Según Juan Manuel Garzón, economista del Ieral, de la Fundación Mediterránea, hoy de acuerdo a las estadísticas del Banco Central de la República Argentina y a propias estimaciones de este especialista, la deuda del sector agropecuario [productores de granos, leche, carnes, productos de economías regionales, prestadores de servicios especializados, empresas grandes, pymes, etcétera] con los bancos estaría actualmente en un rango de entre $ 55.000 y 60 .000 millones.
Se trata de créditos de la última campaña y anteriores y préstamos de mediano plazo (5 años), por ejemplo.
"Si bien es cierto que esta deuda con los bancos está mayoritariamente en pesos [90% aproximadamente], y que la devaluación seguramente ha mejorado la hoja de balance de muchas empresas agropecuarias con activos dolarizados, debe advertirse a los productores que refinanciar esta deuda o acceder a nueva deuda será este año mucho más difícil y caro que en años anteriores", alertó Garzón.
Para el especialista, esta situación puede complicar especialmente a las empresas más pequeñas.
"Esto puede ser particularmente grave para las empresas más pequeñas, que disponen de menos opciones de financiamiento o espalda financiera, para las empresas que venían ya con gestiones financieras deficientes o para las empresas que estén más aisladas en las cadenas de valor, es decir, menos integradas con sus proveedores / clientes", precisó.
El economista del Ieral alertó también por una mayor concentración de la producción. "Un contexto de restricción crediticia puede generar procesos de concentración productiva. Las empresas más grandes, mejor gestionadas o vinculadas pueden avanzar sobre empresas que frente a la imposibilidad de conseguir fondos baratos para operar deben desprenderse de parte de sus activos", indicó.
Quienes se financiaron con proveedores en dólares hoy tienen que enfrentar deudas con una divisa a $ 8. En tanto, quienes compraron insumos en pesos con tarjetas o a tasas fijas parecen haber salido beneficiados más allá de la suba actual de las tasas.
"Diferentes condiciones de financiamiento pueden hacer que una actividad productiva o decisión de inversión sea conveniente para una empresa y no para otra. Pero este fenómeno se verá exacerbado este año en presencia de la restricción crediticia que se avecina", concluyó Garzón.