a) recaudación por encima de la inflación y salarios ajustados por debajo y
b) contracción real de los préstamos al sector privado y, en general, del crédito. Tendrá que ser muy grande y muy rápido el ingreso de las divisas de la cosecha, para evitar el impacto recesivo de ambos ahorros, que no puede ser compensado por gasto público ineficiente e inequitativo.
El frente externo
El Ministro Kicillof asistió a la Asamblea del FMI, en Whashington, provocando la satisfacción de la Sra. Lagarde que, “encantada” con la presencia del funcionario, dijo: “espero poder confirmar la posibilidad de trabajar juntos”.
Por su parte, Capitanich rechazó por “ideológico” el diagnóstico que el Fondo hizo de La Argentina, asimilando nuestro rumbo al de Venezuela y pronosticando un crecimiento casi nulo, “marcado retroceso de actividad, con inflación y deterioro de expectativas”. Por supuesto, la respuesta no se hizo esperar, “No hacemos ni decimos cosas a la ligera”. “Es comparar manzanas con manzanas y zanahorias con zanahorias”. Lagarde muy vegetariana.
Entretanto, el máximo representante del gobierno de los Estados Unidos en La Argentina (ya sabemos que no hay Embajador), elogió la voluntad del gobierno argentino en la resolución de temas problemáticos. Sostuvo que “los tiempos pueden ser más lentos”, al ser consultado sobre nuevos créditos a La Argentina y vinculó los tiempos con las cuestiones tales como Club de París, hold-outs, Repsol, CIADI, etc..
Finalmente, el Ministro está tratando de destrabar la relación con el Banco Mundial, donde el gobierno norteamericano hace tiempo vota en contra de nuevos créditos, a raíz del incumplimiento argentino, desde 2007, con la revisión periódica “rutinaria” conocida como Artículo IV. Se sabe que en el Directorio del Banco Mundial, cada país compite con todos los otros miembros y que su capacidad para obtener nuevos financiamientos está vinculada a cuatro cosas: cumplir los compromisos con el Fondo; presupuestar y asignar las contrapartes locales, ya que el financiamiento es siempre parcial; ejecutar en tiempo y forma las obras o servicios financiados, a fin de promover siguientes desembolsos; y, muy importante, respetar los regímenes internacionales de licitaciones y compras contenidos en los acuerdos de financiamiento. Cuesta pensar que La Argentina haga todo esto y, por consiguiente, tenga derecho a recibir nuevo financiamiento.
La cuestión con el CIADI con el Banco Mundial parece estar cerrada; en las estadísticas y la información, hay algunos avances pero “no podemos sacar conclusiones en cuestión de una semana” (FMI); el arreglo con Repsol va por buen camino; de modo que faltan avances más explícitos con respecto a las auditorías del Artículo IV, el consecuente arreglo definitivo con el Club de París y la aceptación por parte del FMI, de la validez del sistema estadístico local. No obstante ello, seguramente algún desembolso podria ser destrabado en los créditos del Banco Mundial, más como gesto de buena voluntad ante el visible cambio de La Argentina, que como premio por el cumplimiento efectivo de las normas, en los “clubes” en los cuales somos socios.
Puede leerse, a estar por trascendidos, que la Presidenta no quiere deuda del Tesoro en dólares, pero desea financiamiento privado para empresas privadas, que se traduzca en ingreso de divisas (provenientes de los países miembros del Club de París), complementarios a nuevos desembolsos de organismos internacionales. Por supuesto, no quiere que le revisen las cuentas públicas (están andando bastante mal) y tampoco desea parar obras que requieren imprescindiblemente del financiamiento de organismos multilaterales.
En síntesis, La Argentina se queja porque la tratan mal, cuando hace las cosas mal y pretende poner condiciones en clubes donde es un accionista muy minoritario, que normalmente no cuenta con la “afectio societatis” de los principales socios miembros. Pero, … algo se va avanzando.
El reciente anuncio de Chevron, por MU$S 1.740 adicionales, en inversión asociada con YPF, que se suma a los MU$S 1.200 teóricamente desembolsados, demuestra que hay señales de cierto interés y que se podrían estar incubando programas de inversión que están en la gatera, ante futuros anuncios, tales como Artículo IV, Club de París, aprobación de estadísticas, etc.. No seríamos Venezuela.
El frente interno
Salta a la vista que el ajuste monetario y cambiario, iniciado en la cuarta semana de enero, que ha sido acompañado por la muy buena performance recaudatoria, en el primer trimestre, no ha llegado a los números fiscales y, por ende, se recuesta exclusivamente en un ajuste privado. Veamos algunas evidencias de esta afirmación:
- El incremento del 33,9% trimestra, en los Recursos Tributarios Totales y del 36,1% en lo recaudado por DGI y Aduana, supera al 29,6% logrado por la UOM oficialista. Quiere decir que hay un ahorro “forzoso”, impuesto por el sector público al sector privado que, en vez de destinarse a resolver los problemas de las empresas y del consumo, se está usando para aumentos persistentes del gasto público. Así, los Ingresos de Hacienda del mes de febrero, superaron en un 30% a los de hace un año, mientras que los Gastos lo hicieron en un 44,4%. Incluso si se descuentan los Servicios de Deuda, el incremento del Gasto es del 42,1%. Quiere decir que el Estado sigue tomando recursos de la sociedad, tanto por la vía de los impuestos como a través del endeudamiento o la lisa y llana aplicación (ahora menguada) del impuesto inflacionario.
