Cada día que pasa, la conspiración que Cristina Kirchner denuncia que quiere tumbarla es más multitudinaria. La Presidenta envió ayer a sus ministros a ratificar que ella no se irá del poder antes de tiempo y probablemente sin quererlo instaló oficialmente la posibilidad de una grave crisis institucional. Ella misma, con tono de furia y rencor, involucró en el complot a empresarios, a sindicalistas, incluso oficialistas, y a algunos sectores sociales.

A estos últimos y a La Cámpora, que la vivaba, los convocó en forma dramática a defenderse de un supuesto saqueo a sus bolsillos que podría hacer tambalear el modelo. Les recomendó ir a supermercados y librerías. Está convencida de que enfrenta un golpe económico dirigido a destituirla.

Según confiaron a LA NACION fuentes oficiales, la Presidenta está furiosa por la inflación con los formadores de precios: supermercadistas, proveedores, transportistas, pequeños comerciantes y fabricantes de productos de consumo masivo. En suma, toda la cadena comercial.

También se malquistó con los sectores vinculados con el dólar: bancos, productores rurales, sojeros y cerealeras.

"Hay un conjunto de maniobras desestabilizadoras sobre los precios y el dólar. Y Cristina está llamando a que no dejen solo al Gobierno los sectores que deberían defender el modelo y de allí el llamado a la unidad: salgan a defender esto, algo no está bien, asume, no dejen caer esto porque los mayores perjudicados serán ellos...", tradujo un funcionario.

Por eso la mandataria les habló a los "que cortan las calles" y al jefe de la CGT oficialista, Antonio Caló. También la Presidenta está indignada con los peronistas disidentes y afines. Un ministro comentó a LA NACION que Cristina cree que existe una campaña de los sectores del diputado Sergio Massa y del jefe del gobierno porteño, Mauricio Macri, que están "instalando la idea de que el Gobierno se irá antes de 2015".

Por eso ayer la mandataria habló de "maniobras especulativas y de mercado", y denunció que intentan derrumbarla, y advirtió que no dejará sus "convicciones en un sillón presidencial". Antes dio luz verde para que sus ministros hablaran más claro.

El ministro del Interior y Transporte, Florencio Randazzo, advirtió: "No se ilusionen, que no nos vamos a ir antes". Su par de Defensa, Agustín Rossi, dijo que gobernarán "hasta el último día de su mandato", y destacó la "fortaleza económica y política" del modelo porque "demostró que tiene el control de las variables económicas".

El jefe de Gabinete, Jorge Capitanich, acusó a la oposición de tener "economistas como agentes encubiertos de los grupos empresarios que no dan la cara y de líderes políticos que no tienen el coraje de decir su pensamiento por radio, televisión y diarios".

En tanto, el gobernador bonaerense, Daniel Scioli, también instó a "la unidad para defender la estabilidad, para defender los logros y las conquistas y para acompañar a nuestra presidenta ".

En la Casa Rosada estaban desconcertados porque el ex diputado kirchnerista Jorge Yoma, un aliado de Scioli, llegó a señalar que "lo mejor que puede hacer este gobierno es irse. Es preferible que se vayan ahora". Y en declaraciones a DyN agregó que "o Cristina decide por sí sola irse o dentro de seis meses o este año se lo va a notificar la gente en las calles, y eso nos va a costar más". La respuesta de la Presidenta llegó horas más tarde.