de una fuerte polémica generada por el propio Gobierno, luego de que el cuestionado Indec decidiera, el miércoles pasado, eliminar del calendario de difusión oficial -sin dar explicaciones- la publicación de los índices de pobreza e indigencia correspondientes al segundo semestre del año pasado.
La versión oficial llegó 24 horas después y habló de "severas carencias metodológicas" en los índices. Sin embargo, varios analistas privados afirmaron que la polémica cúpula del Indec, que responde políticamente a Cristina Kirchner, decidió no empalmar las series de pobreza e indigencia con el nuevo IPCnu patrocinado por el FMI por temor a que, al transparentar la inflación, se disparara el número de pobres e indigentes en la Argentina. Ya en febrero pasado, con la salida del renovado índice de precios a nivel nacional, el Gobierno había decidido dejar de publicar las canastas de precios con las que se calculaba mensualmente ese problema.
La polémica se prolongó ayer: la oposición siguió criticando; el Gobierno, defendiéndose.
El jueves pasado, ex técnicos del Indec desplazados por la intervención del organismo habían advertido que la pobreza alcanzaba al 36,5% de los argentinos y que el Gobierno escondía a 13 millones de pobres con la manipulación estadística. En tanto, anteayer la UCA informó que su indicador, que usa otras canastas y metodología, estimaba un 25,6% a fines del año pasado.
De acuerdo con esta universidad, la inseguridad alimentaria, si bien tuvo un leve avance en los últimos tres años, alcanzó a fines de 2013 el 18% del total de chicos de 0 a 17 años. Esto se traduce en 2,2 millones de niños y jóvenes. Para el IPyPP, en cambio, la indigencia alcanza a 19,9% de chicos entre 0 y 18 años, esto es, 2,7 millones de chicos.
La UCA define a la inseguridad alimentaria como el porcentaje de niños y adolescentes en hogares en los que por lo menos en los últimos 12 meses alguno de sus miembros debió reducir la porción de alimentos o "experimentó" hambre por problemas económicos. Según la Encuesta sobre la Deuda Social Argentina (EDSA), esta situación está prácticamente estancada desde 2010.
Necesidades insatisfechas
La universidad tiene además un índice de Necesidades Básicas Insatisfechas (NBI), un indicador multidimensional sobre una o varias privaciones (vivienda precaria, falta de asistencia escolar o hacinamiento, entre otros), que para el universo de chicos de 0 a 17 años se eleva al 24 por ciento. Se trata de 2,9 millones de chicos con alguno de esos problemas en todo el país. En este caso, el índice muestra una baja porcentual de cuatro puntos respecto de 2010, aunque continúa siendo elevado para un país que creció a tasas chinas durante la última década.
"Esto no se mide sólo por ingresos, sino que son chicos afectados por otras situaciones que son parte de la marginalidad estructural", afirmó a LA NACION Agustín Salvia, director de la EDSA. "A pesar de la inflación, el Estado impulsó algunos programas dirigidos a los pobres que fomentó un ahorro mínimo en las familias y se tradujo en una pequeña inversión en ladrillos".
"Sin embargo, y contrastando con el crecimiento de los últimos años, hoy casi la mitad de los chicos están afectados en sus derechos de subsistencia", indicó Salvia.
Por su parte, el documento publicado este mes por IPyPP estimó que 1 de cada 5 chicos pasan hambre. En el Chaco, la provincia con más pobres en el país, hay un 46,4% de niños y adolescentes sin ingresos suficientes para comer. Se trata de la tasa de indigencia más elevada en todo el territorio. Es el distrito que gobernó Jorge Capitanich hasta fines del año pasado, antes de ser nombrado como jefe de Gabinete.
"Este el rostro más preocupante de la pobreza", criticó Tomás Raffo, coordinador de IPyPP. "Casi la mitad de los pobres son chicos y más de la mitad de los chicos son pobres", graficó el experto. "Si esto no se resuelve, se seguirá perpetuando en la Argentina la trampa de la pobreza y tendremos en el futuro una mano de obra de baja calificación, similar a la actual", cerró.
Al hacer un análisis de la distribución geográfica de la pobreza teniendo en cuenta a los niños y adolescentes, se observa que la situación se acentúa a niveles "alarmantes": en diez provincias la pobreza infantil supera el 60%, según el documento procesado por IPyPP y elaborado sobre la base de datos de la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) del Indec, ex técnicos desplazados del organismo estadístico y el índice de Precios de Graciela Bevacqua.
La nueva polémica que desató el Indec
Jorge Lozano - Comisión episcopal para la pastoral social
"Las causas de la pobreza están relacionadas al trabajo no registrado o a los salarios insuficientes".
Sergio Massa - Diputado del Frente Renovador
"La inflación, además de deteriorar el bolsillo de jubilados y trabajadores, es una fábrica de pobreza enorme".
Diego Bossio - Director de la ANSES
"Sabemos que la pobreza en la Argentina bajó; hay sectores interesados en desanimar, en plantear el derrotismo".