- La política monetaria del Banco Central ha redundado en una contracción de los préstamos al sector privado, mientras se expanden los depósitos a plazo, alentados por la suba de la tasa de interés. Vale decir, hay menos crédito privado y los depósitos se destinan a colocaciones de Títulos Públicos o a suscripciones de LEBACs, en pesos o dólares, del Banco Central. Es dolorosa la contracción nominal del crédito, cuando un país que exporta alimentos se ve obligado a devaluar (55% interanual) y, por ende, no puede evitar la traslación a precios de la modificación del Tipo de Cambio y el consiguiente perjuicio al ingreso popular: los jubilados recién cobraron ahora su aumento nominal, ya devorado por la inflación. Si uno supone un crecimiento de los precios, en lo que va del año, de entre un 10 y un 11%, entonces la caída de los préstamos al sector privado fue de, por lo menos, el 11,5%, en términos reales. Es difícil que se soporte mucho tiempo semejante contracción, mientras el sistema financiero asiste a la refinanciación de la deuda pública, a la colocación de nuevos títulos (se captaron M$ 5.400 de un programa de 10.000, pagando BADLAR más 200 puntos) y a la vez contribuye a la fuerte reducción en la velocidad de circulación del dinero. Nótese, que en lo que va del año, la Base Monetaria se contrajo 4,8%; el M2, que tiene los depósitos en Caja de Ahorro lo hizo al 11,2%, mientras que el M3 ampliado, que contiene las todas las inmovilizaciones subía 0,7%. La lógica indicaría que el gobierno no confía, como antes, en el impuesto inflacionario. Si, como se dijo, no quiere endeudarse en dólares, la presión que hará sobre el sistema financiero se tornará insoportable, una vez que comience a sumarse a la esterilización de la emisión monetaria, que el Central deberá efectuar para comprar los saldos de la cosecha gruesa. Hay que ¡sacar al Tesoro de la demanda!
- La incoherencia, como siempre, proviene del financiamiento del déficit público. El último Informe semanal del BCRA, tiene varias perlitas: a) en lo que va de 2014, la expansión de Base para financiar al Sector Público, fue de M$ 13.159 y los Adelantos Transitorios crecieron en M$ 3.650, sólo en los últimos 30 días. Si uno recuerda la conducta prudente del mes de enero (hubo vencimientos de deuda que implicaron déficit financiero del Tesoro, pero hubo asistencia de ANSES y no emisión) y la compara con las de febrero y marzo, salta a la vista la contradicción absoluta entre las políticas contractivas, impuestas al sector privado y la “fiesta” de gasto público. No tenemos los números de Hacienda de marzo, pero estamos persuadidos, a juzgar por los Informes del Central, de que el financiamiento monetario fue muy abundante.
- El resultado de febrero de Hacienda, -al desequilibrio financiero, se le suman las Transferencias recibidas de ANSES, por refinanciación de deudas, y del Central (compromisos con Organismos Internacionales y compras de gas)-, anualizadas, dan la friolera del 3,5% del PBI como necesidad de financiamiento. No se hizo ningún esfuerzo fiscal y se promete transformar en subsidios y asistencia a sectores desfavorecidos, lo que se logre obtener por el ajuste tarifario. Estaríamos igual o peor que el año pasado, en un año en el que no hay elecciones. ¿Habrá dado la Presidenta la orden de aumentar el gasto público deliberadamente, una vez que se enteró que Fábrega le podría garantizar cierta pax cambiaria?. ¿O será meramente despilfarro, incontenible despilfarro?.
- El Banco Central, que ha cambiado totalmente su conducta con respecto al financiamiento público, está cancelando LEBACs en pesos (emite moneda), de manera preventiva, ya que todo indica que deberá colocar gran cantidad de Letras para esterilizar el ingreso de divisas por la cosecha. De hecho, dos datos deben ser contemplados: a) los aceiteros, al 4 de abril, llevan declarados un 17,9% más, que en 2013, en dólares, que no se reflejan para nada en la acumulación de Reservas y b) en los últimos 30 días, el Central canceló M$ 3.026 en LEBACs mientras aumentaba (en MU$S 161) la colocación de las nominadas en dólares. Como se dijo, se prepara para continuar esterilizando, sin que el cuasi fiscal se le vaya de las manos. Así, hace un año, el coeficiente de LEBACs y NOBACs en pesos / Base Monetaria, era de 34,8%. Subió, hace 30 días, a 43,6% y bajó a 41,5%, al día 4 de abril pasado. No obstante ello, la Base crece (17,5 anual) muy por debajo de la inflación.
En síntesis
Parece claro que el Ministerio de Economía avanza en el frente externo; que la Presidenta no quiere reducir el gasto público; que tampoco quiere endeudarse en dólares y que, en lo posible, se tratará de aplicar (menos) el impuesto inflacionario (aumento de la recaudación) y (más) el endeudamiento con el sistema financiero y con la ANSES, para mantener elevadas erogaciones estatales.
Dicho de otra manera, hay dos ahorros forzosos, todos a cargo del sector privado: a) recaudación por encima de la inflación y salarios ajustados por debajo y b) contracción real de los préstamos al sector privado y, en general, del crédito, para asistir al Tesoro. Tendrá que ser muy grande y muy rápido el ingreso de las divisas de la cosecha, para evitar el impacto recesivo de ambos ahorros que, como se sabe, no pueden ser compensados, en términos de actividad económica, por un gasto público ineficiente e inequitativo.
Fuente: Años de Campo