Esta situación comenzó a insinuarse con algunos eventos importantes en la tercera década del mes de enero y desde entonces, con algunos altibajos en el mes de marzo, las lluvias no han dejado de ser protagonistas.

Sin ir más lejos los primeros diez días de abril ya habían sobrepasado los acumulados normales del mes y por cierto en los lotes más adelantados posiblemente, las estrategias de cosecha se han debido modificar.

Este panorama se ha visto coronado en los últimos días con algunos enfriamientos destacados, que ya se habían hecho presentes en la última parte de marzo y que si bien no llegaron a dejar heladas rigurosas, marcan una tendencia que se afianzó en los últimos años.

Es decir, ya viene siendo común que en la última parte de marzo se observen algunos amaneceres con mínimas que orillan los 3°C, principalmente en el sudeste de BA.

Posiblemente este año, la gran disponibilidad de humedad haya morigerado estos enfriamientos.

Si hacemos un rápido balance de lo ocurrido entre la fina y la gruesa, podríamos decir que el período más difícil de esta última campaña se ha observado entre mediados de diciembre y mediados de enero, donde las altas temperaturas y la escasez de humedad ambiente potenciaron la evapotranspiración, quizá facilitando la cosecha, pero poniendo en serias dificultades las siembras de segunda, fundamentalmente sobre trigo.

Luego sobrevino el período húmedo al que hicimos mención y que produjo variados inconvenientes en la zona núcleo y en general en la franja central del país.

Esta complejidad que dejan las lluvias en el cierre de la gruesa, es el último eslabón de una cadena de eventos que se han observado en el último semestre y que no hace más que validar el escenario de riesgo climático aumentado al que la producción agropecuaria queda expuesta.

Tratando de visualizar el comienzo de la fina, la oferta de agua de lo que va de abril, ha dejado perfiles con reservas óptimas, temporariamente excesivas y con algunas complicaciones para la cosecha.

Sin embargo el saldo hídrico es muy favorable de cara al inicio de la fina. Vemos normalmente que, para el este de la región pampeana, es estadísticamente improbable que dentro de la ventana de siembra del trigo y la cebada, no se concrete un período con la humedad adecuada para llevar adelante esta tarea.

Pues bien la situación actual de reservas más algunas lluvias que puedan llegar en la última parte de abril y comienzos de mayo, parecen garantizar la humedad y por lo tanto esta variable no sería una limitante a la hora de tomar decisiones de siembra.

Nuevamente, como ha venido sucediendo en las últimas campañas, el productor del estará más pendiente de anuncios económicos específicos para el trigo, que de lo que pueda ocurrir con el clima. Incluso este final de marzo y comienzo de abril ha sido muy benigno con las zonas más marginales del sudoeste de BA y sur de LP.

Ya en un plano más conjetural y suponiendo que el invierno mantenga perfiles satisfactorios de humedad, aparece la posibilidad de que la primavera se desarrolle bajo un escenario Niño.

Esto es un elemento a favor a la hora de perfilar la oferta de agua que podría darse en la floración de los cultivos de la fina.

  • Por CCA - exclusivo Agrositio
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