El jueves pasado se publicó el reporte denominado Agricultural Baseline Projections realizado por el USDA, con las perspectivas agrícolas para los próximos 20 años.
Se trata de una perspectiva sobre los productos agrícolas, con la soja incluida, que finaliza en el 2023. Pero, pese a ser de largo plazo, pone especial atención sobre la campaña entrante.
Con relación a la soja, el producto “estrella”, para este ciclo prevé un aumento de la oferta mundial y, simultáneamente, aguarda un incremento mayor aún de la demanda.
De su lectura, se deduce que los valores se mantendrían firmes este y el año próximo. Tal firmeza debería darse, de no haber ningún imprevisto, pues los valores están establecidos sobre la base de rendimientos unitarios elevados.
¿Qué nos dice ello? Claramente significa que, de registrarse condiciones climáticas menos favorables, los stocks ingresarían a un nivel delicado y en tal caso, se provocaría un cuadro de precios más que firmes.
El reporte presume que el crecimiento de la economía global se verificará a una tasa del 3,2 por ciento anual.
La mayor fuerza del crecimiento seguiría en manos de los países emergentes (es decir de aquéllos que más necesitan aumentar su consumo de alimentos). Se refiere fundamentalmente a China e India, los dos grandes colosos poblaciones. Y, por supuesto, a determinados países de Asia, África y América Latina.
Por ello, el documento afirma casi textualmente: “El crecimiento económico en los países en desarrollo resulta especialmente importante porque el consumo de alimentos y el uso de forrajes responden fundamentalmente al incremento de los ingresos de estos países que permiten mejores condiciones de alimentación y diversificación de dietas.”
Es de resaltar su proyección respecto al aumento de la población cuya tasa, si bien disminuiría, seguiría siendo relevante. Calcula que la tasa de aumento girará en torno al 1% anual.
A consecuencia del mayor incremento de la población en los países en desarrollo, la distribución se acentuaría a favor de éstos. El 82 por ciento de la gente habitará en estos países.
La cantidad de habitantes en los subdesarrollados, a diferencia de los desarrollados, tiende -según el reporte- a tener un mayor porcentaje de juventud y de rápida urbanización. Por ello, es lógico aguardar una expansión y diversificación en el consumo de los alimentos.
Un capítulo aparte merece China puesto que el consumo de éste sería la principal razón del incremento en la demanda global.
Pese al desaceleramiento en el aumento del producto bruto de este país, el reporte sigue creyendo en su demanda. Así habla de una suerte de aumento prácticamente exponencial en la próxima década respecto al uso de soja y consumo de aceite y harina.
A consecuencia de la demanda mundial, el poroto de soja tendría un aumento más acentuado que en el trigo, el maíz y el sorgo.
Coadyuvando este incremento, el uso de biocomustibles seguiría su camino ascendente. El reporte calcula que durante los próximos diez años la oferta global continuará en aumento, de la mano de la producción de EEUU, Brasil, la UE y Argentina.
En este campo, estima que Brasil y Argentina están llamados a liderar el mercado de oferta. Y no sólo por el biodiesel sino también por el etanol.
Como vemos, el panorama no ha variado mayormente. Por lo menos así lo ve el USDA.
La Argentina puede recoger el guante, y pasar así a ser un país estratégicamente importante para el mundo. De nosotros (y del Gobierno, sobre todo) depende que ello se cumpla.
Aprovechemos la oportunidad.