En el ADN del gobierno de Cristina Kirchner está la sistemática tendencia a reescribir la historia, editar la realidad, falsear estadísticas, omitir la mención de problemas o errores propios, buscar culpables ajenos, negar lo evidente e ignorar o cuestionar a quienes lo cuestionan aunque tengan razones para demostrarlo. El último mensaje presidencial ante la Asamblea Legislativa no fue la excepción. En todo caso, y aun con un tono de menor confrontación, demostró que el "relato" ya tiene su propia antología de sofismas, medias verdades o confusiones conceptuales, convertidos en mitos que no se sostienen en el tiempo ni en datos de la realidad.

Educación: si bien el Gobierno resalta que nunca se ha invertido tanto en educación (6% del PBI), no menos de 90% corresponde al gasto en salarios docentes. Con alta inflación, deben ajustarse cada año en términos nominales, pero por lo general esos aumentos no se incluyen en los presupuestos provinciales. Esto explica los recurrentes conflictos en las paritarias, que impiden cumplir la meta de 180 días de clases. La misma ley de financiamiento educativo, sancionada en 2005, establecía la doble escolaridad obligatoria para el 30% de los alumnos primarios y hoy sólo alcanza un promedio de 7/8% para todo el país. El plan educativo 2012/16 prevé duplicarla. Pero en el mejor de los casos se podría llegar a la mitad (15%) de esa meta, a raíz del déficit fiscal de las provincias pese a la presión tributaria récord (40% del PBI) en todas las jurisdicciones.

Energía: hasta 2010, la Argentina tuvo superávit y en 2013 el déficit energético alcanzó los 6500 millones de dólares. Esta reversión fue producto de la política K de haber impulsado el consumo con subsidios indiscriminados y desalentado la inversión en producción con precios políticos. Afirmar que las importaciones representan "sólo" 9,4% de la oferta, implica desconocer que las reservas comprobadas de petróleo se redujeron 16% entre 2003 y 2012, y las de gas natural de 12 a 7,2 años de consumo en el mismo lapso. Cuando se habla de la expropiación de YPF, no se habla del vaciamiento que implicó haber promovido en 2008 el ingreso de un socio local (el Grupo Eskenazi) mediante el pago de las acciones con utilidades de la empresa. Aunque YPF mejoró últimamente su producción, el resto del sector (65% de la extracción de petróleo y 75% de gas) muestra retrocesos. Una empresa estadounidense (Apache), que llegó en 2006, acaba de venderle sus activos y deja el país, debido al intervencionismo estatal en materia económica y energética. Es cierto que el acuerdo con Repsol remueve un serio escollo para que YPF pueda incorporar socios en Vaca Muerta. Pero se necesitarán varios años -además de nuevas reglas que reemplacen a las actuales fijadas por decreto y multimillonarias inversiones en dólares- para recuperar el autoabastecimiento prometido por CFK.

Subsidios: hace años duermen en el Congreso varios proyectos de "tarifa social" para focalizar los subsidios estatales al consumo de electricidad y gas en los sectores de menores ingresos, y permitir un sendero gradual de reducciones para los demás usuarios. El Gobierno prefirió ignorarlos y seguir aumentando los subsidios, que pasaron de 0,5% del PBI en 2005 a 5% en 2013 ($ 134.000 millones). Ahora tiene un dilema sobre cómo y cuándo recortarlos, después de una década en que el gasto público total nunca creció menos de 30% anual (alcanza al 45% del PBI) y nunca hubo una señal de austeridad ni baja de la presión impositiva, sino todo lo contrario.

Precios/ inflación: aunque comenzó a sincerar el índice de precios, el gobierno de CFK no lo hizo con el diagnóstico de inflación. Sin siquiera mencionarla, sólo la atribuye a conductas especulativas de empresarios y comerciantes, que en realidad son posibles cuanto mayor es la inflación. Cada eslabón de la cadena busca preservar o aumentar sus márgenes a costa del resto y, con porcentajes más altos, el fenómeno se realimenta. En el actual contexto de estanflación, las multas y amenazas de sanciones más duras resultan incompatibles con la política monetaria restrictiva y, al atemorizar a las empresas, frenan inversiones. Además, como el puñado de "precios cuidados" se limita a las grandes cadenas de supermercados, no impide que esos productos escaseen porque aumentan en otros comercios, al igual que sus sustitutos y los rubros no incluidos.

"Mesa de los argentinos": los controles oficiales de precios muestran el fracaso de la política intervencionista de divorciar los precios domésticos de los internacionales y de fijar cupos de exportación para alimentos básicos. Mientras los precios no dejaron de subir, en diez años el stock ganadero se redujo en ocho millones de cabezas; la exportación de carnes a una cuarta parte y el año pasado se registró la peor cosecha de trigo en más de un siglo. Sólo la soja (cuyo consumo interno es muy bajo y desplazó a otros cultivos menos rentables) está en condiciones de alimentar a 400 millones de personas en el mundo, como explicó la Presidenta.

Corridas cambiarias/r eservas: no es casual que CFK afirmara haber sido destinataria de ocho corridas cambiarias. En el período 2008/2013, los superávits "gemelos" (fiscal y externo) se transformaron en déficits y el tipo de cambio real llegó a mediados de 2013 al nivel más bajo desde fines de 2001 (cuando estalló la convertibilidad). Sin embargo, desde el cepo cambiario las reservas se redujeron en 20.000 millones de dólares y la emisión de pesos para cubrir el agujero fiscal se duplicó el año pasado con respecto a 2012. O sea, que la relación causa-efecto es inversa.

Sustitución de importaciones: más que una política articulada de mediano y largo plazo, el eje fue siempre evitar, caso por caso, una mayor pérdida de reservas para contrarrestar el déficit energético. Pero nunca se mostraron resultados concretos en términos de costos, volúmenes ni competitividad. Mientras tanto, el fuerte impulso al consumo de bienes durables agravó el déficit estructural de sectores como la cadena automotriz (8100 millones de dólares en 2013) y la industria electrónica fueguina (4000 millones) con altos porcentajes de partes e insumos importados.

Desendeudamiento : probablemente el Gobierno deje de exaltar las ventajas del desendeudamiento del sector público, ante la necesidad de colocar deuda para suavizar el ajuste económico en marcha. El objetivo es llegar con menos apremios a fines de 2015 y agregarle "más vidas" a un modelo que ya no puede sostenerse a base de déficit fiscal creciente, emisión monetaria para financiarlo, nulo ingreso de capitales financieros y puertas cerradas al crédito externo. Más que endeudarse o no, un interrogante a despejar es para qué y a qué costo. Otro, cómo evitar el alto costo financiero de la desconfianza, después de tantos años de haber hecho tanto para alimentarla.