Las pizarras de las estaciones de servicio mostrarán en los próximos días una imagen poco frecuente. La estatizada YPF, que habitualmente tiene los precios de las naftas y el gasoil más baratos del mercado, aumentará hasta un 6% sus productos, al igual que las bocas de expendio de Esso (Axion), Oil y Petrobras. Eso equivale a más de un 85% del mercado de combustibles. En cambio, Shell, que suele tener los valores más altos y lideró el último aumento del 12% tras la devaluación, debería bajar sus precios hasta convalidar un aumento similar a sus competidores.
Todo es el resultado de cuatro reuniones que mantuvo el sector en los últimos dos días con el jefe de Gabinete, Jorge Capitanich, y con el ministro de Economía, Axel Kicillof.
Ayer, a las 19, Kicillof, que se había opuesto a conceder los aumentos en las últimas semanas, hizo el anuncio en su cartera. "Se llegó a un acuerdo con la totalidad de la cadena, pero en lo que atañe a los consumidores se ha establecido un precio máximo de incremento de los combustibles de hasta 6%", explicó el funcionario. Y puntualizó que quienes superaron ese nivel de aumento en los últimos días, como Shell, "acordaron reducir el precio".
La devaluación del peso (más del 20% en el año) puso presión sobre las empresas que venden combustibles, debido a que pagan el petróleo en moneda local, pero sobre la base de la cotización del dólar, por lo que buscaban aumentar los precios de inmediato. Sin embargo, Capitanich y Kicillof los convocaron el viernes pasado, anteayer y ayer para contener esa decisión.
Su efecto fue efímero. Los técnicos de YPF, dueña del 55% del mercado y la principal perjudicada por las demoras en el ajuste, se apuraban ayer por la tarde a aumentar los precios de sus estaciones de servicio de todo el país, al igual que la mayoría de las petroleras.
Por la mañana, Kicillof y el secretario de Política Económica, Emmanuel Agis, se reunieron con los productores de petróleo. Participaron ejecutivos de YPF, Pan American Energy, Pluspetrol, Tecpetrol, Chevron, Petrobras y Total, entre otras empresas. Kicillof llegó a la reunión con la misma idea del día anterior: establecer un tipo de cambio diferencial de $ 6,88, el del 21 de enero, para la compraventa de petróleo.
Los petroleros, en cambio, trataron de proponerle alternativas. Entre ellas, no tocar el tipo de cambio, pero vender el barril a un precio menor. Se fueron sin una conclusión.
Poco después, Kicillof recibió a solas a Juan José Aranguren, presidente de Shell. El lunes Capitanich lo había acusado de tener una "actitud conspirativa". Y hace dos semanas el propio jefe de Economía sostuvo que Shell había presionado para aumentar el tipo de cambio, en medio de la devaluación. Pese a los cruces, ayer Kicillof y Aranguren se pusieron de acuerdo. Era una exigencia que les habían pedido el día anterior el resto de las refinadoras.
El ministro le prometió que las petroleras le venderían el crudo a 6,88 dólares, el primer escalón de un sendero de precios que aumentaría en los próximos meses -con la consecuente presión sobre los combustibles- para absorber de a poco la devaluación de enero y converger, en un futuro cercano, en un tipo de cambio al valor actual.
Shell confirmará hoy con sus proveedores de petróleo si está en práctica el tipo de cambio diferencial que propuso el ministro. Si eso ocurre, algo que no confirmaron a LA NACION en las empresas productoras de crudo, la empresa bajaría sus precios.
A las 17 horas, también en Economía, Kicillof se reunió con ejecutivos de Oil, Petrobras, Axion e YPF. Estuvo media hora y les comunicó que había decidido aceptar un aumento del 6%, pero no más. Aunque les pareció poco, los ejecutivos aceptaron. Carlos Alfonsi, responsable de refinación y venta de combustibles de YPF, quedó satisfecho. Así lo transmitió cuando llegó, minutos más tarde, a la torre de la empresa en Puerto Madero.
Los petroleros esperan seguir negociando por nuevas subas de precios. Para eso, el ministro prometió establecer una mesa que evaluará los costos del sector para ver "en meses sucesivos cómo se comportarán las variables".
Molestia en las provincias productoras
El acuerdo del Gobierno con las petroleras molestó a Jorge Sapag, gobernador de Neuquén, el principal distrito productor de hidrocarburos del país. Sucede que las provincias cobran un 12% de regalías sobre el precio de venta del crudo. Si ese valor baja, también lo hacen sus ingresos. "Cualquier decisión acerca de los precios de los hidrocarburos debe tener necesariamente la consulta previa con la provincia que es la dueña del recurso". También confirmó que la provincia de Neuquén "va a defender con firmeza los derechos de todos los neuquinos y el precio del petróleo".